martes, 7 de julio de 2015

Cuchulibreria.

Y así es como descubres que tu auxiliar se lee chiquicientosmil libros al año. Y les haces un dibus :)



lunes, 6 de julio de 2015

Y ahora para qué.

Bueno, contesté. 
Ha sido uno de esos momentos en que un pequeño clavito ha ido entrando poco a poco entre los resquicios de una cicatriz aparentemente cerrada. Una vez más. Tras un año. Soy así. Y cuando sabes que hubieras metido tu mano en el fuego por una amistad que sin ninguna explicación te ha abandonado, duele. Pero es que, a veces, a las decepciones, hay que darles una oportunidad. 

domingo, 5 de julio de 2015

Cambio radical.

Cuando ya ha pasado un mes desde tu cambio radical, todo se ve con mejores ojos. Las cosas se van poniendo en su lugar y los sentimientos de nervios y estrés se van apaciguando. Soy odontóloga y de eso no hay duda. Puedo. Todo es cuestión de seguir aprendiendo. Y tener a gente a tu alrededor que te ayude a ello, es todo un lujo que no todo el mundo tiene al alcance. Eso y tener a un jefe y un equipo que te valora y que te transmite confianza, no tiene precio. 


Marta siempre dice que soy ese tipo de personas valientes y emprendedoras que por regla general se lanzan a donde sea pero que de vez en cuando necesitan que les digan que lo están haciendo bien. Que te digan que te apoyan. Que confían en ti. Y que están orgullosos de tus progresos. Ahora mismo, podría decir que se ha abierto un nuevo libro. Con portada conocida pero sin final aparente. Un libro cargado de de nuevos objetivos y metas, de superación máxima. 
Ahora es el momento de exigirme un poco más. Es el momento de seguir dando lo mejor de mi a cada uno de los pacientes que entran por la puerta de mi consulta.

Y por todo lo demás... estupendo. Tras varios años, ha sido el momento de cambiar de casa y aprender a compartirla. Sí, mi ocupación ha sido máxima; quedándome con dos habitaciones y dos baños, pero cada vez voy encontrando más mi lugar en cada rincón de este hogar. Parece que se me había olvidado eso de compartir la cena tras el trabajo, ver una película los domingos por la tarde, abrazar a alguien a medio metro de tu cama o tener las típicas discusiones de quién se ha dejado el champú abierto en la ducha. Pero es que sabéis qué? Me encanta. 

miércoles, 27 de mayo de 2015

#Changes.

Los cambios se acercan. 
Marta siempre ha dicho que la vida está llena de cambios. Que sin ellos, jamás progresaríamos. Que vivir de la misma forma siempre, es aburrido. Que a veces hay que renunciar a lo que eres, por lo que puedes llegar a ser. El cambio es la esencia de la vida. Siempre hay que arriesgarse más de los que los demás creen seguro. Cuidarse a una misma más de lo que los otros creen que es razonable. Soñar mucho más de lo que los demás creen que es práctico y esperar infinitamente más de lo que las otras personas creen posible. 

Aún recuerdo como si fuera ayer el primer día que pisé Lloret de Mar. Recuerdo sentir la misma sensación que cuando me lancé al vacío haciendo parapente. Un sinfín de sensaciones y emociones que siempre guardaré en un rinconcito de mi ser. Era algo nuevo y a lo que me enfrentaba sola. Y tenía muchísimas ganas de aprender. Lo que no sabía es que lo haría tan rápido. Y la verdad, estoy muy contenta de ello. Se que tengo mil y una infinidades por aprender pero el primer choque contra la realidad, me lo dió este pueblecito que todos creen lleno de guiris pero que yo lo he hecho muy mío. 

Ahora es el momento de volver a cambiar.  De sentir esa sensación de nervios. De descubrir una nueva experiencia. De cambiar de lugar, de pueblo, de casa y de trabajo. De progresar. De vivir esas cosas que en un momento u otro te dejan sin aliento. Porque en realidad la vida no se mide por el número de veces que respiramos, sino por los momentos que nos dejan sin aliento. Y los cambios, siempre lo hacen. 

[[Cuando me siento bien. - Efecto Pasillo.]]
Sonríe :)

viernes, 15 de mayo de 2015

Mi esencia.

Hoy.
Y llegó el día. 
Siempre he sabido que este día llegaría de una forma u otra.
Tarde o temprano.
Porque mi esencia siempre va a estar ahí.
Porque mi piel, además de estar impregnada de ello, necesita una marca.

#Curiosa.

miércoles, 1 de abril de 2015

Despertando sonrisas en este miércoles algo odioso.

1 de abril. Yeah. Esta semana es algo más corta. Viene semana santa y todos estamos un poco más alegres. Cinco dias de descanso ayudan a cualquiera. Y más a mi, que me hacen falta como agua de mayo. O de abril, nunca mejor dicho. 

Estoy contenta. Mi estado de ánimo es estupendo y me siento genial. Dedicarme a aprovechar y a vivir de todo lo que me rodea, disfrutar de cada posibilidad interesante e inquietante y aprender a sentirlo todo como si fuera la primera y última vez, me encanta. Ayer fue un buen día y encima el sol me recargó las pilas que hacía semanas que necesitaba. Y hoy...Miércoles. Los miércoles suelen ser laaaargos y tediosos. Pero que una paciente entre por la puerta y te de las gracias solo por sonreír, es todo un lujazo. 

Marta siempre dice que sonreír y hacer sonreír a las personas es una habilidad característica, es algo innato de cada uno y que no todo el mundo lo consigue siempre. Yo, por alguna extraña razón, tengo ese don. Y eso, eso siempre mola.

¿Y sabéis qué?, soy más feliz así. 
¡Feliz Semana Santa señoritos!

domingo, 18 de enero de 2015

Smile & behappy.

Contenta. Y eso que es domingo. Y domingo de enero y casi no hace sol. Marta siempre dice que las infinitas pequeñas cosas que te hacen sonreír son las que valen la pena. 
Cada vez me doy más cuenta de que esta profesión es puro encanto. Es pura emoción. Es puro sentimiento. Es toda una aventura. Jamás me cansaré de decir que ser dentista es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida. Y me encanta. Me gusta tanto hacer que las personas sonrían que es todo un placer ir a trabajar. Sólo quiero que este 2015 esté lleno de muchas sonrisas. Y mucha felicidad. Y muchas cosas que me hagan sentir bien. Y muchos reencuentros. Y comidas y cenas de lo más ricas. Y que esté cargado de buenos deseos y cumplimiento de proyectos. 
Y a poder ser, hacer muy mucho el monguer. 

Smile & behappy.


viernes, 9 de enero de 2015

2015. Repaso dosmilcatorce. Parte III

[...]

Agosto. Agosto fue el mes de mis vacaciones. Un mes en que descubrí que un crucero puede ser una de las mejores experiencias de tu vida. Incluso si necesitas biodramina para no vomitar por la borda. Y más si es por islas griegas. Viajar al lugar que siempre has querido visitar, descubrir playas cristalinas escondidas de Corfú, perderte entre los miles de blancos de Santorini o mirar fijamente mientras la puesta de sol se esconde en el mar, son cosas que no se viven todos los días. Fueron unas vacaciones extraordinarias. Increíbles diría yo. Y con un gusto y un cuidado digno de un profesional. Cada detalle marcó la diferencia.

Septiembre. Uyyyy septiembre.... todos mis miedos creados en carretera, cualquier trauma, shock o variante tuvieron que ser eliminados en décimas de segundo. Porque el momento que ves que bajo esa gran tela roja está tu primer coche, no lo olvidas jamás. Porque por muy huevo que sea, pequeño, redondito, con un maletero minúsculo y morro achatado, me encanta. Me fascina. Es mi coche. Y es genial. Lágrimas mezcladas con miedo y felicidad podrían describir todo lo que significó para mi ese mes.

