Mostrando entradas con la etiqueta Superación.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Superación.. Mostrar todas las entradas

domingo, 5 de julio de 2015

Cambio radical.

Cuando ya ha pasado un mes desde tu cambio radical, todo se ve con mejores ojos. Las cosas se van poniendo en su lugar y los sentimientos de nervios y estrés se van apaciguando. Soy odontóloga y de eso no hay duda. Puedo. Todo es cuestión de seguir aprendiendo. Y tener a gente a tu alrededor que te ayude a ello, es todo un lujo que no todo el mundo tiene al alcance. Eso y tener a un jefe y un equipo que te valora y que te transmite confianza, no tiene precio. 


Marta siempre dice que soy ese tipo de personas valientes y emprendedoras que por regla general se lanzan a donde sea pero que de vez en cuando necesitan que les digan que lo están haciendo bien. Que te digan que te apoyan. Que confían en ti. Y que están orgullosos de tus progresos. Ahora mismo, podría decir que se ha abierto un nuevo libro. Con portada conocida pero sin final aparente. Un libro cargado de de nuevos objetivos y metas, de superación máxima. 
Ahora es el momento de exigirme un poco más. Es el momento de seguir dando lo mejor de mi a cada uno de los pacientes que entran por la puerta de mi consulta.

Y por todo lo demás... estupendo. Tras varios años, ha sido el momento de cambiar de casa y aprender a compartirla. Sí, mi ocupación ha sido máxima; quedándome con dos habitaciones y dos baños, pero cada vez voy encontrando más mi lugar en cada rincón de este hogar. Parece que se me había olvidado eso de compartir la cena tras el trabajo, ver una película los domingos por la tarde, abrazar a alguien a medio metro de tu cama o tener las típicas discusiones de quién se ha dejado el champú abierto en la ducha. Pero es que sabéis qué? Me encanta. 

viernes, 9 de enero de 2015

2015. Repaso dosmilcatorce. Parte III

[...]

Agosto. Agosto fue el mes de mis vacaciones. Un mes en que descubrí que un crucero puede ser una de las mejores experiencias de tu vida. Incluso si necesitas biodramina para no vomitar por la borda. Y más si es por islas griegas. Viajar al lugar que siempre has querido visitar, descubrir playas cristalinas escondidas de Corfú, perderte entre los miles de blancos de Santorini o mirar fijamente mientras la puesta de sol se esconde en el mar, son cosas que no se viven todos los días. Fueron unas vacaciones extraordinarias. Increíbles diría yo. Y con un gusto y un cuidado digno de un profesional. Cada detalle marcó la diferencia.

Septiembre. Uyyyy septiembre.... todos mis miedos creados en carretera, cualquier trauma, shock o variante tuvieron que ser eliminados en décimas de segundo. Porque el momento que ves que bajo esa gran tela roja está tu primer coche, no lo olvidas jamás. Porque por muy huevo que sea, pequeño, redondito, con un maletero minúsculo y morro achatado, me encanta. Me fascina. Es mi coche. Y es genial. Lágrimas mezcladas con miedo y felicidad podrían describir todo lo que significó para mi ese mes.

Octubre. Octubre fue el mes de los amigos. Seh. Barbacoas con los odontólogos, vermuts con los de Cornellà, cines nocturnos, vinitos tras el trabajo con los de Lloret, bravas infinitas, cenas de chicas en el born y gintonics casi primaverales en esas fechas en la playa de Castelldefels pusieron la guinda del pastel al mes. Ah sí, y empecé mi segundo posgrado. Yey, Un mes lleno de sonrisas.

Noviembre. Alguna fecha que otra señalada para mi. Y....Digamos que en noviembre se votó. Bueno, votar, votar...no se si es la palabra. Se dejó opinar a la gente, aunque fuera de forma extraoficial. Catalunya pudo hablar. En mayor o menos medida, pero pudo hablar. Ya no se trataba de independencia si o independencia no. Aquello era simplemente: Democracia. Y creo que el poder de expresión no es discutible. Es un derecho. 

Diciembre. Navidades. Familiares, comilonas, regalitos. Teatro. Nuevas experiencias que llevabas tiempo queriendo disfrutar. Manos, aceite, música relajante y velas. Las nubes y el cielo. Un mes para la valoración del año. A mis casi 28 años, primer fin de año tomando las uvas fuera de casa. Y lo mejor de todo es que ni siquiera fueron uvas. Pero Puigcerdá fue perfecto. Tanto la compañía como el relax que necesitaba para terminar el 2014. Y empezar el 2015 pisando nieve. Disfrutando. Sonriendo. Extrañando algunas cosas y dando la bienvenida a otras. 

Un dosmilcatorce lleno de vivencias que me han hecho aprender de todo y de todos. Superarme. Quererme un poquito más. Sonreír con la más pequeña tontería. Ver que te conocen sin verte. Creer que el tiempo te hace olvidar, pero hay detalles que no se olvidan. Echar de menos cosas aparentemente tan insignificantes que son un mundo para ti. Saber que cada mañana cuando suena mi despertador, amanece un día repleto de cosas geniales. De vida. Que es necesario mirarse al espejo mientras te cepillas los dientes y pensar...hoy, voy a vivir. Voy a disfrutar a tope. 

