Esta mañana me he levantado pensando en tan peculiar pregunta y a la vez tan común entre las personas. Y es curioso que un día como hoy, domingo soleado, yo, me haya hecho esa pregunta.
Imaginemos que va a acabar y que todos tus días te pasan por delante en forma de pequeñas fotografías, grandes recuerdos de fantásticos instantes que en algún momento de toda tu corta/larga vida fueron especiales. Es difícil saber pero creo que...
Volvería de nuevo a París, ni que solo fuese para comer un delicioso crep de plátano, chocolate y almendras; subiría a Montmartre corriendo por las escaleras paralelas al funicular y observaría la belleza del paisaje desde ahí arriba.
Me perdería por calles inhóspitas de la Barcelona antigua y les encontraría su esplendor o pasearía por callejuelas del raval donde toparte con todo lo que puedas imaginar.
Haría por arreglar mis pequeños problemas internos con la vida y luego me tomaría un cacaolat bien frío. Intentaría aclarar lo inaclarable y probaría de entender pidiendo un abrazo.
Le diría a todas aquellas personas que aprecio, que las quiero, que siempre las he querido y que probablemente siempre las querré.
Me mordería los labios pero nunca diría: "eso no lo debí hacer o eso no lo debí decir". Porque todo lo que pasa o ha pasado, ha sido por alguna razón.
Y es que si solo me quedara un día de vida, me gustaría que fuera uno que dejara huella en mi y no la simple imagen de una puerta blanca que se cierra.