Octubre. Octubre fue el mes de los amigos. Seh. Barbacoas con los odontólogos, vermuts con los de Cornellà, cines nocturnos, vinitos tras el trabajo con los de Lloret, bravas infinitas, cenas de chicas en el born y gintonics casi primaverales en esas fechas en la playa de Castelldefels pusieron la guinda del pastel al mes. Ah sí, y empecé mi segundo posgrado. Yey, Un mes lleno de sonrisas.

Noviembre. Alguna fecha que otra señalada para mi. Y....Digamos que en noviembre se votó. Bueno, votar, votar...no se si es la palabra. Se dejó opinar a la gente, aunque fuera de forma extraoficial. Catalunya pudo hablar. En mayor o menos medida, pero pudo hablar. Ya no se trataba de independencia si o independencia no. Aquello era simplemente: Democracia. Y creo que el poder de expresión no es discutible. Es un derecho. 

Diciembre. Navidades. Familiares, comilonas, regalitos. Teatro. Nuevas experiencias que llevabas tiempo queriendo disfrutar. Manos, aceite, música relajante y velas. Las nubes y el cielo. Un mes para la valoración del año. A mis casi 28 años, primer fin de año tomando las uvas fuera de casa. Y lo mejor de todo es que ni siquiera fueron uvas. Pero Puigcerdá fue perfecto. Tanto la compañía como el relax que necesitaba para terminar el 2014. Y empezar el 2015 pisando nieve. Disfrutando. Sonriendo. Extrañando algunas cosas y dando la bienvenida a otras. 

Un dosmilcatorce lleno de vivencias que me han hecho aprender de todo y de todos. Superarme. Quererme un poquito más. Sonreír con la más pequeña tontería. Ver que te conocen sin verte. Creer que el tiempo te hace olvidar, pero hay detalles que no se olvidan. Echar de menos cosas aparentemente tan insignificantes que son un mundo para ti. Saber que cada mañana cuando suena mi despertador, amanece un día repleto de cosas geniales. De vida. Que es necesario mirarse al espejo mientras te cepillas los dientes y pensar...hoy, voy a vivir. Voy a disfrutar a tope. 

:)

2015. Repaso dosmilcatorce. Parte II

[...]

Abril. Abril fue un mes jodido. Personalmente...muy jodido. Tengo que reconocerlo. Yo le daría el título de "mes del punto de inflexión". Una inflexión casi forzada. Melancólica y triste. Mucho. Demasiado. Aunque el positivismo siempre ayuda y estoy segura que en algún momento, poco a poco, con el tiempo, las cosas irán volviendo a su cauce. Las amistades infinitas siempre quedan ahí. Perduran en el tiempo. Hay guiños que siempre ayudan y te hacen sonreír.

Mayo. Lo más cerca que puedo estar yo de ser folclórica fue en este mes. Con volantes, flor al lado y pendientes enormes. Seh. La Clara disfrazada. Me dije....ya que vas, te mimetizas. La verdad es que más que la Feria de abril (que aún no entiendo porqué se llama así si se celebra en mayo) me hizo ver otra cara de Sevilla. Descubrí uno de los mejores hoteles con un encanto estratosférico. Amadeus - Hotel de la música. Totalmente recomendado. Azoteas hechas terrazas con desayuno y vistas bajo esa suave brisa de la mañana. Supe lo que era cenar bajo las estrellas frente al guadalquivir y me di cuenta que a mi los toros me llevan a un estado casi catatónico. Qué queréis que os diga. Yo soy más de castellers.

Junio. Este junio quedará marcado por los siglos de los siglos como el mes de mis aniversarios. Si no tenía suficiente con celebrar los 15 años de mi segundo cumpleaños, ahora 2 cumpleaños en un solo mes. ¿Ansiosa, yo? Nah. Contra todo pronóstico obtuve la puntuación máxima. Nada de game over. Este fue el mes de mi accidente de coche.

Julio lo pasé entero de baja. Descanso, reposo, algo de playa, mucho de piscina, ejercicios varios, visitas de amigos, compañeros, familiares y poco a poco ir recuperando la movilidad. Nada relevante. O sí. Que alguien que sientes que jamás va a fallarte, pilar fundamental para ti, te juzgue, te cuente mil y una películas al azar que nada se corresponden a la realizad, te mande al carajo sin saber por qué, pues que queréis que os diga, duele. 

[...]

2015. Repaso dosmilcatorce. Parte I

Hola hola.
Vaya! Mi primera entrada del 2015. ¡Yey!
Mi madre el otro día me decía que este año ha echado de menos mi típica carta de reyes anual. Le dije que yo también. Pero es que estas navidades han sido una locura. Tiempo 0. Igual que la víspera de reyes del año anterior. Ni carta ni nada. Pero mil deseos. Mil deseos que en este dosmilcatorce han hecho que por muchas cosas haya sido mi año. Un año, sin duda, lleno de aventuras. Unas más, otras menos, pero aventuras. 

Enero estuvo repleto de miedo. Miedo escénico. Miedo laboral. Miedo infinito a la distancia. De padres, de amigos, de gente importante para mi. Nuevo lugar. Nuevo trabajo. Nuevo entorno. Miedo a lo desconocido. Miedo. Pero sorprendentemente fue un mes lleno de positivismo. 

Febrero vino con mi asentamiento, algo más de tranquilidad, cervezas con mis nuevos compañeros, mi cumpleaños, momentos especiales en pequeños rinconcitos por barcelona. Un mes digno de ser marcado con estrellita en mi calendario. Marta siempre dice que lo que no me pase a mi no le pasa a nadie. Cosas raras. Casi de película. De historias de los best sellers más intrepidables. Cosas raras. Surealistas. Espontáneas. Extrañas. Curiosas.
Sólo tres segundos serían suficientes para despertar esas inmensas ganas de hacer una pequeña gran locura. Tres segundos frente a una pantalla, con un mensaje casi en blanco directo al cerebro.  Comunicación no verbal, le llaman. Y así, casi sin quererlo, conocí a una persona magnífica que me hace sonreír y engrandecerme como la que más.

Marzo fue el mes en que tras 15 años, me subí sobre unos esquís. Sí, sí...yo, la Clara, sobre la nieve. Monguer, patosilla, miedosa muchas veces y terriblemente lanzada en  otras. Los esquís, las vistas, la gastronomía, la compañía, la nieve, los nórdicos blancos y mis increíbles ganas de superación de aquellos 4 días, hicieron de marzo, un mes de total aprendizaje. De comprobarme a mi misma, una vez más, que podemos ser capaces de cualquier cosa, incluso cuando durante años te han dicho que jamás podrías esquiar.

[...]

lunes, 27 de octubre de 2014

Pastelitos y flores.

Trabajar bien, no cuesta tanto. Y sonreir a los pacientes, tampoco es tan dificil. Miles de veces he oído eso que los dentistas son bordes, serios, aburridos, con mala leche y con cara de "lo que voy a hacerte va a dolerte un huevo y medio".

¿¡Por qué!?
No lo entiendo. En serio.

Pero..., sabéis qué!.... los dentistas (al menos, los dentistas como yo) ni somos malos, ni tenemos la intención de dar miedo, y mucho menos queremos hacer daño a nadie. La anestesia se inventó para algo, no? Pues eso. Y en serio, sólo es el pinchacito. Un mal menor para evitar un mal mayor. 

Os aseguro que es tremendamente distinto pinchar sonriéndole al paciente que con cara de mala leche.
¿Tan difícil es sonreir?
Me gusta llevarme bien con mis pacientes. Crear ese vínculo que creo indispensable para el trato con el odontólogo. Alguna vez he escuchado que hay que marcar ciertos límites. Tú eres el doctor y ellos los pacientes, dicen. 
Estoy de acuerdo. No lo discuto. Pero simpatizar con ellos, tratar temas que no tienen que ver directamente con su boca, "crear la conexión", lo llamo yo. ¿Desde cuando es incompatible ser simpática y trabajar bien? Desde nunca.


