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viernes, 9 de enero de 2015

2015. Repaso dosmilcatorce. Parte III

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Agosto. Agosto fue el mes de mis vacaciones. Un mes en que descubrí que un crucero puede ser una de las mejores experiencias de tu vida. Incluso si necesitas biodramina para no vomitar por la borda. Y más si es por islas griegas. Viajar al lugar que siempre has querido visitar, descubrir playas cristalinas escondidas de Corfú, perderte entre los miles de blancos de Santorini o mirar fijamente mientras la puesta de sol se esconde en el mar, son cosas que no se viven todos los días. Fueron unas vacaciones extraordinarias. Increíbles diría yo. Y con un gusto y un cuidado digno de un profesional. Cada detalle marcó la diferencia.

Septiembre. Uyyyy septiembre.... todos mis miedos creados en carretera, cualquier trauma, shock o variante tuvieron que ser eliminados en décimas de segundo. Porque el momento que ves que bajo esa gran tela roja está tu primer coche, no lo olvidas jamás. Porque por muy huevo que sea, pequeño, redondito, con un maletero minúsculo y morro achatado, me encanta. Me fascina. Es mi coche. Y es genial. Lágrimas mezcladas con miedo y felicidad podrían describir todo lo que significó para mi ese mes.

Octubre. Octubre fue el mes de los amigos. Seh. Barbacoas con los odontólogos, vermuts con los de Cornellà, cines nocturnos, vinitos tras el trabajo con los de Lloret, bravas infinitas, cenas de chicas en el born y gintonics casi primaverales en esas fechas en la playa de Castelldefels pusieron la guinda del pastel al mes. Ah sí, y empecé mi segundo posgrado. Yey, Un mes lleno de sonrisas.

Noviembre. Alguna fecha que otra señalada para mi. Y....Digamos que en noviembre se votó. Bueno, votar, votar...no se si es la palabra. Se dejó opinar a la gente, aunque fuera de forma extraoficial. Catalunya pudo hablar. En mayor o menos medida, pero pudo hablar. Ya no se trataba de independencia si o independencia no. Aquello era simplemente: Democracia. Y creo que el poder de expresión no es discutible. Es un derecho. 

Diciembre. Navidades. Familiares, comilonas, regalitos. Teatro. Nuevas experiencias que llevabas tiempo queriendo disfrutar. Manos, aceite, música relajante y velas. Las nubes y el cielo. Un mes para la valoración del año. A mis casi 28 años, primer fin de año tomando las uvas fuera de casa. Y lo mejor de todo es que ni siquiera fueron uvas. Pero Puigcerdá fue perfecto. Tanto la compañía como el relax que necesitaba para terminar el 2014. Y empezar el 2015 pisando nieve. Disfrutando. Sonriendo. Extrañando algunas cosas y dando la bienvenida a otras. 

Un dosmilcatorce lleno de vivencias que me han hecho aprender de todo y de todos. Superarme. Quererme un poquito más. Sonreír con la más pequeña tontería. Ver que te conocen sin verte. Creer que el tiempo te hace olvidar, pero hay detalles que no se olvidan. Echar de menos cosas aparentemente tan insignificantes que son un mundo para ti. Saber que cada mañana cuando suena mi despertador, amanece un día repleto de cosas geniales. De vida. Que es necesario mirarse al espejo mientras te cepillas los dientes y pensar...hoy, voy a vivir. Voy a disfrutar a tope. 

:)

lunes, 13 de enero de 2014

El magnetismo del primero.

Marta siempre dice que tengo como una especie de aura a mi alrrededor. Ese magnetismo que desprende buenas vibraciones y que las contagia. Me gusta escuchar eso porque es precisamente lo que pretendo. Soy así y me gusta ser así. 

Ha pasado la primera semana desde que empecé con todo esto. Y parece que mi cuerpo se ha puesto de acuerdo para hacermelo un poquito más difícil de lo que podía ser. 38,5º. Fiebre. ¿Tenía que tener fiebre en mi tercer día de trabajo? Nadie dijo que esto fuera a ser fácil. Se que tengo 26 años y que cualquiera me diria aquello de "yo a tu edad ya llevaba muchos años trabajando", pero las cosas van así. Mi vida ha ido así y hasta ahora no había llegado el momento. Pero ha llegado. 

Podría describir la primera mañana que sonó mi desperador a las 8:30 habiendo pasado mi primera noche en Lloret. Podría decir que los nervios se me iban a salir por los ojos y que la incertidumbre de lo desconocido me iba a matar el estómago pero también podría describiros cómo me miré al espejo y me dije: "Clara, tú puedes". Creo que siempre recordaré el instante en que llegué al CAP y me dijeron que tenía un paciente. Mi primer paciente como odontóloga en el ambulatorio. Manuel se llamaba y tenía que sacarle una muela. Sus nervios eran comparables a los míos. O eso parecía. Peró fué sentarme en mi silla, mirarle, sonreírle y ambos supimos que en ese momento todo iba a salir bien. Y así fue. 
Se que se sintió bien y percibió mi magnetismo y mis buenas vibraciones porque al irse me agradeció infinitamente que aquello que suponía que iba a ser un rato tremendamente traumático, le había ayudado a entender que hay dentistas que logran ver algo más allá de una boca y unos dientes. Detrás de todo eso, también hay una persona.

