Mostrando entradas con la etiqueta Locuras.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Locuras.. Mostrar todas las entradas

viernes, 15 de mayo de 2015

Mi esencia.

Hoy.
Y llegó el día. 
Siempre he sabido que este día llegaría de una forma u otra.
Tarde o temprano.
Porque mi esencia siempre va a estar ahí.
Porque mi piel, además de estar impregnada de ello, necesita una marca.

#Curiosa.

domingo, 6 de julio de 2014

Tocando los cojones. O algo. Con una flor en el culo.

Con 27 años, y tras un breve y corto trocito de mi vida, he podido llegar a la conclusión que existen 3 tipos de personas en este mundo; las que viven, las que mueren, y a las que les gusta tocar los cojones. A ese último grupo, sin duda, es al que yo pertenezco.

Cómo ya es sabido por todo el mundo, hace 15 años a mi inconsciencia juvenil le dio por hacer puenting sin cuerda y sobrevivir para contarlo. Y esas cosas. Con dos cojones. Todos los que me conocéis, habéis sido testigos de mi evolución, en grandes o pequeños fascículos. Pero para los que no hayáis tenido suficiente, tengo que deciros que el lunes pasado, volvió a repetirse algo muy similar; algo que una vez más, demuestra que los que tenemos la peor de las suertes, nacimos con una flor en el culo. O algo.

El día 30 de junio del 2014, ocurrió algo que si me hubieran filmado, bien sería propio de peli de acción. Morir era lo mínimo que podía pasarme. Sentir como el coche en el que vas montada revienta una rueda, empieza a dar vueltas de campana, choca contra el quitamiedos derribándolo y cae dos metros y medio estampándose contra un muro de hormigón, es propio de peli de Hollywood. En aquél momento, con el coche cabizbajo, mi cuerpo colgando del sillón y mil cristales rotos en pequeños trocitos sobre mi piel, di gracias a todos aquellos inventores del cinturón y de los airbags. Ellos me habían salvado la vida. 
Os prometo que no me esfuerzo en poner a prueba mi vida. En serio. Son cosas que me ocurren sin querer. Prometo que no pretendo demostrar que un humano puede ser igual que un gato. Lo de las 7 vidas, que se quede en 5. Lo prometo.

La chica de hierro. Eso fue lo primero que dijo la doctora que me atendió en una de las 5 ambulancias a pie de la autopista. Ella y las demás 20 personas que me miraban con los ojos como platos. A las ambulancias las acompañaban 3 furgonetas de mossos, 2 camiones de bomberos y un helicóptero que estaba en camino. Y yo allí, caminando sobre mi propio pie, con el coche de mi padre hecho una hamburguesa y como única preocupación que ningún diente se me hubiera roto. Vamos, que la había liado parda. De nuevo. Y sin quererlo.


Unos dicen que mi sangre fría hizo que saliera de ahí. Que a pesar de estar colgada del cinturón y con muchísima tierra en todos los orificios de mi cara, me pusiera a recoger y guardar todo lo que había dentro de mi bolso había sido una locura. Otros piensan que estoy zumbada por estando en esta situación, comprobar que mi ipad no había muerto. Pero qué queréis, podía ser una forma de comunicación teniendo en cuenta que el móvil estaba bajo cristales y piedras y sin cobertura!!! Estoy segura que si hubiera apretado al botón FOTO, en vez de sólo mirarme la cara con la cámara frontal de la pantalla del ipad, mi selfie accidente hubiera sido como mínimo, #trendingtopic.

Y sí, río. Sonrío. Porque una vez más, he podido morir en un abrir y cerrar de ojos. Y aquí sigo. Con la clavícula izquierda y el esternón fracturados. Y una cara llena de una gama colorida de azules, morados, amarillos, naranjas y rojos. Pero nada más. Al final, estas experiencias (por así llamarlo) hay que tomárselas con humor. Y sacarles el lado más positivo.

Lo mejor de todo es que este tipo de cosas posicionan a cada uno en su sitio y te ponen las prioridades donde tocan. Te tomas la vida con otra filosofía. Valoras un poco más el día a día. Vivirlo. Disfrutar de los detalles más pequeñitos. Preocuparte única y exclusivamente de ser feliz. Nada de dar demasiada importancia a cosas que al fin y al cabo, son minudeces.
Gracias a todos aquellos amigos, compañeros, familiares que se han preocupado, me han visitado y me siguen cuidando, preguntando… siguen siendo los mejores. 