Tengo que admitir que el otro día, cuando me di cuenta que una paciente había cogído hora sólo para preguntarme cómo estoy, para decirme lo bien que le está yendo el tratamiento que le hice y para traerme una planta....me hizo muchisima ilusión. Supongo yo que eso quiere decir que tampoco hago las cosas tan mal. 
Aunque fué mejor el momento en que uno de mis pacientes a primera hora de la mañana, me trajo el desayuno.. Ricos y deliciosos pastelitos de chocolate. Aix...! Si es que son un amor!

Y a todo esto....¿Sabéis lo más curioso? Mientras le realizaba una higiene, me dijo: "el otro día, cuando leía e iba de blog en blog por internet, acabé en Cosas de una Tía Curiosa, y me di cuenta que eras tú. Te pasan muchas cosas a ti, no?". Imaginaros cual fué mi cara. Vergüenza máxima. Luego, pensándolo mejor, me hizo hasta ilusión. #Pacientesque descubren tu blog sin que tú lo sepas. Yey. 

No se, es guay. 

domingo, 21 de septiembre de 2014

Car.

Ey, sabéis qué?

Tengo coche y es mío. 
Es blanco pequeñito, 5 puertas, 6 airbags, con el morro achatado y con un maletero de risa, pero es mío y me hace gracia. 
Ahora solo falta no volver a las andadas. No tener esa extraña manía de liarla parda yendo sobre 4 ruedas.

¡Yey!

viernes, 19 de septiembre de 2014

Conversaciones conmigo misma en el tren.

En realidad, tengo que reconocer que me gusta ir en tren. El traqueteo me relaja. Sobretodo a estas horas de medio sol. Me da en la cara y es agradable. Son las 18:15 de la tarde, es viernes. Veo el mar desde el vagón y en cada estación, absorvo su brisa marina desde aquí.

El tren me ayuda a pensar, a ordenar mis ideas, a volver a mis orígenes, a darme cuenta lo que ha cambiado todo. Extraño muchísimas cosas. Me da tiempo para dar vueltas a historias y pensamientos que el día a día no me deja, y eso, me gusta.

Me pregunto cómo estarás tú, como estará ella o cómo le irá al hermano de la vecina de en frente. Todas esas personas que sea como sea, siempre serán importantes en mi vida. Y sonrío. Sonrío porque es lo único que siempre he sabido hacer. Y me gusta hacerlo. Sólo porque sí. Y para mi misma. Marta siempre dice que por más que haya mil cosas por las que estar triste, siempre habrá una más por la que sentirse feliz. Y las hay. De una forma u otra, deseo que todo esté bien. Además, es viernes. Y los viernes no son como los domingos. Así que, momento zen.

Miro el reflejo del cristal. Me veo a mi, con cara de cansada, una trenza al lado y el flequillo resbalando sobre mi nariz. Me hace cosquillas. Me acuerdo en un gran amigo que una vez le dió importancia a mi flequillo, tanta que me lo puso de mote. Vuelvo a sonreír. La semana ha sido dura y el día de ayer ni quiero recordarlo pero sabéis qué, hoy es viernes y me voy de cena. Entre amigos, risas y buen vino, todo lo negativo, se desvanece.

domingo, 6 de julio de 2014

Tocando los cojones. O algo. Con una flor en el culo.

Con 27 años, y tras un breve y corto trocito de mi vida, he podido llegar a la conclusión que existen 3 tipos de personas en este mundo; las que viven, las que mueren, y a las que les gusta tocar los cojones. A ese último grupo, sin duda, es al que yo pertenezco.

Cómo ya es sabido por todo el mundo, hace 15 años a mi inconsciencia juvenil le dio por hacer puenting sin cuerda y sobrevivir para contarlo. Y esas cosas. Con dos cojones. Todos los que me conocéis, habéis sido testigos de mi evolución, en grandes o pequeños fascículos. Pero para los que no hayáis tenido suficiente, tengo que deciros que el lunes pasado, volvió a repetirse algo muy similar; algo que una vez más, demuestra que los que tenemos la peor de las suertes, nacimos con una flor en el culo. O algo.

El día 30 de junio del 2014, ocurrió algo que si me hubieran filmado, bien sería propio de peli de acción. Morir era lo mínimo que podía pasarme. Sentir como el coche en el que vas montada revienta una rueda, empieza a dar vueltas de campana, choca contra el quitamiedos derribándolo y cae dos metros y medio estampándose contra un muro de hormigón, es propio de peli de Hollywood. En aquél momento, con el coche cabizbajo, mi cuerpo colgando del sillón y mil cristales rotos en pequeños trocitos sobre mi piel, di gracias a todos aquellos inventores del cinturón y de los airbags. Ellos me habían salvado la vida. 
Os prometo que no me esfuerzo en poner a prueba mi vida. En serio. Son cosas que me ocurren sin querer. Prometo que no pretendo demostrar que un humano puede ser igual que un gato. Lo de las 7 vidas, que se quede en 5. Lo prometo.

La chica de hierro. Eso fue lo primero que dijo la doctora que me atendió en una de las 5 ambulancias a pie de la autopista. Ella y las demás 20 personas que me miraban con los ojos como platos. A las ambulancias las acompañaban 3 furgonetas de mossos, 2 camiones de bomberos y un helicóptero que estaba en camino. Y yo allí, caminando sobre mi propio pie, con el coche de mi padre hecho una hamburguesa y como única preocupación que ningún diente se me hubiera roto. Vamos, que la había liado parda. De nuevo. Y sin quererlo.


Unos dicen que mi sangre fría hizo que saliera de ahí. Que a pesar de estar colgada del cinturón y con muchísima tierra en todos los orificios de mi cara, me pusiera a recoger y guardar todo lo que había dentro de mi bolso había sido una locura. Otros piensan que estoy zumbada por estando en esta situación, comprobar que mi ipad no había muerto. Pero qué queréis, podía ser una forma de comunicación teniendo en cuenta que el móvil estaba bajo cristales y piedras y sin cobertura!!! Estoy segura que si hubiera apretado al botón FOTO, en vez de sólo mirarme la cara con la cámara frontal de la pantalla del ipad, mi selfie accidente hubiera sido como mínimo, #trendingtopic.

Y sí, río. Sonrío. Porque una vez más, he podido morir en un abrir y cerrar de ojos. Y aquí sigo. Con la clavícula izquierda y el esternón fracturados. Y una cara llena de una gama colorida de azules, morados, amarillos, naranjas y rojos. Pero nada más. Al final, estas experiencias (por así llamarlo) hay que tomárselas con humor. Y sacarles el lado más positivo.

Lo mejor de todo es que este tipo de cosas posicionan a cada uno en su sitio y te ponen las prioridades donde tocan. Te tomas la vida con otra filosofía. Valoras un poco más el día a día. Vivirlo. Disfrutar de los detalles más pequeñitos. Preocuparte única y exclusivamente de ser feliz. Nada de dar demasiada importancia a cosas que al fin y al cabo, son minudeces.
Gracias a todos aquellos amigos, compañeros, familiares que se han preocupado, me han visitado y me siguen cuidando, preguntando… siguen siendo los mejores. 

A ellos y a mi familia les doy las mil gracias por haberme permitido, una vez más, detener unos breves momento de sus vidas, para dedicármelos, dejar que les toque un poquito más los cojones, y cuidar de mí.

Gracias.

miércoles, 25 de junio de 2014

Seis meses después.

¡Ey!, que sigo viva.

Empezar nuevas etapas tiene sus pros y sus contras. Hasta ahí todos estamos de acuerdo. Pero si me pongo a evaluar estos primeros seis meses aquí, han sido toda una locura. Nuevo lugar, nuevo pueblo, nuevo trabajo, nuevos compañeros y 0 tiempo para nada. Lloret ha pasado a formar parte de mi vida tan rápidamente que casi no me he dado cuenta. Cuando vine, los niños estaban aún de vacaciones navideñas y ahora ya han terminado el curso. Vacaciones de verano. Y todo en un abrir y cerrar de ojos. Un suspiro, pero de esos que salen y se van sin enterarte. 