Y aquella mañana, aquel hombre de 68 años, Manuel, con su pelo canoso, su expresión temblorosa y sus ojos de miedo al dentista, sin él saberlo, había abierto la veda. Mi veda al mundo laboral.

jueves, 2 de enero de 2014

2014.

Estos últimos meses han sido una revelación para mi. Como un vuelco a mi vida. Una horneada a fuego lento del pastel principal. Un cambio radical frente a un espejo lleno de bombillas. De esos largos espacios de tiempo que pasan en un suspiro. Subir a una montaña, inhalar todo el aire que se pueda y soltarlo lentamente. Sin ahogo pero con ese nosequé que hace despertar las ganas de despegar. 
Así ha sido. 
De ahí mis silencios por aquí. Porque me he dedicado a vivir más que a escribir. He abandonado completamente estos posts. Pero tranquilos, que no he muerto. No ha sido sólo aquí. He disminuido la frecuencia en las redes sociales y he optado por tomarme hasta el último sorbo de cada momento. Seguir aprendiendo y conociendo todo lo que, aún, parecía desconocido para mi. De esas cosas que nos creemos unos sabelotodos pero que en realidad no conocemos ni la mitad. Y dejarse llevar por un yo interno, que aunque en algunas ocasiones parezca de lo más incongruente, es el que me hace disfrutar de las pequeñas y grandes cosas.

Y ahora, me encuentro aquí, con un año nuevo que ya ha empezado casi sin avisar. Porque señores, el dosmilcatorce ya ha llegado. Y arranco con unas fuerzas infinitas. Fuerzas exageradas combinadas con ese miedo incontrolable que decide salir cual mariposas revoloteando desde el fondo del estómago. 
Un lugar nuevo, una casa nueva y un cuento nuevo. Una historia que quizás pueda ir explicando o quizás me la guarde para mi. Con un inicio inquietante y desconocido, un pronóstico de desarrollo emocionante y sin final esperable. 

Marta siempre me recuerda que sirvo para esto. Que estudié lo que quería estudiar y gracias a eso, hoy soy lo que quiero ser. O voy a serlo. Que la sensación de miedo es totalmente normal y necesaria en este momento pero que, de aquí a un tiempo, cuando menos me lo espere me va a parecer de lo más graciosa. Debo confiar en mi y en mi capacidad por hacer las cosas. Voy a hacerlo bien. 
¿Y es que sabéis qué?
Si el pasado año fue uno de los más complicados para mucha gente, voy a poner toda mi energía para que este 2014 sea, sin duda, mi año. 

#felizañonuevoseñores
 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Tazas calientes.

Locuras que te sirven para vivir experiencias. O de cómo mantener conversaciones acompañadas de una taza de chocolate con avellanas por primera vez. Y eso, que l@s pelirroj@s dicen que dan mala suerte. Siempre me habían dicho que la puntualidad para los franceses es básica. Conociendo a desconocidos.

Frases random para recordar que una vez, yo estuve ahí.


martes, 2 de abril de 2013

Rice.

Hay días en que desconectas totalmente. Te pones a prueba. Un comentario días antes sobre una cama deshecha, te reta contigo misma. Y te preguntas si los espacios que ocupas son los que quieres ocupar, cómo quieres ocuparlos y de qué manera. 

Te encanta confirmar que tenías razón. Estabas en lo cierto. Las sonrisas compartidas te han proporcionado una relación innata. Pero la dependencia es relativa. No significa necesidad. Ni mucho menos. Te sorprende la capacidad que tienes de acostumbrarte a los solemnes buenos días matutinos o los clicks de las noches. Sabes que todo le marcha bien y que la desconexión a veces va estupendamente. Ahora mismo, no te hace falta más. 

No te abruma la idea de la distancia ni de la falta de recuerdo. Buscas otras formas de comunicación. Y es que entre líneas, todo se entiende. Los guiños compartidos son los que transmiten la complicidad que te hace falta. Pero no necesitas rellenar espacios vacíos porque no los hay. Eres como eres, con tus puntos fuertes y tus puntos débiles pero ahora mismo, en esta etapa, no hay espacios. Estás llena y rebosa. El arroz no se te va a pasar. Y si se pasa, ya cocinarás más. 


miércoles, 16 de enero de 2013

Largas historias de principio de semana para no dormir. Y otros cuentos.

