martes, 20 de abril de 2010

No se si me explico.

Creo que no nos hemos entendido bien.

Cuando hablé en la entrada anterior de la dignidad, hablaba de ella como concepto general, general y generalizado, no solo entre parejas, matrimonios u hombres y mujeres que se gustan o no. No, no, yo solo puse un ejemplo que "una mente experta" me expuso.

Sí, es cierto, es cierto que un hombre sin ser hombre ya no sería hombre (obviamente) y seguro que aburriría hasta la saciedad, pero, y quizás me equivoqué en emplear el término "hombría", no siempre eso es lo mismo a dignidad.
Cuando digo perder la dignidad no me refiero a perder la autonomía de uno mismo, ni perder la libertad, ni dejar de ser estrictamente racional o perder el poder de crear; Tampoco te digo que hagas lo más indigno del mundo.
Lo que yo quería decir es que en realidad, esa dignidad que tanto nos preocupa a veces (ya sea hombre o mujer) por el "qué pensará el otro/s", no tiene tanta función en si. Que las cosas hay que hacerlas si se quieren hacer, si apetecen, aunque sea lo más irracional del mundo (por eso dije estrictamente delante de racional).

Si quieres llamar, pues llama, si quieres sorprender, pues sorprende, si quieres dar un paso hacia delante, pues hazlo. La vida está para eso, para hacer tonterías. Lo único que puede pasar es que te limiten. Que la dignidad no la pierdes. Que yo soy muy digna y tú también. No te preocupes.



(Lee atentamente Don F.Dwarf)

viernes, 16 de abril de 2010

¿Y tú, tienes dignidad?

¿Qué es la dignidad señores?
¿Cuándo la perdemos?
¿Es indistinta entre hombres y mujeres?

Marta a menudo dice que la dignidad de cada persona únicamente depende de uno mismo y que hay ocasiones y personas por las cuales no importa perderla.

Una "mente experta" (comillas-comillas) dice que cuando las mujeres hablamos de estos temas, no tenemos ni idea de qué estamos diciendo, porque hay que tener en cuenta que hay una línea muy estrecha entre romanticismo y estupidez.

Cuando un hombre va a hacer algo que borre la línea entre esas dos cosas, la mujer ya ha decidido en qué categoría entra. Es decir, si el tipo nos gusta, casi cualquier gesto nos parecerá romántico y por tanto cualquier cosa, por muy imbécil y desastrosa que sea, habremos decidido que es lo más estupendo del mundo porque él nos gusta, nos encanta y moriríamos por él (bueno, esto último es relativo). En cambio si el susodicho nos disgusta, o peor aún, si ni siquiera nos interesa, un gesto tan típico como traernos flores nos parecerá pesado, acosador y ridículo. Déjenme decir que veo dudosa esa postura y no la comparto en su totalidad.

A decir verdad, creo que el hombre debería olvidarse de la hombría de la que con tanto orgullo presume.
Pero no, ellos siempre dirán que en el momento en que un hombre se olvida de su dignidad, ese hombre pierde todos los puntos (a menos que sean puntos de amigo, que son como puntos del Caprabo pero menos útiles porque con los de Caprabo te dejan entrar a la gala de los Oscars).

¿Es que para qué queremos la dignidad? Ah, sí, perdonen, que eso es lo último que nos queda (o eso dicen, porque es lo último que se pierde) cuando no nos queda nada más. ¿Qué pasa, que te van a juzgar por no tenerla? ¿Qué no vas a poder respirar si la pierdes?, ¿Qué no te van a dejar entrar en el cine?, ¿Qué te vas a morir sin ella? Menuda tontería. La dignidad no sirve para nada y si vale la pena perderla, pues de perdidos al río, hagámoslo.

Todos nacemos con la misma cantidad de dignidad. Yo creo que tengo un nivel de dignidad distinto con cada persona, con cada amigo que tengo me he concedido el privilegio a mi misma de perder un poquito más o un poquito menos porque total, para qué la quiero. No voy a ser menos ni peor por tener menos que tú porque en realidad tú siempre tendrás menos que Marta. Seguro. Porque sí, de todas las personas que conozco, Marta es la que se lleva el cupo de dignidad. Es que ella es muy digna. En todos los sentidos.