Lloret me ha acogido con los brazos abiertos. Cada vez me siento más a gusto en mi lugar de trabajo. Me gusta ser LO que soy, QUIÉN soy y sobretodo, me encanta el CÓMO soy. Eso, que jamás cambie. Han pasado muchas cosas en todos estos meses.. Melancolía, alegrías, tristezas, lloros, risas, agobios, nuevas experiencias...de todo.
Ya queda muy atrás aquellas primeras semanas de vida laboral en que sentía que podía hundirme en un vasito de agua. En las que cada paciente me parecía un mundo. Soy dentista. La REINA de mi consulta. Y lo mejor de todo es que me encanta esto. Soy lo que quería ser y cómo quería serlo. El dónde, al final es algo irrelevante. 

Al final, Lloret ha ido cambiando con los meses, al igual que yo. Este pueblo me ha ido acompañando poco a poco. Empezó siendo algo sombrío, triste, con poca gente por sus calles, tiendas enteras cerradas y dónde el ambiente discrepaba muchísimo a mi idea de este pueblo. Bueno, la mía y la del mundo entero. Fiesta máxima, borrachos por las calles, guiris color tomate desde las 9 de la mañana a primera linea de mar y calles a rebosar. La primavera y después el verano ha llegado de otro color. Mucho más movimiento. Eso sí ahora puedo decir que Lloret incluso me gusta. A pesar de estar aislada del mundo, no poder ver a mi gente y necesitar algo de oxígeno, vivir en un lugar de playa siempre es muy agradecido. Poder salir del trabajo y mojarte los pies en el mar o tomarte una cervecita con los compañeros en cualquier chiringuito con este tiempo tan fabuloso, es lo más. 

Me gustaría tener más tiempo para pasarme por aquí y escribir de vez en cuando. Marta siempre dice que ya se verá. Que las cosas jamás sabemos cómo van a ser hasta que suceden. Así que eso. Ya se verá. Hasta entonces, sed felices chicos. 

domingo, 26 de enero de 2014

La melancolía perezosa de un domingo.


Es domingo, son las 19:22 y ya voy de vuelta. En este preciso momento acaba de terminar mi fin de semana. Estoy sentada en el tren, con la maleta apoyada en mis piernas y un hombre de fondo tocando la guitarra con acento francés. Es la primera vez que tengo esta sensación. No quería volver. Hoy no. Hoy quería quedarme en casa con mi família. Supongo que ya iba siendo hora y soy consciente que es de lo más normal. Marta me recuerda que echamos de menos aquellas cosas que nos aportan momentos únicos. Y es totalmente cierto.

Este fin de semana ha sido intenso, pero no por la cantidad de cosas que he hecho sino por lo que me ha transmitido lo vivido. Agarrar las llaves de un coche que vas a conducir tú sola por primera vez hacia algún lugar ha sido una especie de un antes y un después. Muchos diréis que no es nada del otro mundo y que a mi edad ya era hora. Que soy una llorona extremadamente sentimental. Y que las lagrimillas son absurdas. Ok. Lo admito. Pero es que absorber hasta el más mínimo detalle de cada momento es lo que tiene. Y a mi, me sale por los ojos. Qué queréis que os diga.


Me gusta sentir la adrenalina de tomar una decisión en el último momento, girar a la izquierda, y tras esas curvas interminables, conseguir hacer algo que llevas meses, incluso años imaginando. Y sólo para saludar y regalar una sonrisa. De forma clara, rápida y sincera. Con la mejor de las intenciones. Sin pretensiones ni premeditaciones. Espontáneo. 
Me gusta poder quedar para hacer el vermutillo un domingo entre risas de toda la vida. En el pueblo de siempre. Con los de siempre. Sin necesidad de pensar cuánto falta para el próximo tren. Ponerte música que resuena en las 5 puertas y sentir ese solecito que entra por el lateral creando un ambiente idóneo. 
Me gusta, por fin, tener carné de conducir. Nunca imaginé que pudiera significar tanto. 

Crear momentos especiales de algo tan poco trascendental y cotidiano es lo que he hecho durante este fin de semana. Un coche, una sonrisa, un sofá blanco, una polaroid, amigos, cervecita, sol, domingo. Instantes. Marta siempre dice que nos damos cuenta que extrañamos algo cuando verdaderamente somos conscientes de las sensaciones que nos aportan las cosas. ¿Y sabéis que? Esta vez, creo que tiene toda la razón. 

jueves, 23 de enero de 2014

La cocina hace amigos.

- Creadora de momentos, encantada.

A veces me pregunto si existe alguien que piense como yo. Alguien que sea capaz de hacer las cosas sin interés ni necesidad. Sólo porque cree que hay cosillas que son necesarias para ser feliz en esta vida. Y esta vez, creo que me había topado con uno más o menos de mi especie.

En ocasiones, estar a 100 km de tu familia hace que de vez en cuando se te despierte esta necesidad por sentirte un poquito acompañada y echar de menos cosas que antes ni imaginabas. Y vivir en Lloret de mar, a pesar de ser toda una experiencia para mi misma, enciende esas ganas por la tortilla de patatas de la mami, la paella los sábados o el cocido calentito en la mesa. Ya se sabe, vivir solo hace que puedas subsistir a base de macarrones, ensaladas, queso de cabra y atún. 

Jueves. Día libre. Un tweet un par de semanas antes había sido la clave. Y de la forma más normal, alguien se ofrecía a cocinarme uno de mis platos más ansiados. Y no sólo eso sino que además, se venía a comer conmigo y acompañarme.
Sí, lo había visto una vez en mi vida. Sí, no lo conocía de nada. Sí, estaba a una hora de trayecto. Y sí, era jodidamente curioso que alguien hiciera algo así por mi. Ya me lo dijeron una vez. Twitter es lo que tiene. Y los amigos en común, también. Pero es que sabéis qué, yo, por los desconocidamente conocidos, también hago este tipo de cosas. Y sin pensármelo dos veces. Soy así.
   
Romero, tomillo, un toque de microondas y media barra de pan. El lugar era lo de menos, el cómo y cuando, también. Chuparme lentamente cada dedo de mi mano era lo más. Momento espléndido. Os puedo asegurar que aquellos habían sido los mejores pies de cerdo del mundo mundial jamás probados por mi paladar. Y aquello, aquello sería siempre recordado con una sonrisa de oreja a oreja esperando a que la próxima vez, no tardará en llegar. 

Gracias. Gracias. Gracias. Gracias. (Un solo gracias no sería suficiente)

lunes, 13 de enero de 2014

El magnetismo del primero.

Marta siempre dice que tengo como una especie de aura a mi alrrededor. Ese magnetismo que desprende buenas vibraciones y que las contagia. Me gusta escuchar eso porque es precisamente lo que pretendo. Soy así y me gusta ser así. 

Ha pasado la primera semana desde que empecé con todo esto. Y parece que mi cuerpo se ha puesto de acuerdo para hacermelo un poquito más difícil de lo que podía ser. 38,5º. Fiebre. ¿Tenía que tener fiebre en mi tercer día de trabajo? Nadie dijo que esto fuera a ser fácil. Se que tengo 26 años y que cualquiera me diria aquello de "yo a tu edad ya llevaba muchos años trabajando", pero las cosas van así. Mi vida ha ido así y hasta ahora no había llegado el momento. Pero ha llegado. 

Podría describir la primera mañana que sonó mi desperador a las 8:30 habiendo pasado mi primera noche en Lloret. Podría decir que los nervios se me iban a salir por los ojos y que la incertidumbre de lo desconocido me iba a matar el estómago pero también podría describiros cómo me miré al espejo y me dije: "Clara, tú puedes". Creo que siempre recordaré el instante en que llegué al CAP y me dijeron que tenía un paciente. Mi primer paciente como odontóloga en el ambulatorio. Manuel se llamaba y tenía que sacarle una muela. Sus nervios eran comparables a los míos. O eso parecía. Peró fué sentarme en mi silla, mirarle, sonreírle y ambos supimos que en ese momento todo iba a salir bien. Y así fue. 
Se que se sintió bien y percibió mi magnetismo y mis buenas vibraciones porque al irse me agradeció infinitamente que aquello que suponía que iba a ser un rato tremendamente traumático, le había ayudado a entender que hay dentistas que logran ver algo más allá de una boca y unos dientes. Detrás de todo eso, también hay una persona.