Lo que no me pase a mi, no le pasa a nadie. O eso siempre dice mi amiga la rubiah' cada vez que le cuento alguna de mis peripecias de mi día a día. Pero, de verdad, en realidad, mis días por lo general, son de lo más aburridos, de lo más mundanos, totalmente tranquilos y rutinarios. De casa a la clínica, de la clínica a casa y así 3,3333 periódico.
Vale, eso por lo general. Sí. Ok. Pero ya el domingo, al mirar el calendario de la pantalla reluciente de mi ipad a las 12 de la noche, se escuchaba a gritos que esta iba a ser una semana en que me tendría que poner el cartel de COMPLETO en la frente. 

Los lunes siempre están repletos de pacientes, de 8 a 8 de la tarde y aunque mantenerme ocupada entre dientes y conversaciones de lo más encantadoras con abuelitos no está mal, empezar la semana así debería ser un crimen. No por los abuelos, sino por las 12 horas que tengo que echarme a mis espaldas cada inicio de semana. Y si a eso le sumas tener un compañero de trabajo que de tan perfeccionista que dice que es, decir que las hormigas en invierno trabajan más rápido que él, es decir poco. 
Pero claro, si con el lunes no había tenido suficiente, el martes no sería menos. Urgencias. Ese servicio de la clínica odontológica que es como un cupón de lotería de navidad. Te puede tocar o no. Hay días en los que los pacientes brillan por su ausencia y puedes tomarte incluso 4 tes de la maquina y comerte una caja entera de Donettes, y otros en los que a todas las prótesis de los pacientes, les da por romperse. Pues sí, el martes fue un día de esos. Pero un chocolate a media tarde, con su aroma a avellanas y canela, iba a solucionarme el día. Nada iba a cruzar mi día. 
Chupar con toda la delicia del mundo la cuchara repleta de la nata cremosa que flota en la taza del Starbucks, mientras espero a la que sería una sorprendente compañía con una conversación de lo mejorcito, era un placer que en ese momento, me iba a permitir. Que te hablen de mil cosas y encima te escuchen, hoy en día, no es nada fácil. Seguro que habrían más chocolates con avellanas y nata. Un placer.
Y al llegar la noche, una vez más, las empanadas de Marta, volvieron a ser todo un éxito. Y es que, esa cena no era cualquier cosa. Era la Última Cena. Y allí, entre tanto estrés, tanto compromiso, tantas tareas aún pendientes, parecía que nadie se había dado cuenta. Y que yo, era la única. Vamos, yo y Marta, está claro. Marta sabía que aquello era como una especie de "hasta luego" o un "hasta la vista". Solo me quedaba confiar en que todo iba a ir bien. Eso, y dormir. Y dormí. Sí. Profundamente. Supongo que tanta tensión contenida acaba cansando. 

El miércoles empezó antes de lo que debería, entre frío, nieve en las alturas y viento. Mucho viento. Tanto viento que era casi imposible caminar por Bellvitge. Suena la radio en el despertador. Buenos días sin media sonrisa. Cómo no. Silencio. Silencio. Silencio. Supongo que las mañanas nunca traen el buen humor a nadie. Y de repente, un tweet en los altavoces despertó esa media sonrisa buscada. Con aquello, ya podía estar satisfecha para el resto de la semana.
Ese día había turno de tarde. Recibir un regalito de alguno de mis pacientes es toda una motivación para mi. Es el agradecimiento de mi trabajo. Te alegra increiblemente :)

¿Y es que, sabéis qué? Adoro lo que hago.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Curiosidades que matan.

Marta los había conocido en un momento, por lo menos, divertido. Vestida de rojos y con un corazón en sus manos, conversaba a la suave luz del gintonic. La curiosidad empapó el ambiente, las miradas se cruzaron, y lo amable llevó a lo divertido y lo divertido a lo complaciente. 

La mente era como la suya, abierta, madura, de gran espectro, despejada y libre. Sin prejuicios y totalmente sensata y clara. O eso parecía. Lo había pasado bien. Amistades pasadas, conocidos de nuevo y patatas bravas con vodka a las 4 de la mañana. Y sobretodo, morbo. Y atracción. Mucha atracción. 

Y el rato pasó, y la noche, y los días y el juego parecía haberse apoderado de la situación. Abierta a nuevas experiencias y a matar curiosidades varias, pensaba que seguir el hilo daría una complicidad totalmente amistosa. Poco a poco, le pareció oír. Poco a poco le dijeron. Poco a poco, tenía que ir la historia. Sin forzar, sin preparar, totalmente espontáneo. Los curiosos como Marta es lo que tienen, de repente se encuentran en instantes de lo más extraños, en lugares de lo más singulares y compartiendo mesa y libros con dos conocidamente desconocidos que preparaban te y desayunaban muffins de chocolate rellenos de yogurt de buena mañana.

