lunes, 29 de enero de 2007

Ya se fue.


Se fue y me quedé como los macarrones: Vacía




Hace apenas 1 hora y poco más dejé a Gera en el vagón 51, con sus maletas ya puestas en la parte superior de su compartimiento y mirándome fijamente a los ojos a través del cristal de la ventana del estrecho pasillo del tren.

No quería llorar, total, esto solo es un “hasta luego”, no es un hasta siempre ni un “hasta nunca”. Parecía increíble el inmenso nudo que estaba sintiendo en el estómago, parecido al que él tenía en el cuello que lo estaba atragantando.

No lloré, o al menos él no me vio, pero cuando el tren se puso en marcha y dejé que su rostro se perdiera en la lejanía quedando las vías solitarias, no pude evitarlo, entonces subí las escaleras mecánicas y ya.

La aventura se había terminado.
Al menos, por ahora.








PD. Sabes que te quiero.