:)

2015. Repaso dosmilcatorce. Parte II

[...]

Abril. Abril fue un mes jodido. Personalmente...muy jodido. Tengo que reconocerlo. Yo le daría el título de "mes del punto de inflexión". Una inflexión casi forzada. Melancólica y triste. Mucho. Demasiado. Aunque el positivismo siempre ayuda y estoy segura que en algún momento, poco a poco, con el tiempo, las cosas irán volviendo a su cauce. Las amistades infinitas siempre quedan ahí. Perduran en el tiempo. Hay guiños que siempre ayudan y te hacen sonreír.

Mayo. Lo más cerca que puedo estar yo de ser folclórica fue en este mes. Con volantes, flor al lado y pendientes enormes. Seh. La Clara disfrazada. Me dije....ya que vas, te mimetizas. La verdad es que más que la Feria de abril (que aún no entiendo porqué se llama así si se celebra en mayo) me hizo ver otra cara de Sevilla. Descubrí uno de los mejores hoteles con un encanto estratosférico. Amadeus - Hotel de la música. Totalmente recomendado. Azoteas hechas terrazas con desayuno y vistas bajo esa suave brisa de la mañana. Supe lo que era cenar bajo las estrellas frente al guadalquivir y me di cuenta que a mi los toros me llevan a un estado casi catatónico. Qué queréis que os diga. Yo soy más de castellers.

Junio. Este junio quedará marcado por los siglos de los siglos como el mes de mis aniversarios. Si no tenía suficiente con celebrar los 15 años de mi segundo cumpleaños, ahora 2 cumpleaños en un solo mes. ¿Ansiosa, yo? Nah. Contra todo pronóstico obtuve la puntuación máxima. Nada de game over. Este fue el mes de mi accidente de coche.

Julio lo pasé entero de baja. Descanso, reposo, algo de playa, mucho de piscina, ejercicios varios, visitas de amigos, compañeros, familiares y poco a poco ir recuperando la movilidad. Nada relevante. O sí. Que alguien que sientes que jamás va a fallarte, pilar fundamental para ti, te juzgue, te cuente mil y una películas al azar que nada se corresponden a la realizad, te mande al carajo sin saber por qué, pues que queréis que os diga, duele. 

[...]

2015. Repaso dosmilcatorce. Parte I

Hola hola.
Vaya! Mi primera entrada del 2015. ¡Yey!
Mi madre el otro día me decía que este año ha echado de menos mi típica carta de reyes anual. Le dije que yo también. Pero es que estas navidades han sido una locura. Tiempo 0. Igual que la víspera de reyes del año anterior. Ni carta ni nada. Pero mil deseos. Mil deseos que en este dosmilcatorce han hecho que por muchas cosas haya sido mi año. Un año, sin duda, lleno de aventuras. Unas más, otras menos, pero aventuras. 

Enero estuvo repleto de miedo. Miedo escénico. Miedo laboral. Miedo infinito a la distancia. De padres, de amigos, de gente importante para mi. Nuevo lugar. Nuevo trabajo. Nuevo entorno. Miedo a lo desconocido. Miedo. Pero sorprendentemente fue un mes lleno de positivismo. 

Febrero vino con mi asentamiento, algo más de tranquilidad, cervezas con mis nuevos compañeros, mi cumpleaños, momentos especiales en pequeños rinconcitos por barcelona. Un mes digno de ser marcado con estrellita en mi calendario. Marta siempre dice que lo que no me pase a mi no le pasa a nadie. Cosas raras. Casi de película. De historias de los best sellers más intrepidables. Cosas raras. Surealistas. Espontáneas. Extrañas. Curiosas.
Sólo tres segundos serían suficientes para despertar esas inmensas ganas de hacer una pequeña gran locura. Tres segundos frente a una pantalla, con un mensaje casi en blanco directo al cerebro.  Comunicación no verbal, le llaman. Y así, casi sin quererlo, conocí a una persona magnífica que me hace sonreír y engrandecerme como la que más.

Marzo fue el mes en que tras 15 años, me subí sobre unos esquís. Sí, sí...yo, la Clara, sobre la nieve. Monguer, patosilla, miedosa muchas veces y terriblemente lanzada en  otras. Los esquís, las vistas, la gastronomía, la compañía, la nieve, los nórdicos blancos y mis increíbles ganas de superación de aquellos 4 días, hicieron de marzo, un mes de total aprendizaje. De comprobarme a mi misma, una vez más, que podemos ser capaces de cualquier cosa, incluso cuando durante años te han dicho que jamás podrías esquiar.

[...]

domingo, 6 de julio de 2014

Tocando los cojones. O algo. Con una flor en el culo.

Con 27 años, y tras un breve y corto trocito de mi vida, he podido llegar a la conclusión que existen 3 tipos de personas en este mundo; las que viven, las que mueren, y a las que les gusta tocar los cojones. A ese último grupo, sin duda, es al que yo pertenezco.