Y esa vez, había estado bien. Con toques graciosos, eso sí. No podía ser de otra forma. Las primeras veces siempre deben ser así. Y aunque Marta no estaba totalmente concienciada, se sintió cómoda. A gusto. Habían aceptado la negativa y las medias seguían en su lugar. Mientras el agua caliente caía sobre sus hombros, era imposible abandonar el shock que le invadía la mente. Y después de un "mañana más", se fue. Todo aquello había sido muy nuevo para ella. Y tenía ganas de más.


Y el mañana, jamás llegó. Confiaba que no habían habido problemas. Que lo que ella había hablado, estaba claro, que no habían habido malos entendidos ni recelos de por medio. Ni dudas, ni celos, ni pensamientos equívocos. Sin problemas. Y que si los había habido, que fueran igual de claros que ella era. Que se lo dijeran, que se lo contaran y tan amigos. Pero no, lo mejor fue tratarla como si no estuviera, no hablarle, no preguntarle, no hacerle partícipe de lo que había pasado. Ignorarla. Si habían habido jaleos, confusiones o mosqueos, no importaba. Iba a entenderlo. Un "no ha pasado nada", en ese momento, no colaba. Para nada. Eran personas distintas a las del día anterior. Nada que ver. Absolutamente nada. Calladas. Austeras, serias y totalmente moderadas. Ni intercambio de miradas, ni complicidad. Nudo en la garganta. 

Le habían hecho pasar uno de los peores ratos en mucho tiempo. Y no se merecía algo así. Marta va de buenas, es mucho mejor que todo eso. Y pasa por esa situación una vez. No más. El truco está en la palabra. Hablar. Compartir conversaciones. La claridad y la transparencia, sin duda, son la clave. ¿Pero es que sabéis qué? Al fin y al cabo, ellos se lo perdían.

martes, 4 de septiembre de 2012

Noches de escándalo. #holidayspartII

Bilbao. El norte huele a cantábrico, el aroma de aire fresco que siempre invade todos mis sentidos cuando voy hasta allí. Y esta vez no iba a ser menos. Días de tranquilidad, paseos, comidas, cenas, ratos de sofá y dormir, dormir mucho. Con Jr, siempre se está estupendo. Pero este año...este año iba a presenciar, las Aste Nagusia 2012! Vamos, la fiestas mayores de Bilbao. 
Muchos conocidos me habían hablado de ellas, pero de todas las veces que había subido al País Vasco, jamás coincidían fechas.

La noche empezó de la forma más placentera posible. Un bocadillo de chorizo bilbaíno iba a preparar la que yo creía que sería una corta noche de un par de horas hasta ver los fuegos artificiales.
Tengo que decir que los bilbotarras no beben en vasos normales. Ya lo dicen, los vascos son unos exagerados y como tal, vasos de medio litro. Toma ya. Sorprendentemente, el primer Kalimotxo (sí, con k y tx), me sentó de maravilla. Al pan del bocadillo, con ese chorizo, le iba muy bien. Todo para dentro! Y cuando me daba cuenta, el vaso volvía a estar lleno. Señores, a verrrr... Que yo no se cual es mi límite.... Cuidadín! 
Y tras finalizar la fabulosa cena, nos despedimos de las chicas con las que compartíamos el rato y nos fuimos a buscar a un par de ya conocidos para mi. ¿Conocidos? Vale, sí, solo de oído. Y de repente, fue verlos, intercambiar unas pocas palabras y sentirse como en casa. Increíble. Unirse a ellos fue una de las mejores cosas que hice en esa noche y Joserra, ya lo sabía. Me dejaba en buenas manos. Fue una noche increíble. 

Y así..., descubrir cómo dos muletas son capaces de ser la mejor silla de descanso en medio del un tumulto extasiado de fiestas. Y sorprenderme una vez más, viendo en alguien que no soy yo, que la fuerza interior hace maravillas. Con las ganas y el querer vivir, se va a cualquier sitio. Te lo digo yo, que de eso, se un pelín. 


Decir que tipos de ese calibre, no se conocen así como así; de esos que en un santiamén pueden nombrarte Diosa del Olimpo y de repente hacerte sentir como si los conocieras de toda la vida. Contarte que esquiar es una aventura al alcance de cualquiera; que si yo quiero, se me pueden hacer unas estupendas y cómodas botas a medida. Explicarme que son capaces de tomar un café, y al día siguiente estar viajando a NY, así, sin meditar. Improvisando. 
Me gusta esta gente. Sin prejuicios, espontánea, muy simpática, abierta y sonriente.