Yo la voy perdiendo a ratos, cuando soy tonta, cuando me pongo pesada, cuando doy primeros pasos, cuando soy curiosa, cuando me pongo melancólica o cuando hago las cosas sin pensar en las consecuencias. Pero esa es mi vida. La Clara sin dignidad sigue siendo la Clara, así que dejaros de pamplinas y haced las cosas si os apetecen, porque seas hombre o mujer, siempre, siempre, siempre, valdrá la pena.

jueves, 8 de abril de 2010

Los 80 de mi abuela.

La verdad, hoy me dan ganas de escribir acerca de las casualidades de la vida, pero no toca. Lo dejaré para la próxima vez. Mi abuela cumple años, la Mina llega a su 80 cumpleaños y eso, merece mención sí o sí.

Siempre se ha dicho que los mayores de la casa son la experiencia de la familia y a decir verdad, así es. Porque los abuelos no solo son aquellos que nos hacen los mejores macarrones del mundo, o los que nos vienen a buscar al cole, o los que nos llevan al parque después de merendar. Los abuelos son mucho más que todo eso; sin ellos, no estaríamos aquí. Y sí, tienen sus cosillas de la edad, pero es que crecen y se hacen mayores así que tampoco podemos quejarnos mucho porque seguro seguríssimo que cuando nosotros seamos abuelos, seremos igual.

Le deseo todo lo mejor y ojalá que yo con 80 años esté como está ella.
Porque la Mina, siempre será mi abuela marchosa.


Feliz cumpleaños.

jueves, 1 de abril de 2010

Días de semana santa.

Darme por vencida nunca ha ido conmigo.

Porque sí es verdad que quién me conoce bien (y quizá no tan bien) sabe que he tenido algún que otro momento en mi corta vida que casi me supera, pero es que hacer puenting sin cuerda aún no está al abasto del ser humano. En fin, la cosa es que ese es uno de los momentos que escribiría en mi libro de memorias. Ese, y unos cuantos más, pero sobretodo ese. Porque con los años y viéndolo desde una perspectiva mucho más altiva, me enorgullece haber pasado por ello, haberlo superado y encima con creces. Por eso, me veo capaz de decir que si en un momento como ese uno no se da por vencido, tiene terminantemente prohibido rendirse en ninguna otra situación.
Así que no pienso darme por vencida. Si realmente quiero hacer algo, me voy a desvivir por hacerlo, por mucho que tenga en mi contra. Ya no.

Pensar así me hace más fuerte. Pero igual que a mi, a ti también debería fortalecerte. Mírate, tú puedes, puedes con todo. No te pongas más escusas porque no es la solución.
Y si te estampas contra el muro, pues te estampas y ya está. Por muchos NO que obtengas, si buscas soluciones, las encuentras. Si yo nunca hubiese buscado una solución, quizá ahora no podría caminar. Por eso os digo siempre que lo mejor es lo que parece más difícil. Como me dice siempre Marta, si juegas con fuego, te quemas. Pues me quemo. Correré el riesgo. Todos deberíamos correr ese riesgo.
Te lo vuelvo a decir, ponte frente al espejo y cuando creas que no, díle a tu otro yo del cristal, PUEDO. Yeah. Entonces tu espejo te dirá: "-ok, puedes, pero deja ya de hacerte tirabuzones que me canso."

Qué cosas me da por pensar.


Ah sí, perdonen, se me olvidó desearles feliz Semana Santa para los que estos días tengan unos días de descanso. Y para los que no, escuchen la radio, que a mi me esta sirviendo de mucho. Pero cuidado, que al final acabas pensando que todas las canciones hablan de ti.
Y disfruten del sol. Y de las procesiones si os gustan y si no, pues colesterol, mucho colesterol de los postres de estos días. Y la familia unida. Y comed carne, que comer pescado en jueves o viernes santo, no sirve de nada. Pero shhh, que es un secreto.
Ah sí, y no os enganchéis a series online, aunque creáis que las vacaciones son para eso.

Otra cosa. Estos días están por aquí mis primas. Mis primas gemelas de origen catalán pero espíritu extremeño. Cuando se fueron a vivir allí, eran pequeñas. Ya hará unos 7 años y no recuerdan nada de aquí. Es alucinante cómo subirles al tren que yo cojo todos los días, para ellas es como subir a una atracción. Es que los que son de pueblo, son de pueblo.



Spotify - Estuve a punto de. - Miguel Bosé.