Será que todo se me hace un mundo, será que mi pensamiento esta tan moribundo que lo único que lo nutre son las sales de cada lágrima que suelto.
Y no entiendo la razón, la razón de que mi corazón esté tan negro de penúria, de que mi sonrisa no brille por su presencia, o de que se vean mis ojos cansados de tanta presión.
Pido un incentivo, un aliciente que me haga sentir más paciente, cosas que se que no llegarán, que por ahora aún tardarán, porque el tiempo y el momento no es el correcto y porque nada es perfecto.
Y me odio, me odio a mi misma y no se porque. Dudas que me corroen, que me lastiman, que me desesperan, que me matan por dentro.
Pufff.
Y soplo.
Pufff.
Y es que cuando me levanto ya estoy cansada y cuando me vuelvo a dormir solo tengo ese insoportable nudo en el estomago. Los exámenes no son buenos, y la época de estudio menos aún, y más cuando no se tiene confianza en una misma.
Y no es que no pueda hacerlo sola, es que necesito de una compañía, de algo que esté a mi lado, presente, que no sea intermitente, que me ayude condecentemente.
Demasiadas cosas necesito y demasiado egoísta parezco ser.
Pero es así.
Por pedir, que no sea, para algo es navidad.