Intentos de boas fucsia al cuello, de sombreros brillantes, risas a tutiplén, fotos prohibidas, conversaciones de lo más excitantes y secretos inconfesables cual más emocionante mejor, se disfrutaron con varios gintonics que caían del cielo.....momentos que crearon una noche que duró hasta la salida del sol. 
Bueno, la salida del sol y mas allá. Porque sólo un par como ese, por muy perjudicada que estés a las 7 de la mañana, es bastante difícil que lleven a una desconocida a casa, te metan en una cama y te preparen el desayuno a las 12 de la mañana.


Y no, no se dónde está mi límite. Pero.....¿Alguna vez lo he tenido?



PD. Os espero pacientemente impacientemente para hacernos de guía por la ciudad.
 Así que ya estáis organizando una repentina salida a Barcelona.

viernes, 2 de marzo de 2012

#momentosenvidiables.

Me encanta esta ciudad. Tiene un no se qué especial.
Sentada en una terracita del café del parque frente al emblemático museo del Guggenheim, me dispongo a pasar la mañana del día de hoy. Una palmera y una coca cola, con su hielo y su rajita de medio limón me acompañan; todo bajo un sol que encaudilaría a cualquiera. Este es uno de esos momentos que yo pondría en mi lista de #momentosenvidiables. Sin ninguna duda.

Mi amiga Elena siempre dice que estos momentos son muy propios de mi; esos momentitos que al parecer no tienen nada de especial pero que se convierten en toda una maravilla; en caviar del bueno para los que saben degustarlo. Suena de fondo la grave voz de Sinatra, con su Fly me to the moon y me da una BSO magnífica para este instante.
No me gusta estar sola, nunca me ha gustado. Supongo que la soledad me agobia pero con el tiempo, he ido aprendiendo a disfrutar de ella y de estos momentos en solitario, sólo para mi. Y me fascinan. Sin plan, sin objetivo ni finalidad, sin reloj en la muñeca y sin necesidad de medir el tiempo a cada segundo. Disfrute máximo conmigo misma, un desayuno, el sol y un paseo entre callejones escondidos o terrazas con paisajes de lo más agradables. Y algún que otro aparatejo para fotografiar el instante. Dicen que momentos como este no es necesario retratarlos para recordarlos pero a mi me encanta hacerlo; creo que en una imagen se guarda las esencias y las sensaciones vividas en el momento y sitio donde hiciste la foto.

Así que os voy a dejar un poquito de mi, de la esencia de este momento que estoy viviendo mientras leo un buen libro y escribo estas líneas desde la bonita ciudad del norte llamada Bilbao.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Barcelona huele a Navidad.

Vamos a levantarnos un día de puente, le dije a Marta.
Hacía frío y amanecía algo nublado pero con ganas de brillar el sol. Me apetecía ir a pasear por la ciudad. Sí, yo sola. Tampoco necesito a nadie para recorrer mis ya conocidas calles de Barcelona. Pero siempre hay alguien que se apunta. Me encanta.

La ciudad estaba magnífica. Mucho ambiente navideño, mucho gentío, muchas idas y venidas y muy buena atmósfera. Todas las diminutas y escondidas tiendas de las calles del gótico medieval despiertan en mi gran curiosidad. Desde vestidos de los más inverosímiles hasta pomos de puertas de mil colores y formas. Ahí sí que puedes encontrar muchíssimas maneras de abrir puertas. Magnífico. Luces tenues, leves y sutiles que proporcionan un entorno muy acogedor. Me gustan esas tiendas. Banys nous, carrer de la boquería, carrer del call o plaça de Santa Maria del pi. Calles con encanto.

Y encontrarme casi por casualidad con un par de conocidos y enseñarles la ciudad con mis ojos. Mostrarles que una jabonería al lado de Sant Felip Neri puede proporcionarte olores de ensueño de la forma más especial, que la plaza es un secreto escondido y que adentrárse entre el barullo de la rambla te muestra un increíble rojo pasión con sus flores de pascua de estas fechaso. Y luego, caminar y compartir un chocolate a la taza en una muy buena compañía, buena conversación y complicidad absoluta. 

Pero ahí no acababa el día, aún me quedaba descubrir lugares nuevos. Y quién mejor para mostrármelos que el mejor guía de la ciudad que jamás he conocido. Lo curioso es que él no es de aquí pero te quedas boquiabierta cuando te lleva y te cuenta todo acerca de Barcelona. Una vinoteca. Creo que nunca había estado en una vinoteca. Zona d'Ombra. Así se llamaba. Ubicada en el carrer Sant domènec del call, 12. casualmente cerca de la tetería de la que ya os he hablado en otras ocasiones. 

Tanta cantidad de vinos que ni siquiera me dio tiempo a memorizar un par de nombres. Pero mi inigualable compañía parecía ser todo un experto en enología. Inigualable. Y caminar hasta el born, y perdernos buscando un lugar para cenar. Y una vez más la sorpresa fue mía al toparnos con el carrer de les Ases. Un Bar de tapas de lo más original. Una vez más, me sorprendo de  sitios escondidos. Gavinet. Nos ofrece una gran variedad de tapas, ensaladas, embutidos y tablas de quesos de primerísima calidad, todo acompañado de los mejores vinos catalanes. 

