Ultimamente los domingos ya no me parecen tan odiosos. Incluso los domingos nublados llegan a tener su encanto. Y si no lo tienen, hay que buscarlo.
Enciende una vela, escribe, música de fondo, lee, dibuja, da rienda suelta a tus ideas y haz las cosas más estúpidas que puedas hacer, porque... ¿sabéis qué? Si no hiciésemos cosas estúpidas, nunca se haría nada inteligente.