Cómo ya es sabido por todo el mundo, hace 15 años a mi inconsciencia juvenil le dio por hacer puenting sin cuerda y sobrevivir para contarlo. Y esas cosas. Con dos cojones. Todos los que me conocéis, habéis sido testigos de mi evolución, en grandes o pequeños fascículos. Pero para los que no hayáis tenido suficiente, tengo que deciros que el lunes pasado, volvió a repetirse algo muy similar; algo que una vez más, demuestra que los que tenemos la peor de las suertes, nacimos con una flor en el culo. O algo.

El día 30 de junio del 2014, ocurrió algo que si me hubieran filmado, bien sería propio de peli de acción. Morir era lo mínimo que podía pasarme. Sentir como el coche en el que vas montada revienta una rueda, empieza a dar vueltas de campana, choca contra el quitamiedos derribándolo y cae dos metros y medio estampándose contra un muro de hormigón, es propio de peli de Hollywood. En aquél momento, con el coche cabizbajo, mi cuerpo colgando del sillón y mil cristales rotos en pequeños trocitos sobre mi piel, di gracias a todos aquellos inventores del cinturón y de los airbags. Ellos me habían salvado la vida. 
Os prometo que no me esfuerzo en poner a prueba mi vida. En serio. Son cosas que me ocurren sin querer. Prometo que no pretendo demostrar que un humano puede ser igual que un gato. Lo de las 7 vidas, que se quede en 5. Lo prometo.

La chica de hierro. Eso fue lo primero que dijo la doctora que me atendió en una de las 5 ambulancias a pie de la autopista. Ella y las demás 20 personas que me miraban con los ojos como platos. A las ambulancias las acompañaban 3 furgonetas de mossos, 2 camiones de bomberos y un helicóptero que estaba en camino. Y yo allí, caminando sobre mi propio pie, con el coche de mi padre hecho una hamburguesa y como única preocupación que ningún diente se me hubiera roto. Vamos, que la había liado parda. De nuevo. Y sin quererlo.


Unos dicen que mi sangre fría hizo que saliera de ahí. Que a pesar de estar colgada del cinturón y con muchísima tierra en todos los orificios de mi cara, me pusiera a recoger y guardar todo lo que había dentro de mi bolso había sido una locura. Otros piensan que estoy zumbada por estando en esta situación, comprobar que mi ipad no había muerto. Pero qué queréis, podía ser una forma de comunicación teniendo en cuenta que el móvil estaba bajo cristales y piedras y sin cobertura!!! Estoy segura que si hubiera apretado al botón FOTO, en vez de sólo mirarme la cara con la cámara frontal de la pantalla del ipad, mi selfie accidente hubiera sido como mínimo, #trendingtopic.

Y sí, río. Sonrío. Porque una vez más, he podido morir en un abrir y cerrar de ojos. Y aquí sigo. Con la clavícula izquierda y el esternón fracturados. Y una cara llena de una gama colorida de azules, morados, amarillos, naranjas y rojos. Pero nada más. Al final, estas experiencias (por así llamarlo) hay que tomárselas con humor. Y sacarles el lado más positivo.

Lo mejor de todo es que este tipo de cosas posicionan a cada uno en su sitio y te ponen las prioridades donde tocan. Te tomas la vida con otra filosofía. Valoras un poco más el día a día. Vivirlo. Disfrutar de los detalles más pequeñitos. Preocuparte única y exclusivamente de ser feliz. Nada de dar demasiada importancia a cosas que al fin y al cabo, son minudeces.
Gracias a todos aquellos amigos, compañeros, familiares que se han preocupado, me han visitado y me siguen cuidando, preguntando… siguen siendo los mejores. 

A ellos y a mi familia les doy las mil gracias por haberme permitido, una vez más, detener unos breves momento de sus vidas, para dedicármelos, dejar que les toque un poquito más los cojones, y cuidar de mí.

Gracias.

miércoles, 25 de junio de 2014

Seis meses después.

¡Ey!, que sigo viva.

Empezar nuevas etapas tiene sus pros y sus contras. Hasta ahí todos estamos de acuerdo. Pero si me pongo a evaluar estos primeros seis meses aquí, han sido toda una locura. Nuevo lugar, nuevo pueblo, nuevo trabajo, nuevos compañeros y 0 tiempo para nada. Lloret ha pasado a formar parte de mi vida tan rápidamente que casi no me he dado cuenta. Cuando vine, los niños estaban aún de vacaciones navideñas y ahora ya han terminado el curso. Vacaciones de verano. Y todo en un abrir y cerrar de ojos. Un suspiro, pero de esos que salen y se van sin enterarte. 

Lloret me ha acogido con los brazos abiertos. Cada vez me siento más a gusto en mi lugar de trabajo. Me gusta ser LO que soy, QUIÉN soy y sobretodo, me encanta el CÓMO soy. Eso, que jamás cambie. Han pasado muchas cosas en todos estos meses.. Melancolía, alegrías, tristezas, lloros, risas, agobios, nuevas experiencias...de todo.
Ya queda muy atrás aquellas primeras semanas de vida laboral en que sentía que podía hundirme en un vasito de agua. En las que cada paciente me parecía un mundo. Soy dentista. La REINA de mi consulta. Y lo mejor de todo es que me encanta esto. Soy lo que quería ser y cómo quería serlo. El dónde, al final es algo irrelevante. 