A ellos y a mi familia les doy las mil gracias por haberme permitido, una vez más, detener unos breves momento de sus vidas, para dedicármelos, dejar que les toque un poquito más los cojones, y cuidar de mí.

Gracias.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Tazas calientes.

Locuras que te sirven para vivir experiencias. O de cómo mantener conversaciones acompañadas de una taza de chocolate con avellanas por primera vez. Y eso, que l@s pelirroj@s dicen que dan mala suerte. Siempre me habían dicho que la puntualidad para los franceses es básica. Conociendo a desconocidos.

Frases random para recordar que una vez, yo estuve ahí.


viernes, 25 de enero de 2013

Historias de medios a final de una semana de enero. Y otros muchos cuentos.

[[...ParteII...]]

Y el jueves, ¡uy el jueves! Que te venga un niño a las 12:30 de la mañana cuando ya tienes todo limpio, ordenado y con la chaqueta en la mano y te diga que tienes que sacarle dos muelas... ¿lo matarías o no lo matarías? Bien, respiras, coges aire, te sientas y lo haces con todo el cariño que puedes. 
Hora de comer. Compartiendo el rato con desconocidas conocidas. Bien. a gusto. Y luego..., café con la desaparecida en combate. Había que ponerse al día con entre cervezas cubata de media tarde y personajes altivos. Laurita siempre eclipsa. 
Pero al llegar la noche... al llegar la noche todo se vuelve como una novela casi de ciencia ficción. Sobretodo cuando cenas con amigos que tienen una gran lista echada a sus espaldas. Historias para no dormir. Os lo prometo. Incluso yo me estreso con tanto movimiento. Pero en pijama, el radiador encendido, una manta, el sofá y aventuras varias al lado de alguien que recibió su nombre gracias a la foto prestablecida de perfil de twitter, no puede ser de otra manera. A eso le llamo yo complicidad. Da gusto. Mil gracias por la cena y por la litera. Al final le voy a poner mi nombre.
Viernes. Te levantas. Estás en una casa ajena. Pones un pie en el suelo y das gracias a los calcetines que cogiste sin permiso la noche anterior del primer cajón de la cómoda de la habitación de al lado. Abres la nevera y bebes agua. Vas al baño, te lavas la cara y te viene el olorcillo a esa colonia tan reconocible que te despeja de un salto. Mientras te estás vistiendo te estás cagando en ti misma y en todo el que se tercie por no haberte sacado ya el carné de conducir. Volver a casa es toda una odisea desde la parte alta de Barcelona. Pero era viernes. Y hacía sol. Y tenía fiesta. Así que con mi mayor sonrisa, tiré de la puerta y me dispuse a cruzar toda la calle Marius. Tendría que coger un autobús, un metro y el tren. Lo que yo digo, de buena mañana, peor que Ulisses surcando los mares.
De repente, llegas a la parada del autobús y ves que falta 1 minuto para que pase el que tú necesitas. Y te dices: "¡Estupendo!, hoy estamos de suerte. Y al bajar en el destino solicitado, te das cuenta que un autobús más atrás es el que te lleva a la mismísima puerta de casa. Sin ninguna duda, ese era mi día. Ni andar, ni metro ni tren. Sólo bajar del autobús y 48 pasos desde la parada hasta casa. Yeah. Ni un minuto de espera. 

Compartir un viernes con Ainara, entre tiendas, McDonald's, risas, profundidades y deseos varios, no es cualquier cosa. Para nada. Y me encanta. Me encanta, me encanta y me encanta. Pero vaya, ese fanatismo extremo tan arraigado a mi por que a mis amigos les brillen los ojos de felicidad, merece otro espacio único. 
Y la noche, la noche prometía las tapas esperadas durante toda la semana en la emblematica cabaña del Parque de Cornellá de Llobregat entre amigos. Cochinillo para los mejores paladares. Salsa brava de lo más degustable. Todo acompañado de tres medianas que hicieron que tanto ajetreo de la semana, me mezclaran toquecito de ebriedad con cansancio extremo. A las 00:03, estaba metida en la cama. 

El sábado... el sábado sería la culminación de una semana de escándalo con su curso matutino y descubrimiento de un sitio más a sumar a mi lista de #lugaresconencanto. Pero ya si eso, os lo cuento luego, vale? ;)

miércoles, 16 de enero de 2013

Largas historias de principio de semana para no dormir. Y otros cuentos.