Y así acababa mi espléndido día, mi ruta de nuevos descubrimientos, en la mejor compañía posible y de la mejor forma. Creo que la próxima vez le diré a Marta que me acompañe, a ver si así, ella también se enamora de la ciudad como yo.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Cuando unas galletas de chocolate te hacen pasar una estupenda tarde.

Subes a un bus que supones que te va a llevar a un lugar donde has estado antes pero que siempre has llegado en transporte particular y con poca luz del día. Digo supones porque ir hasta esa parte de la ciudad siempre es todo una odisea. Nunca sabes si es para una dirección o para la otra y teniendo en cuenta que mi orientación para recorrerme la ciudad por lugares parcialmente desconocidos es nula, decidí subirme en la parada que iniciaba la linea de bus para así no perderme.

Después de ir mirando los nombres de cada parada me dije, "me voy a equivocar seguro" y me bajé basándome en la improvisación de mis recuerdos. Llamas al timbre de un portal y te responde una voz familiar pero que nunca habías conocido. Le dices: "soy Clara". Te abre. No sabes cómo es, ni cómo va a mirarte, ni que va a pensar de esta chiquilla de 24 años. Subes en el ascensor y la puerta está abierta. Te estaban esperando. Y como si de una cariñosa y simpática abuela se tratara te invita a pasar. Dejas tus cosas en un sofá y asintiendo a todo lo que te dice, te sientas en una de las sillas de la cocina. Son las 7 de la tarde, hora de la merienda y te dice que si quieres unas galletas de chocolate y un zumo de frutas. Increíble. Te sientes como una nieta más una tarde de otoño que vuelve del cole. 

Mientras meriendas, se sienta frente a ti y como si te conociera de toda la vida, te habla de la forma más cercana y especial que puedas imaginar. Entonces es cuando piensas que esta mujer no es muy distinta a ti, que verdaderamente hay personas que ven la vida como yo la veo, que hace las cosas porque sí y que no hace preguntas excesivamente comprometidas. Acabamos hablando de bufandas, de ganchillo, de accidentes de la vida, de lo maduras que son las personas y de los años que pasan; de divorcios tortuosos, de hijos imbéciles y de la adoración a los nietos; de la barra de marcadores del explorador, de twitter, de facebook y de qué es un post. Y todo con un tono de lo más jovial, juvenil y sin tapujos. 
De repente me confiesa que ha leído poco de este blog pero que es  una gran fan y me hace prometer que seguiré desarrollando mi capacidad para escribir la cotidianidad. 

Solo puedo decir que es un encanto de persona y que ojalá cuando mis pocos 24 años lleguen a más del doble, sea así de genial, capaz de gritarme mientras busco una dirección en el google maps y desorientarme con indicaciones absurdas al teléfono. 

lunes, 10 de octubre de 2011

De cenas improvisadas a películas gore y el arte de ser encantador.

Esta mañana, mientras estaba en mi puesto de trabajo, concentrada en hacer las cosas bien, me pareció oír una voz que decía: Solo de Loewe. Me sorprendió. ¿Qué hacían hablando precisamente de ese perfume, a esas horas de la mañana y con esta entonación tan singular? Seguí en silencio y escuchando la conversación. El olor me vino a la mente y no pude evitar sonreír y acordarme de la noche del viernes. De repente, alcé la mirada y les dije, "una vez alguien dijo que con esa colonia, un hombre ligaba seguro." 
Mi compañera de trabajo me ha echado una mirada furtiva intentando descubrir si tras mi frase se escondía algún mensaje. Pero no. Yo ya estaba pensando en la gran velada del viernes.

Todo empezó con una llamada a lo desesperado. Mi móvil hacía rato que se estaba quejando. Low battery. Y yo no me acordaba de la calle y del número a dónde tenía que ir. Al final, lo hice. Esa ha sido la primera vez que he cogido un taxi en Barcelona. Sí, ya ves, como te lo digo. Curioso. Tras dar una cantidad que me pareció excesiva al taxista por los 5 minutos de trayecto, llegué. Subí y como es habitual en mi cuando me lo permiten, yo, cómo en casa. Me metí en la ducha de un baño ajeno mientras fuera oía conversaciones amistosas acompañadas de una copa de vino. Como si tal cosa. 
Esa noche iba a ser una cena más de todas las #cenas4sq, solo que esta vez iba a ser algo diferente y pintaba muy curiosa. Y de 4sq nada. Después de que uno de los asistentes cancelara, había que improvisar. Y esta vez, tenía un as escondido bajo la manga, mi amiga Ainara. Ya se sabe que a mi me encanta aventurear y a veces, incitar y hacer sonreír a Ainara, cuesta más de lo que me gustaría. Pero se había animado. Pensé, ¡estupendoh'!.
Después de mis indicaciones absurdas y de demostrar que mi orientación es nula, una moto tuvo que ir en busca de un coche blanco entre los callejones de la parte alta de la ciudad. 