Al final, Lloret ha ido cambiando con los meses, al igual que yo. Este pueblo me ha ido acompañando poco a poco. Empezó siendo algo sombrío, triste, con poca gente por sus calles, tiendas enteras cerradas y dónde el ambiente discrepaba muchísimo a mi idea de este pueblo. Bueno, la mía y la del mundo entero. Fiesta máxima, borrachos por las calles, guiris color tomate desde las 9 de la mañana a primera linea de mar y calles a rebosar. La primavera y después el verano ha llegado de otro color. Mucho más movimiento. Eso sí ahora puedo decir que Lloret incluso me gusta. A pesar de estar aislada del mundo, no poder ver a mi gente y necesitar algo de oxígeno, vivir en un lugar de playa siempre es muy agradecido. Poder salir del trabajo y mojarte los pies en el mar o tomarte una cervecita con los compañeros en cualquier chiringuito con este tiempo tan fabuloso, es lo más. 

Me gustaría tener más tiempo para pasarme por aquí y escribir de vez en cuando. Marta siempre dice que ya se verá. Que las cosas jamás sabemos cómo van a ser hasta que suceden. Así que eso. Ya se verá. Hasta entonces, sed felices chicos. 

lunes, 13 de enero de 2014

El magnetismo del primero.

Marta siempre dice que tengo como una especie de aura a mi alrrededor. Ese magnetismo que desprende buenas vibraciones y que las contagia. Me gusta escuchar eso porque es precisamente lo que pretendo. Soy así y me gusta ser así. 

Ha pasado la primera semana desde que empecé con todo esto. Y parece que mi cuerpo se ha puesto de acuerdo para hacermelo un poquito más difícil de lo que podía ser. 38,5º. Fiebre. ¿Tenía que tener fiebre en mi tercer día de trabajo? Nadie dijo que esto fuera a ser fácil. Se que tengo 26 años y que cualquiera me diria aquello de "yo a tu edad ya llevaba muchos años trabajando", pero las cosas van así. Mi vida ha ido así y hasta ahora no había llegado el momento. Pero ha llegado. 

Podría describir la primera mañana que sonó mi desperador a las 8:30 habiendo pasado mi primera noche en Lloret. Podría decir que los nervios se me iban a salir por los ojos y que la incertidumbre de lo desconocido me iba a matar el estómago pero también podría describiros cómo me miré al espejo y me dije: "Clara, tú puedes". Creo que siempre recordaré el instante en que llegué al CAP y me dijeron que tenía un paciente. Mi primer paciente como odontóloga en el ambulatorio. Manuel se llamaba y tenía que sacarle una muela. Sus nervios eran comparables a los míos. O eso parecía. Peró fué sentarme en mi silla, mirarle, sonreírle y ambos supimos que en ese momento todo iba a salir bien. Y así fue. 
Se que se sintió bien y percibió mi magnetismo y mis buenas vibraciones porque al irse me agradeció infinitamente que aquello que suponía que iba a ser un rato tremendamente traumático, le había ayudado a entender que hay dentistas que logran ver algo más allá de una boca y unos dientes. Detrás de todo eso, también hay una persona.

Y aquella mañana, aquel hombre de 68 años, Manuel, con su pelo canoso, su expresión temblorosa y sus ojos de miedo al dentista, sin él saberlo, había abierto la veda. Mi veda al mundo laboral.

lunes, 6 de enero de 2014

Momento clave.

Lloret de mar. He llegado. Aquí estoy. 

Hoy es día 6 de enero del 2014. El dia 6 de enero de 1976, mi padre salió de casa para ir a la mili. Y el mismo día del año 1928, nació mi abuelo paterno. Quizá sean casualidades, coincidencias o que es el inicio del año laboral tras las navidades. Sea como fuere, parece que es una fecha importante en mi familia.

Sentir el abrazo de mi padre apretandome contra su pecho ha sido cómo si le arrancaran un trocito de él mismo. Muchos pensaréis que 100 kilometros de distancia tampoco es tanto pero empezar a vivir en un lugar desconocido, con gente desconocida y sin saber qué depara el futuro, es al menos, inquietante.
Acaban de marcharse y me he quedado sola. Miro a mi alrededor. La habitación es pequeña pero me parece acogedora. Me siento en mi cama y me quedo un rato en silencio sepulcral. Analizo mi situación y cómo voy a estar a partir de ahora. El estómago me da vueltas. Tengo unas inmensas ganas de llorar y el pánico me sobrecoge de arriba a bajo. En realidad este va a ser mi primer trabajo desde que terminé y ni siquiera se si voy a ser capaz. Como dice mi tía, si he podido sobrevivir a una caída de 7 pisos cual gato aventurero, puedo con todo. Incluso con esto. Ser dentista tiene sus cosas buenas. O eso dicen. 


