Cuando una vez, en un día soleado de primavera esperé en medio de una plaza a que un desconocido se presentara, nunca imaginé todo esto.
Y menos que me siguiera hablando con ese desconocido.
Ya ves como son las cosas de la vida.
Empiezas comiéndote un bocadillo y tomando un café en calles perdidas de la Barcelona antigua y acabas así, metida en su cama.
Curioso destino.
Y hoy, sus 24.
El desconocido, que está haciéndose mayor.
¡FELICIDADES!
No hay comentarios:
Publicar un comentario