La verdad, no esperaba nada de esa noche, pero si conseguía que ella bebiera su primera cerveza y se sintiera cómoda, la noche, prometía muchas risas. Y así fue. Un restaurante arrinconado en una esquina, una terracita muy agradable y mucho don en el arte de colarse en los restaurantes crearon el ambiente adecuado para mezclar producciones de películas gore, autopsias, Badoo, carreras de coches, matrimonios, divorcios, relaciones a distancia, la sosería, abogacía, los espacios necesarios para las personas, dientes, motos, rubias, morenas, chistes y un sinfín de temas que a primera vista no pegan ni con superglu. Pero ahí estábamos, cuatro individuos, charlando, riendo y disfrutando de la velada. 

Y una vez mas, me di cuenta que sólo personas como ellos pueden hacer que un Gin tonic enganche y entusiasme tantísimo. Y es que ellos fueron los que una vez me enseñaron la ciencia de las copas globo. Ellos me iniciaron y las manos del barman italiano me mostraron todas sus variedades. Lo habíamos pasado bien y sin duda, cuando se pudiera, íbamos a repetir.


Ya es que ya lo dicen, los Gin Tonics enamoran, tienen algo especial, pero lo importante es con quién te los tomes.

viernes, 19 de agosto de 2011

Esto merece algo especial.

Tengo que decir que nunca había seguido un blog tan de cerca. No al menos durante más de 3 días seguidos. Y no, no soy de las que tienen RSS y por lo tanto no me llegan avisos a mi correo anunciándome de nuevas actualizaciones. Soy más de F5. Y de tener una especie de rutina diaria antes de ir a la cama. Eso es lo bueno de no seguir muchos weblogs, que puedes hacer repaso rápido sin emplear excesivo tiempo.
Por cosas de la vida y mis inquietudes de curiosa, hace unos meses descubrí uno que me llamó la atención. Vale, tengo que reconocer que no me impresionó por la forma que tenía de escribir, ni tampoco por lo que a primera vista decía, sino que fueron las ganas que ponía en contar las cosas y por la razón y finalidad que tenía en ello. Querer compartirlo es estupendo. 

Empecé leyendo acerca de su viaje en el 2010, 14.000 kilómetros en 25 días habiendo recorrido 16 países en solitario. Cabo norte era el destino. Seh, me impresionó, sentí curiosidad y verdadero interés por conocer a la persona que se escondía detrás de ese casco que había llegado tan lejos. Eso sí, todo lo que leía estaba en pasado. Pero este verano había una nueva ruta que hacer, #larutadeoriente y ya que me consideraba una principiante pero buena seguidora, iba a tener el privilegio de seguir los preparativos previos, el viaje día a día y el destino ansiado. Y todas las aventurillas, pequeñas y grandes peripecias que  ello comportaba. Y lo he hecho. 

Hace unos minutos he podido ver que después de 11 largas y duras jornadas, ha llegado al destino esperado, Estambul. ¡Casi lloro de la emoción señores! ¿Y ahora qué?, pues ahora, la vuelta. Casi toda persona que disfruta con grandes trayectos en moto te dirá (y voy a mencionar la cita que encabeza su blog) que lo importante no es el destino, sino el camino. Y yo, habiendo podido seguir el día a día de este último viaje, ahora lo he entendido. Así que os invito una vez más a todos aquellos interesados en los grandes viajes en caballos de dos ruedas, que visitéis esta bitácora llena de preparativos y aventuras; The Long Way North. 

Lo mejor de todo, que lo cuenta en primera persona y eso, ya lo hagas mejor o peor, siempre te da puntos extra. Y si además lo acompañas de fotos impresionantes de todos los parajes recorridos, mejor que mejor. 
Con el tiempo me he dado cuenta que además de ser un excelente fotógrafo, ha evolucionado en todos sus viajes así como en la redacción de ellos.

Siempre he dicho que en este mundo hay dos tipos de post, los que al final del texto me ponen la piel de gallina y los que no. Y sin duda, sólo de imaginar la aventura del viaje que cuenta, ya te estremeces de emoción. Ahora que ha llegado al final, solo le queda volver. 
Ah sí, pero antes, como todo buen motero, comprar la pegatina de su destino.

¡Mis más sinceras felicitaciones por su gran andanza!

domingo, 24 de abril de 2011

#elchiste.

