jueves, 10 de noviembre de 2011

Cuando unas galletas de chocolate te hacen pasar una estupenda tarde.

Subes a un bus que supones que te va a llevar a un lugar donde has estado antes pero que siempre has llegado en transporte particular y con poca luz del día. Digo supones porque ir hasta esa parte de la ciudad siempre es todo una odisea. Nunca sabes si es para una dirección o para la otra y teniendo en cuenta que mi orientación para recorrerme la ciudad por lugares parcialmente desconocidos es nula, decidí subirme en la parada que iniciaba la linea de bus para así no perderme.

Después de ir mirando los nombres de cada parada me dije, "me voy a equivocar seguro" y me bajé basándome en la improvisación de mis recuerdos. Llamas al timbre de un portal y te responde una voz familiar pero que nunca habías conocido. Le dices: "soy Clara". Te abre. No sabes cómo es, ni cómo va a mirarte, ni que va a pensar de esta chiquilla de 24 años. Subes en el ascensor y la puerta está abierta. Te estaban esperando. Y como si de una cariñosa y simpática abuela se tratara te invita a pasar. Dejas tus cosas en un sofá y asintiendo a todo lo que te dice, te sientas en una de las sillas de la cocina. Son las 7 de la tarde, hora de la merienda y te dice que si quieres unas galletas de chocolate y un zumo de frutas. Increíble. Te sientes como una nieta más una tarde de otoño que vuelve del cole. 

Mientras meriendas, se sienta frente a ti y como si te conociera de toda la vida, te habla de la forma más cercana y especial que puedas imaginar. Entonces es cuando piensas que esta mujer no es muy distinta a ti, que verdaderamente hay personas que ven la vida como yo la veo, que hace las cosas porque sí y que no hace preguntas excesivamente comprometidas. Acabamos hablando de bufandas, de ganchillo, de accidentes de la vida, de lo maduras que son las personas y de los años que pasan; de divorcios tortuosos, de hijos imbéciles y de la adoración a los nietos; de la barra de marcadores del explorador, de twitter, de facebook y de qué es un post. Y todo con un tono de lo más jovial, juvenil y sin tapujos. 
De repente me confiesa que ha leído poco de este blog pero que es  una gran fan y me hace prometer que seguiré desarrollando mi capacidad para escribir la cotidianidad. 

Solo puedo decir que es un encanto de persona y que ojalá cuando mis pocos 24 años lleguen a más del doble, sea así de genial, capaz de gritarme mientras busco una dirección en el google maps y desorientarme con indicaciones absurdas al teléfono. 

No hay comentarios: