Supongo que es como cuando te hablan tanto tanto tanto de algo o alguien, que te resulta hasta familiar. Pues igual.
Curioso, no?
Son las 6:00. Te levantas. Sales al balcón aún con legañas en el careto y el pijama más hortera de tu armario. Aún es de noche y hace un frío de cojones. Decides ponerte una camiseta mediamanga y pantalones largos. Además, coges tu chaquetita-impermeable por si por alguna alineación del cosmos, hoy, decide llover. Porque hace frío, mucho frío a las seis de la mañana. Te vas, coges el tren, metro, llegas a bellvitge. Ya parece que no es tan de noche. Entras a clase. Son las 9:30 y ya has terminado por hoy clases. Empiezan practicas. ¿Y que pasa? Tienes que cambiarte. Irte al cuarto de baño, un lugar de unmetrocuadrado a ponerte el pijama (no, no es el pijama hortera de dormir, es el uniforme de la clínica.) Te lo pones y empiezas a sentir que entre tanto cambio, tanta ropa y tan poco espacio, los calores empiezan a subir. Pero es que sales a la calle y ya a las 10 de la mañna brilla un sol increíble. Ni una nube, ni una pequeña brisa de airecillo otoñal. A primeros de noviembre y con este tiempo. Y claro, llegan las 2 de la tarde, sales de clínica y tienes que hacer todo el proceso, pero al revés. Por si no fuera complicado ya. Y lo haces. Y entonces es cuando te das cuenta que igual no fue tan buena idea lo de la camiseta mediamanga y los pantalones largos de esta mañana.