Y aquella mañana, aquel hombre de 68 años, Manuel, con su pelo canoso, su expresión temblorosa y sus ojos de miedo al dentista, sin él saberlo, había abierto la veda. Mi veda al mundo laboral.

lunes, 6 de enero de 2014

Momento clave.

Lloret de mar. He llegado. Aquí estoy. 

Hoy es día 6 de enero del 2014. El dia 6 de enero de 1976, mi padre salió de casa para ir a la mili. Y el mismo día del año 1928, nació mi abuelo paterno. Quizá sean casualidades, coincidencias o que es el inicio del año laboral tras las navidades. Sea como fuere, parece que es una fecha importante en mi familia.

Sentir el abrazo de mi padre apretandome contra su pecho ha sido cómo si le arrancaran un trocito de él mismo. Muchos pensaréis que 100 kilometros de distancia tampoco es tanto pero empezar a vivir en un lugar desconocido, con gente desconocida y sin saber qué depara el futuro, es al menos, inquietante.
Acaban de marcharse y me he quedado sola. Miro a mi alrededor. La habitación es pequeña pero me parece acogedora. Me siento en mi cama y me quedo un rato en silencio sepulcral. Analizo mi situación y cómo voy a estar a partir de ahora. El estómago me da vueltas. Tengo unas inmensas ganas de llorar y el pánico me sobrecoge de arriba a bajo. En realidad este va a ser mi primer trabajo desde que terminé y ni siquiera se si voy a ser capaz. Como dice mi tía, si he podido sobrevivir a una caída de 7 pisos cual gato aventurero, puedo con todo. Incluso con esto. Ser dentista tiene sus cosas buenas. O eso dicen. 


Mañana va a ser definitivamente mi primer día; ese que nunca se olvida. No se ni cómo voy a estar, ni cuantos pacientes voy a recibir, ni siquiera cómo va a ser la gente con la que voy a compartir mi día a día. Sólo se una cosa, que voy a dar lo mejor de mi a todos y cada uno de mis pacientes.

Me gusta ser dentista y se que sirvo para ello. Mientras escribo estas lineas, una lagrimilla resbala por mi mejilla. Este es un momento clave para mi, un ahora y un después. Me acabo de dar un tortazo con la realidad pura y dura. Hoy es el inicio del resto de mi vida. 

jueves, 2 de enero de 2014

2014.

Estos últimos meses han sido una revelación para mi. Como un vuelco a mi vida. Una horneada a fuego lento del pastel principal. Un cambio radical frente a un espejo lleno de bombillas. De esos largos espacios de tiempo que pasan en un suspiro. Subir a una montaña, inhalar todo el aire que se pueda y soltarlo lentamente. Sin ahogo pero con ese nosequé que hace despertar las ganas de despegar. 
Así ha sido. 
De ahí mis silencios por aquí. Porque me he dedicado a vivir más que a escribir. He abandonado completamente estos posts. Pero tranquilos, que no he muerto. No ha sido sólo aquí. He disminuido la frecuencia en las redes sociales y he optado por tomarme hasta el último sorbo de cada momento. Seguir aprendiendo y conociendo todo lo que, aún, parecía desconocido para mi. De esas cosas que nos creemos unos sabelotodos pero que en realidad no conocemos ni la mitad. Y dejarse llevar por un yo interno, que aunque en algunas ocasiones parezca de lo más incongruente, es el que me hace disfrutar de las pequeñas y grandes cosas.

Y ahora, me encuentro aquí, con un año nuevo que ya ha empezado casi sin avisar. Porque señores, el dosmilcatorce ya ha llegado. Y arranco con unas fuerzas infinitas. Fuerzas exageradas combinadas con ese miedo incontrolable que decide salir cual mariposas revoloteando desde el fondo del estómago. 
Un lugar nuevo, una casa nueva y un cuento nuevo. Una historia que quizás pueda ir explicando o quizás me la guarde para mi. Con un inicio inquietante y desconocido, un pronóstico de desarrollo emocionante y sin final esperable. 

Marta siempre me recuerda que sirvo para esto. Que estudié lo que quería estudiar y gracias a eso, hoy soy lo que quiero ser. O voy a serlo. Que la sensación de miedo es totalmente normal y necesaria en este momento pero que, de aquí a un tiempo, cuando menos me lo espere me va a parecer de lo más graciosa. Debo confiar en mi y en mi capacidad por hacer las cosas. Voy a hacerlo bien. 
¿Y es que sabéis qué?
Si el pasado año fue uno de los más complicados para mucha gente, voy a poner toda mi energía para que este 2014 sea, sin duda, mi año. 

#felizañonuevoseñores
 

domingo, 3 de noviembre de 2013

Fly.

¿Sabéis de esas cosas que siempre has querido hacer pero que por una cosa u otra siempre has dejado para otro momento?

De esas cosas que siempre han estado en tu lista de cosas por hacer. Esas cosas tan comunes y tan simples que a la vez las haces tan especiales por el simple hecho de ser lo que son. Esas cosas. 
Pues para eso solo hace falta un picnic en la playa, una cometa y un día con viento rodeada de gente que quiera sonreír. Y ellos dos, eran perfectos para la ocasión.

Ahora, el sueño estaba cumplido.
Gracias.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Transforma tus domingos.

 
Ultimamente los domingos ya no me parecen tan odiosos. Incluso los domingos nublados llegan a tener su encanto. Y si no lo tienen, hay que buscarlo. 
Enciende una vela, escribe, música de fondo, lee, dibuja, da rienda suelta a tus ideas y haz las cosas más estúpidas que puedas hacer, porque... ¿sabéis qué? Si no hiciésemos cosas estúpidas, nunca se haría nada inteligente. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Tazas calientes.

Locuras que te sirven para vivir experiencias. O de cómo mantener conversaciones acompañadas de una taza de chocolate con avellanas por primera vez. Y eso, que l@s pelirroj@s dicen que dan mala suerte. Siempre me habían dicho que la puntualidad para los franceses es básica. Conociendo a desconocidos.

Frases random para recordar que una vez, yo estuve ahí.


lunes, 19 de agosto de 2013

Hay que dejar que las personas tropiecen. Tropezar nos hace más fuertes.

¿Por qué siempre acabo en el centro de todo?
¿Por qué cuando sabes que haces las cosas bien, te sale el tiro por la culata?
¿Por qué el simple hecho de querer ayudar a los demás parece que es al revés?
Qué pasa, que no se puede permanecer en un lugar neutro, en el centro de todo? ¿Siempre hay que posicionarse de un lado o de otro?  
Que me hagan sentir tonta nunca ha sido de mi agrado y menos cuando lo has dado todo y sigues dándolo. Sabes que no son momentos fáciles y que aquí todo el mundo está muy sensible. Pero por favor, solo pido que no se precipiten en las decisiones tomadas.

Qué puñetera necesidad tenía yo de meterme en estos jaleos. Cómo si no tuviera ya suficiente con los míos propios. Que por qué?, pues porque por los amigos, yo hago infinidad de cosas.
Y sí, por todos. Aunque sepa que han actuado mal. Todos somos capaces y tenemos la oportunidad de equivocarnos. Una, dos, tres o mil veces. Aunque sepa que hay cosas que en un primer momento están perdidas. Siempre, siempre, siempre les daré mi opinión, nunca se la impondré. Siempre dejaré que ellos mismos sean quien tomen sus propias decisiones y no tomarlas yo por ellos. Por muy perdidos que crea que están. 

Ahora espero..., solo espero a que las aguas vuelvan a su cauce, a que quien debe darse cuenta que yo siempre estuve ahí, despierte de una vez y me lo diga. Ya he dado mi primer paso. Ahora toca a los demás.


Y es que... sabéis una cosa? A la gente que realmente nos importa hay que dejarles que tropiecen con todas las piedras que hagan falta. Marta siempre dice que en realidad, tropezar no es malo, solo que hay que intentar no encariñarse con la piedra.

miércoles, 17 de julio de 2013

Verano inquieto.