Lo que no me pase a mi, no le pasa a nadie. O eso siempre dice mi amiga la rubiah' cada vez que le cuento alguna de mis peripecias de mi día a día. Pero, de verdad, en realidad, mis días por lo general, son de lo más aburridos, de lo más mundanos, totalmente tranquilos y rutinarios. De casa a la clínica, de la clínica a casa y así 3,3333 periódico.
Vale, eso por lo general. Sí. Ok. Pero ya el domingo, al mirar el calendario de la pantalla reluciente de mi ipad a las 12 de la noche, se escuchaba a gritos que esta iba a ser una semana en que me tendría que poner el cartel de COMPLETO en la frente. 

Los lunes siempre están repletos de pacientes, de 8 a 8 de la tarde y aunque mantenerme ocupada entre dientes y conversaciones de lo más encantadoras con abuelitos no está mal, empezar la semana así debería ser un crimen. No por los abuelos, sino por las 12 horas que tengo que echarme a mis espaldas cada inicio de semana. Y si a eso le sumas tener un compañero de trabajo que de tan perfeccionista que dice que es, decir que las hormigas en invierno trabajan más rápido que él, es decir poco. 
Pero claro, si con el lunes no había tenido suficiente, el martes no sería menos. Urgencias. Ese servicio de la clínica odontológica que es como un cupón de lotería de navidad. Te puede tocar o no. Hay días en los que los pacientes brillan por su ausencia y puedes tomarte incluso 4 tes de la maquina y comerte una caja entera de Donettes, y otros en los que a todas las prótesis de los pacientes, les da por romperse. Pues sí, el martes fue un día de esos. Pero un chocolate a media tarde, con su aroma a avellanas y canela, iba a solucionarme el día. Nada iba a cruzar mi día. 
Chupar con toda la delicia del mundo la cuchara repleta de la nata cremosa que flota en la taza del Starbucks, mientras espero a la que sería una sorprendente compañía con una conversación de lo mejorcito, era un placer que en ese momento, me iba a permitir. Que te hablen de mil cosas y encima te escuchen, hoy en día, no es nada fácil. Seguro que habrían más chocolates con avellanas y nata. Un placer.
Y al llegar la noche, una vez más, las empanadas de Marta, volvieron a ser todo un éxito. Y es que, esa cena no era cualquier cosa. Era la Última Cena. Y allí, entre tanto estrés, tanto compromiso, tantas tareas aún pendientes, parecía que nadie se había dado cuenta. Y que yo, era la única. Vamos, yo y Marta, está claro. Marta sabía que aquello era como una especie de "hasta luego" o un "hasta la vista". Solo me quedaba confiar en que todo iba a ir bien. Eso, y dormir. Y dormí. Sí. Profundamente. Supongo que tanta tensión contenida acaba cansando. 

El miércoles empezó antes de lo que debería, entre frío, nieve en las alturas y viento. Mucho viento. Tanto viento que era casi imposible caminar por Bellvitge. Suena la radio en el despertador. Buenos días sin media sonrisa. Cómo no. Silencio. Silencio. Silencio. Supongo que las mañanas nunca traen el buen humor a nadie. Y de repente, un tweet en los altavoces despertó esa media sonrisa buscada. Con aquello, ya podía estar satisfecha para el resto de la semana.
Ese día había turno de tarde. Recibir un regalito de alguno de mis pacientes es toda una motivación para mi. Es el agradecimiento de mi trabajo. Te alegra increiblemente :)

¿Y es que, sabéis qué? Adoro lo que hago.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Buen momento.

Sentía como las gotas iban cayendo de forma casi resbaladiza cuello a través. Hacía calor. Mucho calor. Por dentro y por fuera. Y lo odiaba. Las medias oscuras le oprimían a mitad de muslo, ciñéndose bajo un bordado de lo más sexy. 
En ese momento podía sentirse como quisiera, hacer lo que quisiera, pensar lo que quisiera, incluso, decir lo que quisiera. En ese momento nadie iba a juzgarla por nada. Y eso, eso le encantaba. Hacer lo que a uno le plazca, traer a la realidad pensamientos de lo más inverosímiles no se puede hacer en cualquier situación. Ni con cualquier persona. Pero, casualmente, sentada en esa mesa de madera, mirando fijamente y con los ojos clavados al frente, Marta era lo más. Lo obsceno, oscuro e impetuoso iba a apoderarse de la situación. Liberada.
Aquello prometía. Y prometió. 

martes, 4 de septiembre de 2012

Noches de escándalo. #holidayspartII

Bilbao. El norte huele a cantábrico, el aroma de aire fresco que siempre invade todos mis sentidos cuando voy hasta allí. Y esta vez no iba a ser menos. Días de tranquilidad, paseos, comidas, cenas, ratos de sofá y dormir, dormir mucho. Con Jr, siempre se está estupendo. Pero este año...este año iba a presenciar, las Aste Nagusia 2012! Vamos, la fiestas mayores de Bilbao. 
Muchos conocidos me habían hablado de ellas, pero de todas las veces que había subido al País Vasco, jamás coincidían fechas.

La noche empezó de la forma más placentera posible. Un bocadillo de chorizo bilbaíno iba a preparar la que yo creía que sería una corta noche de un par de horas hasta ver los fuegos artificiales.
Tengo que decir que los bilbotarras no beben en vasos normales. Ya lo dicen, los vascos son unos exagerados y como tal, vasos de medio litro. Toma ya. Sorprendentemente, el primer Kalimotxo (sí, con k y tx), me sentó de maravilla. Al pan del bocadillo, con ese chorizo, le iba muy bien. Todo para dentro! Y cuando me daba cuenta, el vaso volvía a estar lleno. Señores, a verrrr... Que yo no se cual es mi límite.... Cuidadín! 
Y tras finalizar la fabulosa cena, nos despedimos de las chicas con las que compartíamos el rato y nos fuimos a buscar a un par de ya conocidos para mi. ¿Conocidos? Vale, sí, solo de oído. Y de repente, fue verlos, intercambiar unas pocas palabras y sentirse como en casa. Increíble. Unirse a ellos fue una de las mejores cosas que hice en esa noche y Joserra, ya lo sabía. Me dejaba en buenas manos. Fue una noche increíble. 

Y así..., descubrir cómo dos muletas son capaces de ser la mejor silla de descanso en medio del un tumulto extasiado de fiestas. Y sorprenderme una vez más, viendo en alguien que no soy yo, que la fuerza interior hace maravillas. Con las ganas y el querer vivir, se va a cualquier sitio. Te lo digo yo, que de eso, se un pelín. 


Decir que tipos de ese calibre, no se conocen así como así; de esos que en un santiamén pueden nombrarte Diosa del Olimpo y de repente hacerte sentir como si los conocieras de toda la vida. Contarte que esquiar es una aventura al alcance de cualquiera; que si yo quiero, se me pueden hacer unas estupendas y cómodas botas a medida. Explicarme que son capaces de tomar un café, y al día siguiente estar viajando a NY, así, sin meditar. Improvisando. 
Me gusta esta gente. Sin prejuicios, espontánea, muy simpática, abierta y sonriente.

Intentos de boas fucsia al cuello, de sombreros brillantes, risas a tutiplén, fotos prohibidas, conversaciones de lo más excitantes y secretos inconfesables cual más emocionante mejor, se disfrutaron con varios gintonics que caían del cielo.....momentos que crearon una noche que duró hasta la salida del sol. 
Bueno, la salida del sol y mas allá. Porque sólo un par como ese, por muy perjudicada que estés a las 7 de la mañana, es bastante difícil que lleven a una desconocida a casa, te metan en una cama y te preparen el desayuno a las 12 de la mañana.


Y no, no se dónde está mi límite. Pero.....¿Alguna vez lo he tenido?



PD. Os espero pacientemente impacientemente para hacernos de guía por la ciudad.
 Así que ya estáis organizando una repentina salida a Barcelona.

lunes, 20 de agosto de 2012

La H de la noche.

"Mira, tú llevas vestido, y yo no."
"¿Y qué?" -no lograba entender.-
"A veces llevo pantalones cortos de fútbol."
"Ahá."


Sí, me llamó la atención que dijera eso. Su hombro estaba al descubierto y la melena caía sobre él. Las luces se acompasaban con la estruendosa música del lugar.

Me sentía cómoda a pesar de ser la primera vez en mi vida que me encontraba en una situación como esa. El combinado azulado de la copa con un par de hielos de Blue Tropic con no se que más, hacía rato que había llegado a lo más profundo de mi ser, así que era completamente consciente de lo que estaba pasando. Sí, soy algo vulnerable al alcohol, admitámoslo. Es lo que tiene no beber asiduamente.

