
A lo lejos, por el camino que surcaba la colina se oían unas motos grandes, potentes y poderosas acompañadas de su estruendoso acelerador. El barullo de aquellos caballos motorizados sabía a libertad y a locura.
Ese día, a Marta se le había ocurrido ponerse medias, de textura fina, delicada y lisa, tan delgadas que incluso podía sentir el aire rozando sus rodillas. Nunca hubiera imaginado, ni siquiera en esa misma mañana soleada, fresca y primaveral, mientras preparaba su maleta de tonos verde pistacho, que incluso los momentos más inesperados te pueden regalar un instante sorprendente.
Ese había sido un buen momento.
Medias, motos, costa...me gusta!!!!!
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