Una vez dije que no sabía hasta cuando iban a durar las cosas y siempre he sabido que esto tendría un final. Por la forma, la esencia, la intención y la actitud. Sobretodo la actitud. Pero es de esas cosas que hasta que no llegan y te las encuentras de frente, no te das cuenta. 

No me acostumbro. De hecho, dudo que me acostumbre jamás, pero supongo que con el paso de la vida, se me olvidará. Se me pasará la rabia, la incertidumbre, las ganas de matar los silencios y la de conservar las amistades. Mientras tanto, el verano pasa. Y me gusta. 

Este es uno de esos veranos en los que realmente disfrutas. No estás haciendo nada especial ni a lo grande; no viajas a un país asiático, no te vas un mes entero de hotelazo con pulserita, ni tan siquiera te escapas a un apartamento de playa, pero no paras quieta. Buscas la especialidad en las pequeñas cosas, en los pequeños momentos, en la esencia de los instantes que te hacen sonreír. Esas cosas son las que precisamente te hacen sentir bien.
Este es el primer verano del resto de tu vida. Has terminado, cambias de etapa y ansias pasarlo bien. Disfrutar de los buenos amigos, de los lugares con encanto, de las charlas interesantes y de los proyectos por cumplir. 

Este, así, está siendo mi verano. 
¿Y sabéis qué? Estoy aprendiendo a disfrutar incluso más de lo que creía y eso..., eso es lo que me ayuda a cambiar mi chip interno. Porque por mucho que hayan cosas que deba aceptar que son como son y que aunque las pinte de mil colores seguirán siendo igual, siempre habrán muchas otras más que serán maravillosas.

Y es que Marta siempre dice que hacen falta días malos para darte cuenta de lo bonitos que son el resto.

Sonríe.

martes, 2 de julio de 2013

Momento único. Fin final.

Llevas días que te cuesta dormir y por una cosa u otra siempre te acabas despertando la primera. Tu descanso es pésimo y no entiendes por qué. Acabas aceptando que hay alguna que otra cuestión que no para de dar vueltas por tu cabeza pero sabes que es algo que no depende de ti. Hay amistades que son lo que son. A pesar de eso, sabes que no es eso lo que te quita el sueño. El día 19 de junio terminaste tu último examen y no tener la certeza absoluta de que lo hiciste bien, te desconcierta. Las tremendas ganas de terminar, no te las quita nadie. Más que por tus padres, tus familiares, amigos o gente que te aprecia, por ti misma. Esta es una etapa que se debe cerrar. Con dos cojones. 

Te das cuenta que estás temblando. Los dedos no responden a lo que quieres hacer. Acabas de enterarte que tu última nota ha sido publicada. Sólo te queda mirarla y después, todo habrá terminado. Y eres tremendamente consciente que este es uno de esos momentos que sólo suceden una vez en la vida. Tienes miedo. Con la puerta de tu habitación cerrada, sola sobre tu cama, la suave brisa de verano entrando por la rendija de la ventana y un gran nudo en la garganta miras la lista. El corazón se te va a salir por la boca, e incluso por las orejas. Taquicárdica. Y de repente, tanto golpeteo en el pecho, tanto nudo, tanta tensión, salen con desasosiego por los ojos en forma de un gran mar de lágrimas. Y es que soy una completa llorona. Te acabas de proclamar, señorita Odontóloga. Dentista. Creadora de sonrisas. Y la verdad, no eres ni siquiera consciente.

Ha costado. No ha sido facil. Lo reconozco. En ese preciso momento te acuerdas de aquella persona que una vez te dijo que jamas serías capaz de sacarte una carrera. Si aún siguiera viviendo, le estamparía el titulo en toda la cara. Y sigues llorando. Coges el teléfono. Sabes que no debes pero en ese momento todo te da igual. Nada te importa. Se que si descuelga, vas a acordarte de ese instante, toda la vida. Porque a la primera persona a la que le dices que ya eres licenciada, nunca se olvida. Y aunque jamás nada es como esperas, ni siquiera como te mereces, no importa. Y te acabas de licenciar. Ya me da igual todo. Incluso que tu padre te diga su típico "Ya era hora" y tu madre te de una abrazo repleto de lágrimas. Y hables con tu tía y esté dando rienda suelta a la gran característica de todo Juidías. Llorar de emoción. Porque somos así. 

Siempre me habían dicho que terminar una carrera es como lanzarte al vacío. Es ese momento en el que pasas de tener todo controlado al nada en absoluto. Y es que en ese instante se acababa algo, pero un gran abanico de posibilidades se abría ante mi. Y yo, había sido capaz. Con esfuerzo y ganas. Ahora iba a empezar mi experiencia en el mundo real. Feliz. ¿Y sabéis lo mejor de todo? Me encanta lo que hago. Y si tuviera que volver a escoger una profesión para el resto de mi vida, sin duda, volvería a repetir.




sábado, 29 de junio de 2013

14 años no se cumplen todos los días.

29 de junio. 

¿Sabéis de esas leyendas que van a perseguirte toda la vida?
Pues supongo que títulos como el de "la niña que sobrevivió", permanecerán en mis entrañas por el resto de los días.
Siempre digo que las cicatrices que hay sobre mi piel son heridas de guerra. Cada una de ellas me recuerda que con ganas, energía positiva, mucha fuerza de voluntad y un poco de suerte, incluso las cosas imposibles se pueden conseguir.

Y es que caer de 7 pisos de altura, aterrizar de pie, romperse todos los huesos del cuerpo menos la columna y la cabeza... es cuestión de suerte. Y sobrevivir a ello, es todo un logro.

Feliz segundo Cumpleaños, a mi.

martes, 11 de junio de 2013

Final inminente.

Esto es lo que más se va a parecer a una despedida. Lo veo. Lo se. 

sábado, 1 de junio de 2013

#rectafinal

-19.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Mi última editorial.


Y aquí dejo mi última editorial del número 39 de la revista de ANEO. 
Desde este momento, empieza la cuenta atrás.
ÁNIMO.
"Ver una luz al final del túnel. La luz que te va a hacer terminar una época y cerrarla definitivamente. Ahí es donde me encuentro en este preciso momento. Con ganas, ilusión y algo de miedo.

A todos, alguna vez se nos ha despertado una pequeña inquietud en lo más profundo de nuestro ser, un nerviosismo extraño que no sabes de dónde procede, una intranquilidad por lo desconocido. Y es que cuando ves tan próximo el fin, todo son emociones. Terminar una carrera no es cualquier cosa y menos cuando es algo por lo que sientes pasión y a lo que te vas a dedicar el resto de tu vida.


Odontología.


De pequeña siempre había querido ser bióloga. Pero de esas que hacen cosas a gran escala para los demás. De las que trabajan frente a un microscopio investigando para ayudar a la humanidad. Bata blanca y todo. Con los años, fui cogiendo un poco más de perspectiva y me di cuenta de lo que realmente me gustaba. 

Quería ser, creadora de sonrisas.

Seguía conservando los mismos objetivos, pero quizás a menor escala; el blanco continuaría estando en mí día a día y ayudar a los demás sería mi filosofía.
A pesar de tener sueños claros, todo esto no ha sido fácil. Muchos días y muchas noches por adquirir el aprendizaje adecuado para ser la mejor en algo, no es sencillo. Ahora, que estoy en el punto final, me doy cuenta que todo el esfuerzo ha valido la pena. Cada vez que consigo una sonrisa de alguno de mis pacientes al salir de la consulta, lo compensa absolutamente todo.

Y de repente. Hace ya varios años, me topé con ANEO. Gente magnífica de los que he aprendido infinitamente y con los que he compartido reuniones, risas, fiesta, lucha, esfuerzo y superación. Os invito a todos a echar un vistazo a esta revista y no dudéis en visitar http://aneo.es/ para saber todo acerca de la Federación.