Mañana va a ser definitivamente mi primer día; ese que nunca se olvida. No se ni cómo voy a estar, ni cuantos pacientes voy a recibir, ni siquiera cómo va a ser la gente con la que voy a compartir mi día a día. Sólo se una cosa, que voy a dar lo mejor de mi a todos y cada uno de mis pacientes.

Me gusta ser dentista y se que sirvo para ello. Mientras escribo estas lineas, una lagrimilla resbala por mi mejilla. Este es un momento clave para mi, un ahora y un después. Me acabo de dar un tortazo con la realidad pura y dura. Hoy es el inicio del resto de mi vida. 

jueves, 2 de enero de 2014

2014.

Estos últimos meses han sido una revelación para mi. Como un vuelco a mi vida. Una horneada a fuego lento del pastel principal. Un cambio radical frente a un espejo lleno de bombillas. De esos largos espacios de tiempo que pasan en un suspiro. Subir a una montaña, inhalar todo el aire que se pueda y soltarlo lentamente. Sin ahogo pero con ese nosequé que hace despertar las ganas de despegar. 
Así ha sido. 
De ahí mis silencios por aquí. Porque me he dedicado a vivir más que a escribir. He abandonado completamente estos posts. Pero tranquilos, que no he muerto. No ha sido sólo aquí. He disminuido la frecuencia en las redes sociales y he optado por tomarme hasta el último sorbo de cada momento. Seguir aprendiendo y conociendo todo lo que, aún, parecía desconocido para mi. De esas cosas que nos creemos unos sabelotodos pero que en realidad no conocemos ni la mitad. Y dejarse llevar por un yo interno, que aunque en algunas ocasiones parezca de lo más incongruente, es el que me hace disfrutar de las pequeñas y grandes cosas.

Y ahora, me encuentro aquí, con un año nuevo que ya ha empezado casi sin avisar. Porque señores, el dosmilcatorce ya ha llegado. Y arranco con unas fuerzas infinitas. Fuerzas exageradas combinadas con ese miedo incontrolable que decide salir cual mariposas revoloteando desde el fondo del estómago. 
Un lugar nuevo, una casa nueva y un cuento nuevo. Una historia que quizás pueda ir explicando o quizás me la guarde para mi. Con un inicio inquietante y desconocido, un pronóstico de desarrollo emocionante y sin final esperable. 

Marta siempre me recuerda que sirvo para esto. Que estudié lo que quería estudiar y gracias a eso, hoy soy lo que quiero ser. O voy a serlo. Que la sensación de miedo es totalmente normal y necesaria en este momento pero que, de aquí a un tiempo, cuando menos me lo espere me va a parecer de lo más graciosa. Debo confiar en mi y en mi capacidad por hacer las cosas. Voy a hacerlo bien. 
¿Y es que sabéis qué?
Si el pasado año fue uno de los más complicados para mucha gente, voy a poner toda mi energía para que este 2014 sea, sin duda, mi año. 

#felizañonuevoseñores
 

miércoles, 17 de julio de 2013

Verano inquieto.

Una vez dije que no sabía hasta cuando iban a durar las cosas y siempre he sabido que esto tendría un final. Por la forma, la esencia, la intención y la actitud. Sobretodo la actitud. Pero es de esas cosas que hasta que no llegan y te las encuentras de frente, no te das cuenta. 

No me acostumbro. De hecho, dudo que me acostumbre jamás, pero supongo que con el paso de la vida, se me olvidará. Se me pasará la rabia, la incertidumbre, las ganas de matar los silencios y la de conservar las amistades. Mientras tanto, el verano pasa. Y me gusta. 

Este es uno de esos veranos en los que realmente disfrutas. No estás haciendo nada especial ni a lo grande; no viajas a un país asiático, no te vas un mes entero de hotelazo con pulserita, ni tan siquiera te escapas a un apartamento de playa, pero no paras quieta. Buscas la especialidad en las pequeñas cosas, en los pequeños momentos, en la esencia de los instantes que te hacen sonreír. Esas cosas son las que precisamente te hacen sentir bien.
Este es el primer verano del resto de tu vida. Has terminado, cambias de etapa y ansias pasarlo bien. Disfrutar de los buenos amigos, de los lugares con encanto, de las charlas interesantes y de los proyectos por cumplir. 

Este, así, está siendo mi verano. 
¿Y sabéis qué? Estoy aprendiendo a disfrutar incluso más de lo que creía y eso..., eso es lo que me ayuda a cambiar mi chip interno. Porque por mucho que hayan cosas que deba aceptar que son como son y que aunque las pinte de mil colores seguirán siendo igual, siempre habrán muchas otras más que serán maravillosas.

Y es que Marta siempre dice que hacen falta días malos para darte cuenta de lo bonitos que son el resto.

Sonríe.

martes, 2 de julio de 2013

Momento único. Fin final.