Me miró, se acercó a mi oreja y me dijo, ven. Me dió su mano y la seguí. Temblaba. Ese era uno de esos momentos en que no tienes ni la mas remota idea de qué va a ocurrir. Sonreír era la mejor opción. Quizás así escondería los nervios. Me daba miedo y a la vez me invadían mil emociones juntas. 
Nunca jamás me hubiera imaginado algo como aquello. De repente, tras un escalón, sentí la pared fría chocar contra mi espalda. Su dedo índice apartó el flequillo de mi cara, y tras clavar sus ojos en los míos, la humedad de sus labios envolvió el instante.

Asombrosamente, la salida de esa noche, se había convertido en una aventura de lo más sorprendente, altamente inesperada y muy, pero que muy estimulante.

jueves, 20 de octubre de 2011

Personas que sí y personas que no.

He aprendido 3 cosas:

- Que hay personas a las que no les gustan las sorpresas y que por mucho que se tenga la intención, es imposible arrancarles una sonrisa porque si.

- Que aunque mi orientación es nula, soy capaz de llegar sin apenas  indicaciones a donde me proponga. Los retos son lo mío.

- Que es muy difícil hacer entender a alguien que no logra considerar esa opción, que hay cosas que simplemente se hacen porque si. Sin objetivo ni finalidad. Improvisando y con la mejor de las intenciones. 

Marta siempre dice que, a pesar de no ser nada competitiva, yo me pico muy rápido, incluso conmigo misma, y que siempre acabo haciendo tonterías, pero tonterías de las buenas, ocurrentes, sorprendente y especiales. Y es que, ¿tan difícil es entender mi forma de ver la vida y de hacer las cosas? 

Hay una cosa que siempre digo y con la que Marta coincide conmigo, las pequeñas locuras son las que marcan la diferencia.

lunes, 10 de octubre de 2011

De cenas improvisadas a películas gore y el arte de ser encantador.

Esta mañana, mientras estaba en mi puesto de trabajo, concentrada en hacer las cosas bien, me pareció oír una voz que decía: Solo de Loewe. Me sorprendió. ¿Qué hacían hablando precisamente de ese perfume, a esas horas de la mañana y con esta entonación tan singular? Seguí en silencio y escuchando la conversación. El olor me vino a la mente y no pude evitar sonreír y acordarme de la noche del viernes. De repente, alcé la mirada y les dije, "una vez alguien dijo que con esa colonia, un hombre ligaba seguro." 
Mi compañera de trabajo me ha echado una mirada furtiva intentando descubrir si tras mi frase se escondía algún mensaje. Pero no. Yo ya estaba pensando en la gran velada del viernes.

Todo empezó con una llamada a lo desesperado. Mi móvil hacía rato que se estaba quejando. Low battery. Y yo no me acordaba de la calle y del número a dónde tenía que ir. Al final, lo hice. Esa ha sido la primera vez que he cogido un taxi en Barcelona. Sí, ya ves, como te lo digo. Curioso. Tras dar una cantidad que me pareció excesiva al taxista por los 5 minutos de trayecto, llegué. Subí y como es habitual en mi cuando me lo permiten, yo, cómo en casa. Me metí en la ducha de un baño ajeno mientras fuera oía conversaciones amistosas acompañadas de una copa de vino. Como si tal cosa. 
Esa noche iba a ser una cena más de todas las #cenas4sq, solo que esta vez iba a ser algo diferente y pintaba muy curiosa. Y de 4sq nada. Después de que uno de los asistentes cancelara, había que improvisar. Y esta vez, tenía un as escondido bajo la manga, mi amiga Ainara. Ya se sabe que a mi me encanta aventurear y a veces, incitar y hacer sonreír a Ainara, cuesta más de lo que me gustaría. Pero se había animado. Pensé, ¡estupendoh'!.
Después de mis indicaciones absurdas y de demostrar que mi orientación es nula, una moto tuvo que ir en busca de un coche blanco entre los callejones de la parte alta de la ciudad. 

La verdad, no esperaba nada de esa noche, pero si conseguía que ella bebiera su primera cerveza y se sintiera cómoda, la noche, prometía muchas risas. Y así fue. Un restaurante arrinconado en una esquina, una terracita muy agradable y mucho don en el arte de colarse en los restaurantes crearon el ambiente adecuado para mezclar producciones de películas gore, autopsias, Badoo, carreras de coches, matrimonios, divorcios, relaciones a distancia, la sosería, abogacía, los espacios necesarios para las personas, dientes, motos, rubias, morenas, chistes y un sinfín de temas que a primera vista no pegan ni con superglu. Pero ahí estábamos, cuatro individuos, charlando, riendo y disfrutando de la velada. 