A los futuros dentistas, a los que tengáis la sensación de que el final nunca se acerca, daros ánimos y luchad por lo que realmente queréis. La carrera de odontología y el futuro que tenemos por delante, a pesar de ser tan confuso en nuestros tiempos, se puede combatir con mucha ilusión, ganas y movimiento. Así que desde aquí, desde el número 39, mi último número como editora de la revista ANEO, os mando mucha fuerza.


Todo llega, chicos."


lunes, 29 de abril de 2013

Si ves la página medio vacía, vas a tener que aprender a mirar.

Esfuerzo, ilusión y ganas. 
Muchas veces todos soñamos con que en algún momento podamos hacer lo que realmente queremos, lo que nos interesa y lo que siempre hemos ansiado. Conseguir algún tipo de reconocimiento o gratitud por parte de los demás. En ocasiones, por mucho que uno se esfuerce y ponga todo su ímpetu para ganarse un huequecito entre tanto gentío, parece que no consigue alcanzar su meta prestablecida. 

Se que últimamente Marta está torcida, le abruma la vuelta a la rutina y todo lo que eso comporta. Poner fin a tanta aventura es todo un delito para su estado emocional. Cortar las alas a tantas sensaciones, molesta. Y encima, cree que todo lo vivido, no le ha aportado absolutamente nada. Está muy equivocada. Ha ganado vivencias, entusiasmo, empeño, experiencia, aventura, superación y fuerza. No hacen falta reconocimientos. Todo llega.
De todas formas... sabéis qué?, los pequeños reconocimientos superan a los grandes. Para mi, son los más importantes. Aquella gratitud y satisfacción de la gente que me rodea y me aprecia. Ser alguien por las cosas que haces, no es la mejor opción. Lo que eres, es lo que te va a ayudar a llegar a donde te mereces. 
Me da igual que Marta esté torcida, callada, molesta o distanciada. Y ya me dan igual los motivos. No se hasta cuando va a durar esto, pero todo es más sencillo y simple.

Siempre le digo a Marta que a mi no me hace falta ningún tipo de reconocimiento pero se ve que hay personas a las que si. ¿Y qué hacer? 
Yo se qué hacer: seguir animando y ayudarle a conseguirlo. Sea lo que sea. Y que sepa que lo vale. Y si no lo cree, ya me encargaré de recordárselo. Para eso es mi amiga.

Smile.
:)

[[Si ves la página medio vacía,
vas a tener que aprender a mirar,
Si ves que no avanza na' tu barquita,
hay que sacar las manos y remar.]]

martes, 2 de abril de 2013

Rice.

Hay días en que desconectas totalmente. Te pones a prueba. Un comentario días antes sobre una cama deshecha, te reta contigo misma. Y te preguntas si los espacios que ocupas son los que quieres ocupar, cómo quieres ocuparlos y de qué manera. 

Te encanta confirmar que tenías razón. Estabas en lo cierto. Las sonrisas compartidas te han proporcionado una relación innata. Pero la dependencia es relativa. No significa necesidad. Ni mucho menos. Te sorprende la capacidad que tienes de acostumbrarte a los solemnes buenos días matutinos o los clicks de las noches. Sabes que todo le marcha bien y que la desconexión a veces va estupendamente. Ahora mismo, no te hace falta más. 

No te abruma la idea de la distancia ni de la falta de recuerdo. Buscas otras formas de comunicación. Y es que entre líneas, todo se entiende. Los guiños compartidos son los que transmiten la complicidad que te hace falta. Pero no necesitas rellenar espacios vacíos porque no los hay. Eres como eres, con tus puntos fuertes y tus puntos débiles pero ahora mismo, en esta etapa, no hay espacios. Estás llena y rebosa. El arroz no se te va a pasar. Y si se pasa, ya cocinarás más. 


jueves, 28 de marzo de 2013

:)

Estoy muy Zen. 
Y me siento bien. 
Divertida.

#Seh.

lunes, 25 de marzo de 2013

Proverbio "chino".

Porque un abrazo silencia todas las tonterías.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Calma tras la tormenta.



Siempre te habían dicho que jamás te juzgarían, que nunca te etiquetarían. Crees que te conocen al dedillo y que nunca podrías llegar a esa situación. Que hay límites que de alguna manera han sido traspasados, pero no por ti. Te das cuenta, que en ese preciso momento has llegado al límite. Estallas en lágrimas injustas y sientes miedo. Te están dando el día, la noche, la madrugada de un 25+1 y no entiendes por que si no has hecho nada malo. Te sientes como la mismísima suela de un zapato. Para ti, todo sigue igual. Nada ha cambiado.

Todos sabemos que en momentos extremos podemos extralimitarnos y que las pequeñas tonterías pueden significar instantáneos pálpitos de corazón. Hasta ahí, todo es entendible. Pero no comprendes el por qué de esas reacciones tan extremas. Tú eres así. Así te conocieron y así te enseñaron a ser. Libre. Sin límites. Siempre te has comportado tal y como eres. Simple, directa y sencilla. Tienes claro que la seguridad de esos lazos que te unen permanece en las pequeñas cosas compartidas. O al menos, eso creías.  Por qué, ahora que por una vez has tenido al alcance algo que te beneficia y que alguien es capaz de prestarte su ayuda deinteresadamente, te dicen que decidas y escojas? Has entregado y demostrado de sobras todo lo que aprecias y lo especial que es para ti. Nunca te mueves por el interés. Eso está claro. Y te hace un daño tan profundo que te diga eso que lo único que decides hacer es silenciar, que las aguas se apacigüen, vuelvan a su cauce y que la desconfianza desaparezca. Pero por favor, que tanto aprecio no se vaya al carajo. Soy yo.

Y es que... ¿Para qué buscar teorías irracionales del por qué de este poco común cruce de caminos? ¿Para qué darle vueltas a algo que no hace falta, que nunca ha sido necesario y que es absurdo? Se llama amistad.   En mayúsculas. Aquí no hay límites que valgan. Y si eso, los finales dramáticos, para otro día. O para las pelis.

viernes, 22 de febrero de 2013

[...]

IN-JUS-TO.


#shhhh...sad.

domingo, 17 de febrero de 2013

26.

Los 26 es cuando ya has pasado de los 25. Menos mal que tengo unos amigos extraordinarios que hacen que no se me haga tan cuesta arriba. Los adoro. Mil gracias infinitas.


#fiestasorpresacumpleplakease

martes, 29 de enero de 2013

Las piedras amistosas.

Momentos de ausencias, de evitar, de no pensar, de no sentir. De pasar un poco de todo y de nada, de aceptar silencios, de intentar deshacerse de situaciones que hace mucho tiempo pasaron a ser indispensables en tu día a día y acostumbrarse a lo que está por venir. Adelantarse. Y es que es así. 
Despertar. Encontrar dos letras que te hacen vislumbrar un cachito de complicidad. Por pequeño que sea. Dormirse. Despedirse con una sencilla pero característica palabra cada noche. Costumbres tan arraigadas que te parece imposible abandonar. Y de repente, debes aceptar que hay cosas que todos podemos echar de menos. Aceptarlo. Porque aceptarlo no es malo. No es negativo ni lesivo. Ni mucho menos perjudicial. Y es que sentir es lo que nos hace ser como somos, nos hace sentirnos vivos. 

Una vez Marta me dijo que hay cosas que si no se piensan, no se expresan, no se sienten y por tanto, no se sufren. Bonita forma de protección. Sí. Pero... ¿Qué tiene de malo expresarle a alguien que vas a extrañarlo? Nada. Aunque a decir verdad, puede que yo llegara a extrañar incluso algo tan insignificante como una piedra. Sí. Así soy. Y más con las amistades. Y es que hay personas que son como las piedras. De mirada fría, de aspecto controlador, de apariencia aburrida y a las que difícilmente vas a arrancarles una sonrisa. Que en los momentos menos esperados, pueden ser de lo más bordes e impertinentes del mundo. Molestos. Groseros. Odiosos, sin duda. Primer premio en el podium ganando el puesto para mandarlos a la mierda más lejana. Precisos momentos en los que se te despierta unas irrefrenables ganas de soltar un bofetón a doquier, pero uno de esos que suenan. Con fuerza. 