Llevas días que te cuesta dormir y por una cosa u otra siempre te acabas despertando la primera. Tu descanso es pésimo y no entiendes por qué. Acabas aceptando que hay alguna que otra cuestión que no para de dar vueltas por tu cabeza pero sabes que es algo que no depende de ti. Hay amistades que son lo que son. A pesar de eso, sabes que no es eso lo que te quita el sueño. El día 19 de junio terminaste tu último examen y no tener la certeza absoluta de que lo hiciste bien, te desconcierta. Las tremendas ganas de terminar, no te las quita nadie. Más que por tus padres, tus familiares, amigos o gente que te aprecia, por ti misma. Esta es una etapa que se debe cerrar. Con dos cojones. 

Te das cuenta que estás temblando. Los dedos no responden a lo que quieres hacer. Acabas de enterarte que tu última nota ha sido publicada. Sólo te queda mirarla y después, todo habrá terminado. Y eres tremendamente consciente que este es uno de esos momentos que sólo suceden una vez en la vida. Tienes miedo. Con la puerta de tu habitación cerrada, sola sobre tu cama, la suave brisa de verano entrando por la rendija de la ventana y un gran nudo en la garganta miras la lista. El corazón se te va a salir por la boca, e incluso por las orejas. Taquicárdica. Y de repente, tanto golpeteo en el pecho, tanto nudo, tanta tensión, salen con desasosiego por los ojos en forma de un gran mar de lágrimas. Y es que soy una completa llorona. Te acabas de proclamar, señorita Odontóloga. Dentista. Creadora de sonrisas. Y la verdad, no eres ni siquiera consciente.

Ha costado. No ha sido facil. Lo reconozco. En ese preciso momento te acuerdas de aquella persona que una vez te dijo que jamas serías capaz de sacarte una carrera. Si aún siguiera viviendo, le estamparía el titulo en toda la cara. Y sigues llorando. Coges el teléfono. Sabes que no debes pero en ese momento todo te da igual. Nada te importa. Se que si descuelga, vas a acordarte de ese instante, toda la vida. Porque a la primera persona a la que le dices que ya eres licenciada, nunca se olvida. Y aunque jamás nada es como esperas, ni siquiera como te mereces, no importa. Y te acabas de licenciar. Ya me da igual todo. Incluso que tu padre te diga su típico "Ya era hora" y tu madre te de una abrazo repleto de lágrimas. Y hables con tu tía y esté dando rienda suelta a la gran característica de todo Juidías. Llorar de emoción. Porque somos así. 

Siempre me habían dicho que terminar una carrera es como lanzarte al vacío. Es ese momento en el que pasas de tener todo controlado al nada en absoluto. Y es que en ese instante se acababa algo, pero un gran abanico de posibilidades se abría ante mi. Y yo, había sido capaz. Con esfuerzo y ganas. Ahora iba a empezar mi experiencia en el mundo real. Feliz. ¿Y sabéis lo mejor de todo? Me encanta lo que hago. Y si tuviera que volver a escoger una profesión para el resto de mi vida, sin duda, volvería a repetir.




sábado, 29 de junio de 2013

14 años no se cumplen todos los días.

29 de junio. 

¿Sabéis de esas leyendas que van a perseguirte toda la vida?
Pues supongo que títulos como el de "la niña que sobrevivió", permanecerán en mis entrañas por el resto de los días.
Siempre digo que las cicatrices que hay sobre mi piel son heridas de guerra. Cada una de ellas me recuerda que con ganas, energía positiva, mucha fuerza de voluntad y un poco de suerte, incluso las cosas imposibles se pueden conseguir.

Y es que caer de 7 pisos de altura, aterrizar de pie, romperse todos los huesos del cuerpo menos la columna y la cabeza... es cuestión de suerte. Y sobrevivir a ello, es todo un logro.

Feliz segundo Cumpleaños, a mi.

sábado, 1 de junio de 2013

#rectafinal

-19.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Mi última editorial.


Y aquí dejo mi última editorial del número 39 de la revista de ANEO. 
Desde este momento, empieza la cuenta atrás.
ÁNIMO.
"Ver una luz al final del túnel. La luz que te va a hacer terminar una época y cerrarla definitivamente. Ahí es donde me encuentro en este preciso momento. Con ganas, ilusión y algo de miedo.

A todos, alguna vez se nos ha despertado una pequeña inquietud en lo más profundo de nuestro ser, un nerviosismo extraño que no sabes de dónde procede, una intranquilidad por lo desconocido. Y es que cuando ves tan próximo el fin, todo son emociones. Terminar una carrera no es cualquier cosa y menos cuando es algo por lo que sientes pasión y a lo que te vas a dedicar el resto de tu vida.


Odontología.


De pequeña siempre había querido ser bióloga. Pero de esas que hacen cosas a gran escala para los demás. De las que trabajan frente a un microscopio investigando para ayudar a la humanidad. Bata blanca y todo. Con los años, fui cogiendo un poco más de perspectiva y me di cuenta de lo que realmente me gustaba. 

Quería ser, creadora de sonrisas.