Y una vez mas, me di cuenta que sólo personas como ellos pueden hacer que un Gin tonic enganche y entusiasme tantísimo. Y es que ellos fueron los que una vez me enseñaron la ciencia de las copas globo. Ellos me iniciaron y las manos del barman italiano me mostraron todas sus variedades. Lo habíamos pasado bien y sin duda, cuando se pudiera, íbamos a repetir.


Ya es que ya lo dicen, los Gin Tonics enamoran, tienen algo especial, pero lo importante es con quién te los tomes.

domingo, 10 de julio de 2011

Menuda mente la de Marta.

Caminaba por las iluminadas pero oscuras calles estrechas del gótico. Era tarde y en una de las esquinas sonaba una guitarra en su estilo más acústico, dando melodía al paseo entre amigos de esa noche. La conversación fluía, los silencios eran adecuados y parecía que lo común y cómodo iba a apoderarse de la situación. Todo correcto, a veces poca profundidad y otras lejos de lo superficial, el rato pasaba.
Es como uno de esos momentos que te parecen eternos en los que de repente no sabes qué decir, ni qué contestar porque lo único que se te antoja es el frío de esa pared. Y es entonces cuando te viene a la mente trocitos de instantes como este:

"Y cuando la penumbra se apoderó de la situación, esas paredes frías ansiaban su fuerza y su desgarro, y así sentir la inmensidad de ese deseo constante que posiblemente sólo era producto de su imaginación. Aquella esquina perdida entre rincones estaba a punto de observar las ganas de la noche, el deseo del pensamiento y los suspiros incontrolables que iban a salir de ahí. Y fue entonces cuando le miró, lo acercó a ese muro helado sin avisos ni pretensiones y le hizo partícipe del descontrol más ansioso jamás imaginado. Ahora, no iba a detenerse  y sin duda, las manos ajetreadas tenían una avance despiadado. Un encuentro fortuito, eternamente lento, rápidamente pasional y estrepitosamente sexual, había dominado su pensamiento. Pero él, jamás lo sabría."

Marta siempre dice que la mente, en ocasiones, puede asustar, así que reduzcamos todo al silencio y al dejarse llevar. 

viernes, 24 de junio de 2011

Control descontrolado. Déjate llevar.

Hacer las cosas como si no existiera un mañana, como si fueras a morir hoy, como si creyeras que nunca más pudieran volverse a repetir. Así me gusta vivirlo, sin control, sin relojes, sin prisa, sin tiempo ni espera, sólo en esencia, con total disfrute, ansia y deseo. Cómo si todo se redujera a una sola aspiración seguida de una espiración; un suspiro cercano, de bienestar, intenso, agradable y muy amistoso.

Correr por curvas de caminos entre montañas, con la intensidad del viento chocando contra ti y una mano amiga que te presione con fuerza y te diga que también quiere disfrutar. 
Marta me dice en todo momento  que me paso la vida intentando sacar lo mejor de todos y obviar lo más fastidioso y maniático. Y siempre, con una sonrisa en los labios para ver si así, consigo contagiarla a los demás. Me gusta mirarles, probar de llegar hasta la parte más interna de su pupila y hacerles entender que incluso la culpabilidad, el estrés o la tristeza no tienen sentido en esos momentos, que cuando estás viviendo intensamente ese instante en el que te encuentras, todo lo demás queda relegado, en segunda posición y sin apenas importar.

Muchas veces sentimos la necesidad de tener el control de las cosas, porque se supone que el control está anexo, adyacente, contiguo a un clip, una grapa, un enganche que lo une a cómo deben de ser las cosas. 
Tener el control no es más que controlar que se hagan las cosas de acuerdo a cómo lo decide alguien. ¿Pero quién establece la manera a cómo tienen que ser las cosas? 
Y es que es precisamente en uno de esos momentos tan inseguros, tan intensos, nerviosos, sorprendentes y repentinos en los que no piensas lo que está bien y lo que está mal, cuando deberías dejarte caer sobre una amplia, coloreada y sedosa manta india y sentir que lo más fabuloso y desbordante es que en ese instante, no controlas absolutamente nada.