Y sin querer o queriendo, volvemos, porque incluso este tipo de piedras, sin razón alguna, se han convertido en algo esencial en tu vida. Aquí y ahora. Amistades con las que chocas, colisionas cada día. Tropiezas. Y es que todos podemos tropezar con piedras. En algún momento de la vida, todos lo hacemos. Y por cierto, varias veces. Pero es que sabéis qué? Lo peor de todo no es que tropieces con una piedra, lo peor..., es que le cojas cariño.


:)
Bye.
Nah.
¡Hasta  luego!

lunes, 28 de enero de 2013

PLAF.


"Algún día...algún día, por muy remoto que sea y por poco que vaya de paso, me echarás de menos. Y entonces, pensarás en todos esos bofetones que debería haberte dado en algún momento y que jamás te di."

viernes, 25 de enero de 2013

Historias de medios a final de una semana de enero. Y otros muchos cuentos.

[[...ParteII...]]

Y el jueves, ¡uy el jueves! Que te venga un niño a las 12:30 de la mañana cuando ya tienes todo limpio, ordenado y con la chaqueta en la mano y te diga que tienes que sacarle dos muelas... ¿lo matarías o no lo matarías? Bien, respiras, coges aire, te sientas y lo haces con todo el cariño que puedes. 
Hora de comer. Compartiendo el rato con desconocidas conocidas. Bien. a gusto. Y luego..., café con la desaparecida en combate. Había que ponerse al día con entre cervezas cubata de media tarde y personajes altivos. Laurita siempre eclipsa. 
Pero al llegar la noche... al llegar la noche todo se vuelve como una novela casi de ciencia ficción. Sobretodo cuando cenas con amigos que tienen una gran lista echada a sus espaldas. Historias para no dormir. Os lo prometo. Incluso yo me estreso con tanto movimiento. Pero en pijama, el radiador encendido, una manta, el sofá y aventuras varias al lado de alguien que recibió su nombre gracias a la foto prestablecida de perfil de twitter, no puede ser de otra manera. A eso le llamo yo complicidad. Da gusto. Mil gracias por la cena y por la litera. Al final le voy a poner mi nombre.
Viernes. Te levantas. Estás en una casa ajena. Pones un pie en el suelo y das gracias a los calcetines que cogiste sin permiso la noche anterior del primer cajón de la cómoda de la habitación de al lado. Abres la nevera y bebes agua. Vas al baño, te lavas la cara y te viene el olorcillo a esa colonia tan reconocible que te despeja de un salto. Mientras te estás vistiendo te estás cagando en ti misma y en todo el que se tercie por no haberte sacado ya el carné de conducir. Volver a casa es toda una odisea desde la parte alta de Barcelona. Pero era viernes. Y hacía sol. Y tenía fiesta. Así que con mi mayor sonrisa, tiré de la puerta y me dispuse a cruzar toda la calle Marius. Tendría que coger un autobús, un metro y el tren. Lo que yo digo, de buena mañana, peor que Ulisses surcando los mares.
De repente, llegas a la parada del autobús y ves que falta 1 minuto para que pase el que tú necesitas. Y te dices: "¡Estupendo!, hoy estamos de suerte. Y al bajar en el destino solicitado, te das cuenta que un autobús más atrás es el que te lleva a la mismísima puerta de casa. Sin ninguna duda, ese era mi día. Ni andar, ni metro ni tren. Sólo bajar del autobús y 48 pasos desde la parada hasta casa. Yeah. Ni un minuto de espera. 

Compartir un viernes con Ainara, entre tiendas, McDonald's, risas, profundidades y deseos varios, no es cualquier cosa. Para nada. Y me encanta. Me encanta, me encanta y me encanta. Pero vaya, ese fanatismo extremo tan arraigado a mi por que a mis amigos les brillen los ojos de felicidad, merece otro espacio único. 
Y la noche, la noche prometía las tapas esperadas durante toda la semana en la emblematica cabaña del Parque de Cornellá de Llobregat entre amigos. Cochinillo para los mejores paladares. Salsa brava de lo más degustable. Todo acompañado de tres medianas que hicieron que tanto ajetreo de la semana, me mezclaran toquecito de ebriedad con cansancio extremo. A las 00:03, estaba metida en la cama. 

El sábado... el sábado sería la culminación de una semana de escándalo con su curso matutino y descubrimiento de un sitio más a sumar a mi lista de #lugaresconencanto. Pero ya si eso, os lo cuento luego, vale? ;)

miércoles, 16 de enero de 2013

Largas historias de principio de semana para no dormir. Y otros cuentos.

Lo que no me pase a mi, no le pasa a nadie. O eso siempre dice mi amiga la rubiah' cada vez que le cuento alguna de mis peripecias de mi día a día. Pero, de verdad, en realidad, mis días por lo general, son de lo más aburridos, de lo más mundanos, totalmente tranquilos y rutinarios. De casa a la clínica, de la clínica a casa y así 3,3333 periódico.
Vale, eso por lo general. Sí. Ok. Pero ya el domingo, al mirar el calendario de la pantalla reluciente de mi ipad a las 12 de la noche, se escuchaba a gritos que esta iba a ser una semana en que me tendría que poner el cartel de COMPLETO en la frente. 

Los lunes siempre están repletos de pacientes, de 8 a 8 de la tarde y aunque mantenerme ocupada entre dientes y conversaciones de lo más encantadoras con abuelitos no está mal, empezar la semana así debería ser un crimen. No por los abuelos, sino por las 12 horas que tengo que echarme a mis espaldas cada inicio de semana. Y si a eso le sumas tener un compañero de trabajo que de tan perfeccionista que dice que es, decir que las hormigas en invierno trabajan más rápido que él, es decir poco. 
Pero claro, si con el lunes no había tenido suficiente, el martes no sería menos. Urgencias. Ese servicio de la clínica odontológica que es como un cupón de lotería de navidad. Te puede tocar o no. Hay días en los que los pacientes brillan por su ausencia y puedes tomarte incluso 4 tes de la maquina y comerte una caja entera de Donettes, y otros en los que a todas las prótesis de los pacientes, les da por romperse. Pues sí, el martes fue un día de esos. Pero un chocolate a media tarde, con su aroma a avellanas y canela, iba a solucionarme el día. Nada iba a cruzar mi día. 
Chupar con toda la delicia del mundo la cuchara repleta de la nata cremosa que flota en la taza del Starbucks, mientras espero a la que sería una sorprendente compañía con una conversación de lo mejorcito, era un placer que en ese momento, me iba a permitir. Que te hablen de mil cosas y encima te escuchen, hoy en día, no es nada fácil. Seguro que habrían más chocolates con avellanas y nata. Un placer.
Y al llegar la noche, una vez más, las empanadas de Marta, volvieron a ser todo un éxito. Y es que, esa cena no era cualquier cosa. Era la Última Cena. Y allí, entre tanto estrés, tanto compromiso, tantas tareas aún pendientes, parecía que nadie se había dado cuenta. Y que yo, era la única. Vamos, yo y Marta, está claro. Marta sabía que aquello era como una especie de "hasta luego" o un "hasta la vista". Solo me quedaba confiar en que todo iba a ir bien. Eso, y dormir. Y dormí. Sí. Profundamente. Supongo que tanta tensión contenida acaba cansando. 

El miércoles empezó antes de lo que debería, entre frío, nieve en las alturas y viento. Mucho viento. Tanto viento que era casi imposible caminar por Bellvitge. Suena la radio en el despertador. Buenos días sin media sonrisa. Cómo no. Silencio. Silencio. Silencio. Supongo que las mañanas nunca traen el buen humor a nadie. Y de repente, un tweet en los altavoces despertó esa media sonrisa buscada. Con aquello, ya podía estar satisfecha para el resto de la semana.
Ese día había turno de tarde. Recibir un regalito de alguno de mis pacientes es toda una motivación para mi. Es el agradecimiento de mi trabajo. Te alegra increiblemente :)

¿Y es que, sabéis qué? Adoro lo que hago.