Seguía conservando los mismos objetivos, pero quizás a menor escala; el blanco continuaría estando en mí día a día y ayudar a los demás sería mi filosofía.
A pesar de tener sueños claros, todo esto no ha sido fácil. Muchos días y muchas noches por adquirir el aprendizaje adecuado para ser la mejor en algo, no es sencillo. Ahora, que estoy en el punto final, me doy cuenta que todo el esfuerzo ha valido la pena. Cada vez que consigo una sonrisa de alguno de mis pacientes al salir de la consulta, lo compensa absolutamente todo.

Y de repente. Hace ya varios años, me topé con ANEO. Gente magnífica de los que he aprendido infinitamente y con los que he compartido reuniones, risas, fiesta, lucha, esfuerzo y superación. Os invito a todos a echar un vistazo a esta revista y no dudéis en visitar http://aneo.es/ para saber todo acerca de la Federación.


A los futuros dentistas, a los que tengáis la sensación de que el final nunca se acerca, daros ánimos y luchad por lo que realmente queréis. La carrera de odontología y el futuro que tenemos por delante, a pesar de ser tan confuso en nuestros tiempos, se puede combatir con mucha ilusión, ganas y movimiento. Así que desde aquí, desde el número 39, mi último número como editora de la revista ANEO, os mando mucha fuerza.


Todo llega, chicos."


lunes, 29 de abril de 2013

Si ves la página medio vacía, vas a tener que aprender a mirar.

Esfuerzo, ilusión y ganas. 
Muchas veces todos soñamos con que en algún momento podamos hacer lo que realmente queremos, lo que nos interesa y lo que siempre hemos ansiado. Conseguir algún tipo de reconocimiento o gratitud por parte de los demás. En ocasiones, por mucho que uno se esfuerce y ponga todo su ímpetu para ganarse un huequecito entre tanto gentío, parece que no consigue alcanzar su meta prestablecida. 

Se que últimamente Marta está torcida, le abruma la vuelta a la rutina y todo lo que eso comporta. Poner fin a tanta aventura es todo un delito para su estado emocional. Cortar las alas a tantas sensaciones, molesta. Y encima, cree que todo lo vivido, no le ha aportado absolutamente nada. Está muy equivocada. Ha ganado vivencias, entusiasmo, empeño, experiencia, aventura, superación y fuerza. No hacen falta reconocimientos. Todo llega.
De todas formas... sabéis qué?, los pequeños reconocimientos superan a los grandes. Para mi, son los más importantes. Aquella gratitud y satisfacción de la gente que me rodea y me aprecia. Ser alguien por las cosas que haces, no es la mejor opción. Lo que eres, es lo que te va a ayudar a llegar a donde te mereces. 
Me da igual que Marta esté torcida, callada, molesta o distanciada. Y ya me dan igual los motivos. No se hasta cuando va a durar esto, pero todo es más sencillo y simple.

Siempre le digo a Marta que a mi no me hace falta ningún tipo de reconocimiento pero se ve que hay personas a las que si. ¿Y qué hacer? 
Yo se qué hacer: seguir animando y ayudarle a conseguirlo. Sea lo que sea. Y que sepa que lo vale. Y si no lo cree, ya me encargaré de recordárselo. Para eso es mi amiga.

Smile.
:)

[[Si ves la página medio vacía,
vas a tener que aprender a mirar,
Si ves que no avanza na' tu barquita,
hay que sacar las manos y remar.]]

martes, 2 de abril de 2013

Rice.

Hay días en que desconectas totalmente. Te pones a prueba. Un comentario días antes sobre una cama deshecha, te reta contigo misma. Y te preguntas si los espacios que ocupas son los que quieres ocupar, cómo quieres ocuparlos y de qué manera. 

Te encanta confirmar que tenías razón. Estabas en lo cierto. Las sonrisas compartidas te han proporcionado una relación innata. Pero la dependencia es relativa. No significa necesidad. Ni mucho menos. Te sorprende la capacidad que tienes de acostumbrarte a los solemnes buenos días matutinos o los clicks de las noches. Sabes que todo le marcha bien y que la desconexión a veces va estupendamente. Ahora mismo, no te hace falta más. 

No te abruma la idea de la distancia ni de la falta de recuerdo. Buscas otras formas de comunicación. Y es que entre líneas, todo se entiende. Los guiños compartidos son los que transmiten la complicidad que te hace falta. Pero no necesitas rellenar espacios vacíos porque no los hay. Eres como eres, con tus puntos fuertes y tus puntos débiles pero ahora mismo, en esta etapa, no hay espacios. Estás llena y rebosa. El arroz no se te va a pasar. Y si se pasa, ya cocinarás más. 


viernes, 2 de noviembre de 2012

Guía práctica.

Qué hacer cuando alguien importante te aparta de su vida por completo:

  • No busques razón, no la hay.
  • No te martirices, tú no tienes la culpa.
  • Pasa de absurdeces. Aunque te moleste. Aunque te duela.
  • Suda de comportamientos de preadolescente. De niño de 15 años. Esto no es un patio de colegio.
  • No te límites, sigue con tu vida.
  • Basta de gilipolleces de tres al cuarto.
  • Continúa haciendo las cosas que siempre has hecho y cómo las has hecho.
  • No te preocupes de más. Ya no. no seas tonta. Ya se apañará.
  • Siéntete estupenda y magnífica.
  • Eres genial. 
  • 0% juzgable.
  • Saber que molasmil.
  • Sonríe.
  • Y al Rubio, que le den. En serio.