Porque queréis que os diga una cosa? Muchas veces, el descontrol más inseguro, te puede proporcionar una seguridad absoluta.

domingo, 19 de junio de 2011

El momento.

Era un día de sol, sin nubes en el cielo y un golpe de viento que enseguida te podía embriagar los sentidos. La combinación de colores azules, verdes y caobas parecía casi imposible, pero en esencia, juntos quedaban de vicio. Olía a mar, a espuma blanca, a arena de la orilla y a hierba mojada, a brisa de gaviotas y a niebla en el horizonte.
 
A lo lejos, por el camino que surcaba la colina se oían unas motos grandes, potentes y  poderosas acompañadas de su estruendoso acelerador. El barullo de aquellos caballos motorizados sabía a libertad y a locura.

Ese día, a Marta se le había ocurrido ponerse medias, de textura fina, delicada y lisa, tan delgadas que incluso podía sentir el aire rozando sus rodillas. Nunca hubiera imaginado, ni siquiera en esa misma mañana soleada, fresca y primaveral, mientras preparaba su maleta de tonos verde pistacho, que incluso los momentos más inesperados te pueden regalar un instante sorprendente. 

Ese había sido un buen momento.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Max y la cena.

Sí, vuelvo de nuevo con la frikada del #4sq.

Vale. No, no los conozco, no tengo ni idea de quién son y a qué se dedican, pero me parece que eso de saber en casi cada preciso momento dónde están, los hace algo más cercanos, digamos que buenos conocidos. Al fin y al cabo, eso de despertarse por las mañanas y ver que en tu barrita de notificaciones hay el icono de 4sq, hace despertar tu curiosidad y ver quién se ha adelantado a ti esta mañana.

Poco a poco, con los días y las semanas, estos checkins van convirtiéndose en algo más rutinario y sin darte cuenta, acabas aprendiéndote casi de memoria los recorridos diarios, dónde van y qué lugares visitan éstos buenos conocidos; sus desayunos, sus meriendas y sus cenas; dónde van a arreglar el coche, por sitios que viajan o restaurantes donde llevan a sus ligues a cenar.

Al principio, quizás asuste un poco esto, pero todo depende de cómo lo mires y de quién tenga acceso a esta información. Es por eso que igual, no está tan mal echar un vistazo a tu lista de amiguetes del 4sq y los que te resulten interesantes y despierten tu curiosidad, investígalos un poquito. Más que investigarlos, curiosear a quién le cuentas dónde estás en casi cada momento. Los otros, los quitas.

Y si se da ocasión en que a alguien le da por organizar una #cena4sq, pues adelante, que así sea. Os aseguro que puede llegar a ser muy divertido, y curioso también. Con ganas de repetir. Y de comer más caramelitos de colores. Todo un vicio.
Darme cuenta que hay gente tan distinta a mi que puede juntarse en un lugar, a una hora y relacionarse de forma tan sencill, es estupendo.


Al fin y al cabo, el foursquare hace amigos. O al menos, buenos conocidos. Todo un reto para mi curiosidad.

Sólo diré una cosa: Me he enamorado de un perro.

sábado, 19 de junio de 2010

Sin título. Fuera de serie.

Vas en el tren y sientes que llegas tarde. Esperas reunirte con alguien con el que has quedado y cómo no, escoges Plaça Catalunya. Todo el mundo escoge ese lugar. Llegas y no ves al conocidamente desconocido. Hace sol, hay brisa y todo parece tranquilo pero estás algo nerviosa. Y una mancha verde se acerca, luego vislumbras unas gafas y te das cuenta que bajo ellas hay una sonrisa que nunca antes habías visto pero que te resulta familiar. Muy familiar. Y se acerca. Es él. Y su voz tiene un leve airecillo a norte. Te gusta. Y confirmas. Es él.

Un paseo por el Born y te topas con Santa Maria del Mar. Espectacular. Tengo que reconocer que el Born, nunca me había llamado la atención. Hasta hace poco. Lo había paseado alguna que otra vez, aunque siempre de paso y sin prestarle demasiada atención. Pero la arquitectura, formas y su ambiente, acumulan el encanto de una ciudad vieja con aires de ciudad nueva.