Vale, ok, esto va a ser corto.
Estos días mi casa de Molins parece un chiste.
Veréis.
"Esto es un mexicano, una catalana, y un valenciano ....."
Sí, sí, ya se...no os resulta gracioso, pero a mi me lo parece. Esto de que en esta casa estén conviviendo 2 mexicanos, 2 catalanas y un valenciano y que a pesar de discutir acerca de cómo mata Sant Jordi al dragón; a pesar de decirle directamente y sin contemplaciones a un valenciano que su forma de hablar no es un idioma y que me suena feo; y a pesar de llevar a un mexicano durante 7 horas al museo de la ciencia y no morir en el intento.... parece que aquí hay calma, buen ambiente y buenas conversaciones. Sonrisas, risas, silencios, películas que gustan y programas que nos parecen graciosos (porque sí, después de no se ni cuánto tiempo ya, en Molins, vuelve a verse la tele. Curiosamente, ahora que Aaron venía, a alguien se le ocurrió comprar una de esas antenas portátiles. Y sí, la tele volvió. Eso sí, sin antena3 y sin tele5. Lista de canales televisivos que muchos querrían en sus casas. Sobretodo mi tío. Pero claro, a mi tía no creo que le hiciera mucha gracia. La tele sin t5, no es la tele.)

En fin, que están siendo buenos días, que del jetlag ya ni me acuerdo, que los paseos por la Barcelona que a mi me gusta están siendo estupendos. Enseñar Barcelona a mi manera a alguien que no conoce esta ciudad, creo que no se me da nada mal. Ya se sabe por aquí que tengo una extraña adoración por el gótico, el born y el raval. Y nada como transmitirlo.

¿Y sabéis lo mejor de todo?
Que momentos como todos estos, no me los quita nadie. Nada como hablar en catalán durante más de 15 minutos con un indio, casado con una catalana mientras haces cola para entrar al museo con un mexicano. Nada como dormir una siesta al sol en los bancos de la Plaça de la ciència, dentro de un museo, con Aaron pegado a mi cabeza y roncando como un machote. Nada como llegar a casa y encontrarme a Montserrat y Jaume en plena partida de monopoly con mis primos (partida que yo llevo atrasando desde tiempos inmemoriales).

Jaume mola.
Montserrat obviamente mola.
Gera mas.
Y Aaron...., bueno, Aaron es el amigo de Gera más chido. Creo que hoy ha sido el día que más tiempo he pasado con él desde que nos conocemos y no ha ido tan mal. Al menos, aún no está llorando. Y sabéis qué.... creo que voy a presentarle a Marta, que por cierto, hace días que no me llama.

martes, 29 de marzo de 2011

Visual.

No soy muy aficionada a explicar mis pequeñas/grandes rutas, porque para eso ya tenemos a otros que las cuentan estupendamente.
Lo mío es más eso de escribir acerca de Marta, del sinsentido, de las quejas diarias, de las experiencias cotidianas y de los pensamientos internos. A pesar de eso, a veces hago alguna excepción, como el primer lunes de marzo que me brindó un estupendo día barcelonés. Plasmé el recorrido y ahora quiero hacerlo visual.
Ahí va.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Sorpresa revolucionaria.

Y mira que yo me pensaba que mi profesor de prácticas de cirugía no se enteraba de nada.... y mira por dónde, hoy, casi le ha faltado hacer un meeting. Que le das la mano, le tiras un poquito de la lengua y lo suelta todo. Menudo líder revolucionario de masas, señores. Si es que ya lo decían hace más de una década..., que los odontólogos, al final, no nos comeríamos un colín.
Me proclamo, odontóloga rebelde sin causa. O con causa. Ya ni se.

martes, 14 de septiembre de 2010

Enamoradiza.

De nuevo por la Plaça Sant Felip Neri.
Todos sabéis que me encanta. Ya lo he dicho alguna que otra vez. Ésta plaza, desde el día que la descubrí, me cautivó.

Y es que Barcelona esconde en pleno Barri Gòtic un espacio donde todo, absolutamente todo, se detiene en una milésima de segundo infinita. Un instante donde el sonido de los coches, las voces de la gente o el viento no se atreven a perturbar ese momento.
La plaza Sant Felip Neri es un sitio imposible en Barcelona, un lugar que se antoja de cuento de hadas en una ciudad de 1,6 millones de personas ajetreadas por el estrés del trabajo y de sus vidas. Aquí trasciende el espacio terrenal y se detiene el tiempo, siglos de historia inexorables.

Con sus cicatrices te lleva al momento que los impactos de metralla por la Guerra Civil Española perforaron las paredes de la iglesia o a los susurros de las victimas de los fusilamientos, cuando las fuerzas profranquistas tomaron Barcelona.
Y si indagas un poquito, hasta puedes llegar a la edad medieval, entre nobles. La plaza escondida ocupa los terrenos del antiguo cementerio medieval además de los antiguos gremios de caldereros y zapateros.

Magnífico. Magnífica.