Y punto.

sábado, 28 de julio de 2012

Todos deberíamos tener mil primeras veces.

Aishhh. 
Sonaba como una exhalación que desprendía obligación, pocas ganas y pereza. Era una sensación como cuando un familiar te pone el vídeo cansino de sus vacaciones en el caribe. 
El primer abrazo tampoco es que fuera lo mas. Sólo faltaban unas palmaditas en la espalda y entonces ya hubiera sido unapaga y vámonos
A Marta, eso de reencontrarse tras un gran viaje, la experiencia de toda una aventura y las sensaciones vividas, le entusiasma a más no poder. Se sentó y escuchó atentamente para no perder ni un detalle. Pero no estaba recibiendo lo que había imaginado. La emoción no llegaba y la verdad, era una lástima. Al no notar esa sensación positiva, se iba apagándo más. Y eso, creo que no ayudaba demasiado a crear momentos de sonrisas de lo mas amistosas.

Es posible que Marta sea una creadora innata de expectativas. También es posible que no tenga remedio y siempre tienda a emocionarse con cualquier cosa, crear grandes historias de diminutos instantes que probablemente su cabeza haya formulado de la forma más filosofal posible. 
Pero es que sabéis qué? Sin todas esas montañas rusas mentales, todo sería demasiado aburrido. 

Dicen que hay cosas especiales que de tanto realizarlas, uno se acostumbra y dejan de ser cautivadoras y emocionantes. Dicen, porque yo, sin duda, discrepo. De hecho, estoy casi segura que hay cosas a las que jamás deberíamos acostumbrarnos. Sentir todas las veces como si fuera la primera vez. La primera vez que subes una montaña, la primera vez que cruzas una frontera, la primera vez que te encuentras solo en medio de la nada, la primera vez que llegas al punto final o la primera vez que que te has dado cuenta de todo lo que eres capaz. Esas primeras veces son las que te enseñan a disfrutar del preciso momento en el que te encuentras. Te enriquecen.
Marta siempre dice que deleitarse del recuerdo del pasado es exactamente lo mismo que recrearse en el futuro próximo. Que debemos sentir el ahora, el ya y el hoy. 


Y sí. Es posible que una sorprendente tortilla de patatas, no sea la mejor forma de festejar un punto final repleto de cansancio. Y seguramente un frappé de caramelo a media tarde, tampoco lo sea. Es posible que todo lo que diga Marta se tome a la ligera. Pero a pesar de eso, ella va a seguir en sus trece de que todo debería celebrarse por todo lo alto, incluso los momentos que tachamos de prescindibles para el recuerdo. Con emoción y ganas. Sin suspiros exhalativos. Porque esos precisos momentos, habrán sido disfrutados, como una primera vez. Y las primeras veces, las recordamos siempre.

viernes, 29 de junio de 2012

13.

Trece años después, ni 12 ni 14. A pesar de sentir que tu segundo cumpleaños nunca debería haberse celebrado, no puedes evitar despertar un 29 de junio y sonreír. Pensar desde tu cama que hace ya algunos años, fuiste la mayor heroína jamas conocida.

La supernena, la del puenting sin cuerda, la fuerza de voluntad personificada; esa que vive y alardea de sus cicatrices cual heridas de guerra se trataran. Esa que un día sorprendió a muchos mientras tomaban el sol en la playa, mientras disfrutaban del principio de sus merecidas vacaciones o veraneaban con los abuelos a finales de ese junio caluroso. 

La que cayó y decidió dar la lata durante muchos años mas. Exactamente....durante el resto de su vida. 


Hoy, 13 años. 

miércoles, 6 de junio de 2012

Vuelve Marta, vuelve.

El día estaba nublado. Gris. Anubarrado, como triste. La neblina al horizonte anunciaba que el sol no iba a salir hoy. Mientras Marta iba sentada en el vagón número 3, miraba a traves del cristal con la mirada algo perdida, el horizonte, sin ver gran cosa mas que las calles pasar, una tras otra, bajo un paisaje ya bastante conocido. Se preguntó dónde podría encontrar hoy la sonrisa. 

Con tanto silencio, tanta debilidad y tan poco capaz como se sentía en ese momento, hoy parecía que no la iba a encontrar. Y eso, la abrumaba mas de lo normal. 
Le faltaba su acidez impetuosa, su graciosa impertinencia habitual, su espontaneidad característica y el positivismo que acostumbraba a acompañarle siempre. ¿Dónde habían ido?....y lo mas importante, cuándo volverían? Le daba rabia no poder decidir su estado. No poder sacar lo que verdaderamente llevaba dentro. Lo que le inhibía expresarse con sosiego y claridad. Rabia. Rabia absoluta. 

Hay veces en que Marta igual debería hacer más caso y no dudar tanto cuando le dicen que es guay, que hace cosas geniales y que desprende un buen rollo fantástico. 
Menos mal que el sol, siempre acaba saliendo.