Y seguíamos caminando y la conversación seguía fluyendo igual que había empezado. Cual amigos de toda la vida. Fantástico. Fantástico y extraño a la vez. Y curioso, muy curioso.
Y para acabar, Plaça Sant Felip Neri. Caviar para los sentimientos. Un oasis en medio de la jungla. Y una tetería escondida entre la inmensidad de las calles del gótico. Asombroso.

Si todo el mundo dejara un poco de lado los prejuicios de vez en cuando, se daría cuenta que incluso días con tardes lluviosas como el de hoy, pueden ser algo extraordinario y perfecto. Que las miradas y las palabras compartidas hacen entenderse a cualquiera, incluso a dos almas con edades bastante divergentes. Y mira por donde, si una complicidad así hay que conseguirla de esta forma, escribiremos un pergamino y lo mandaremos en botella. Vale la pena.
Y no me preguntes de qué hemos hablado ni en qué sentido ha ido dirigida la conversación porque no puedo resumirlo. Ni yo lo se. De todo, de la vida, supongo. Pero no ha habido ni un solo silencio, porque esta vez, no hacía falta.
Bichos, fibromialgia, amistad, familia, amores pasados, presentes y futuros, reflexiones, dinamita, odio, culpa, locuras, lentillas, tecnología, rapidez, sonrisa. Decirle que no cambie nunca, que mola, que es guay y que aunque yo haga mejores fotos que él, es fenomenal. Que conocer a personas así no sucede todos los días y que la especialidad marca la diferencia. Pero él, eso, ya lo sabe.


Parece que todos tenemos el impulso de rellenar espacios de nuestro interior que surgen abriendo paso a un mundo que no siempre acepta lo diferente. Pero no siempre lo conseguimos. Tardes como la de hoy, los llenan, rellenan y encima, rebosa.
Vamos, que se salen.

martes, 14 de julio de 2009

Genial.

Blanes, con sus playas de arena a medio hacer, con sus aguas cristalinas y su marea al viento..., han hecho que este fin de semana sea espléndido.

lunes, 29 de junio de 2009

jueves, 5 de marzo de 2009

Estas son las mañanitas que cantaba el rey david.

Cuando una vez, en un día soleado de primavera esperé en medio de una plaza a que un desconocido se presentara, nunca imaginé todo esto.
Y menos que me siguiera hablando con ese desconocido.

Ya ves como son las cosas de la vida.
Empiezas comiéndote un bocadillo y tomando un café en calles perdidas de la Barcelona antigua y acabas así, metida en su cama.

Curioso destino.

Y hoy, sus 24.
El desconocido, que está haciéndose mayor.

¡FELICIDADES!

foto de sideralwish en 5/03/09

miércoles, 16 de julio de 2008

Leaving a mark.

Contigo hasta el infinito.
Y más allá.
12 días.
Y volveremos a vernos las caras y entonces podrás demostrarme todo lo que dices y prometes.
Y entonces podré devolverte todo lo que haces estando ahí, al otro lado del universo.
Hoy, hablando con una compañera del trabajo, he recordado aquella larga espera de las increíbles 2 horas en el centro de plaza Catalunya. Porque la estrella es el CENTRO de la plaza.
Que quede claro.
Y nunca me cansaré de repetirlo.
Muchísimas cosas han pasado desde entonces, cosas que nunca jamás nadie hubiera dicho que ocurrirían, verdaderamente asombrosas. Improbable e inexplicable. Y aún me pregunto porqué aquel wey que una noche desde París, con su cara cabizbaja y su mirada fija en una webcam al que le dije que no había correspondencia ninguna, aún siguió por ahí, con su velita encendida.
Impresionante, no?
Y tal vez aún me quede bastante por descubrir, porque se que me queda, pero me creo capaz.
Capaz de sorprenderme. Y no solo sorprenderme por como eres sino por las cosas que eres capaz de hacer por mi. Y entre muchas otras cosas, como me gusta llevarte tanto la contraria voy a decirte algo; un día me dijiste que “los lujos” ya no formarían parte de tu vida…, pues que sepas que voy a enseñarte que sí van a constituir parte de ella.
Porque el sol de Barcelona brilla mejor que el de Monterrey y aquí las nubes cogen un color y una forma especial, y si no pregúntaselo a las fuentes de Montjuïc que un día las observaron con nosotros.
Porque las cosas inalcanzables se vuelven inadmisibles y éstas, al mismo tiempo, irresistibles hasta el punto de volverse inolvidables.
Y si realmente crees que el arroz se pasa, puedo llevarte la contraria muy fácilmente.
Y si no, rétame.