miércoles, 28 de diciembre de 2011

28 que hacen 24.

#Felizcumpleañosmirubiahinocentepreferida
E aquí un lugar más de los múltiples que puedo usar en esta realidad 2.0.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Me he vuelto toda una manitas.


Cuando se me mete algo en la cabeza, no hay quien me lo saque hasta que lo consigo. Y mira por dónde, poco a poco me he ido fijando y he ido aprendiendo y este es el resultado obtenido. Para ser las primeras creo que no están nada mal, no? 
Dan el pego. Qué quieres que te diga.














#todaunaexpertaenboinas
:)

lunes, 19 de diciembre de 2011

Volando. Madrid-Barcelona.

Voy volando. Volviendo de la capital. Y cuando digo volando, es literalmente volando. Vamos, que estoy a no se cuantos miles de kilómetros de altura, sobre nubes que parecen algodones acabados de mullir. Cómo si alguien los hubiera colocado intencionalmente en una posición determinada. Fantásticos. Dan ganas de saltar sobre ellos. Son las 13:46 y acaban de decir que quedan 20 minutos para el aterrizaje. Me han timado, dijeron que eran 55 minutos y van a ser algunos más. Y encima, turbulencias.

Mientras voy sentada en el vuelo VY1096, (esta vez, sin control alguno), me doy cuenta que han sido unos días intensos. Viajar sola tampoco está tan mal y pasarte el día sin hablar con nadie conocido te muestra que el silencio, tampoco es tan estresante.
Qué decir, los días de congreso me han demostrado que realmente me gusta y me interesa lo que estoy estudiando, me llena mucho y aprender nuevos conceptos y arraigar los ya adquiridos me hace sentir bien. Lo diré siempre, la odontología ayuda al bienestar de las personas, y los dentistas poco a poco estamos dejando de ser los ogros barberos de tiempos atrás. Las nuevas técnicas, tratamientos, procesos y protocolos, además de la buena ética del profesional de las nuevas generaciones, va a ayudar a que los odontólogos sean algo más queridos. O eso espero.

Madrid, fabuloso, como siempre. Esta vez, iluminado con sus luces navideñas de mil colores que hacen de la noche el día. Me gustan las calles llenas de gente, el ambiente no está nada mal y se respira buena gente. Aún me parece increíble la facilidad de los madrileños por ir de cerveceo. Tengo que reconocer que yo con dos, voy fina. Menos mal de unas buenas patatas bravas, que al menos, permiten que sobrelleve la situación.
Excelentes rutas foursquareadoras, buenas conversaciones desconocidas que ahora son algo más conocidas, cenas de traje en creperías escondidas y bares divinos del 82 con risas de lo más simpáticas. No's que acaban siendo sí's y películas que te enseñan que una manta y una mesa de Ikea te pueden dar una siesta de lo más curiosa. 

Y sentirme como en casa cada vez que voy a casa de Pilar, porque aunque esta vez hayamos compartido pocos ratos, siempre me siento como en família. Así han sido mis días de congreso en Madrid, con comidas domingueras hasta las tantas, paseos por la gran vía, puerta del sol y preciados. Y frío. Mucho frío. Frío madrileño.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Los momentos insubstanciales.


Hoy no es domingo por la tarde, ni tampoco uno de esos días de fiesta en los que a tu pensamiento le da por volverse loco dando vueltas a tu vida. De todas formas hoy me gustaría hablar sobre todos aquellos que piensan acerca de #quéhacerconmivida, #trenesqueseescapan, #¿voyasercapaz? o #únicaoportunidad.

Mira, todos en algún momento hemos tenido la inmensa necesidad de vivir lo invivible, lo nunca imaginado y lo más loco que haya podido pasar por nuestra cabeza. Todos. No digáis que no. Y da la casualidad, que a muchos se les ha despertado ese deseo en un momento de esos que yo llamo "insubstanciales", de esos de los que he empezado hablando, los del domingo por la tarde en los que estás en tu sofá, frente a la tele, revisando tu correo y el perro sentado a tus pies. Ahí, por una extraña razón, tu mente estalla a mil revoluciones. 
Estudiaste lo que querías estudiar, tienes trabajo, tienes una vida cómoda, vives de la manera que quieres vivir y todo está más o menos adecuado a todo lo estandarizado y aún así sigues sin estar tranquilo. Y te da por mirar hacia atrás y repasar tu vida en pequeños fascículos como si de una colección del dominical se tratara. Te planteas si realmente has vivido cómo querías o si has vivido todo lo que querías y de la manera que querías. Y si no es así, ¿hasta cuándo puedes recuperar el tiempo perdido? Aunque siempre te haya gustado crecer, quizá ahora has visto que cumplir años no es cualquier cosa. Marta siempre dice que el tiempo nunca es perdido, que todo lo vivido es enriquecedor e interesante, que todo te enseña y te hace como eres ahora. No intentes recuperar nada cuando aún te queda muchísimo tiempo que disfrutar y perderte por la senda de este mundo aventurero.

Aventuras, sí. Dije aventuras. Eso es todo lo que necesitamos para mejorar, progresar y engrandecer el espíritu. Nunca es tarde, los trenes nunca se pierden, y si lo haces, ya cogerás el siguiente, no siempre hay una única oportunidad para realizar tus sueños. Estoy segura de que puede que haya personas que necesiten de un empujoncito que les ayude a lanzarse a una una piscina llena de aventuras, pero si por cualquier motivo no tienen ese empujón, a la larga, se entregarán a la aventura sin dudarlo. Seguro.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Barcelona huele a Navidad.

Vamos a levantarnos un día de puente, le dije a Marta.
Hacía frío y amanecía algo nublado pero con ganas de brillar el sol. Me apetecía ir a pasear por la ciudad. Sí, yo sola. Tampoco necesito a nadie para recorrer mis ya conocidas calles de Barcelona. Pero siempre hay alguien que se apunta. Me encanta.

La ciudad estaba magnífica. Mucho ambiente navideño, mucho gentío, muchas idas y venidas y muy buena atmósfera. Todas las diminutas y escondidas tiendas de las calles del gótico medieval despiertan en mi gran curiosidad. Desde vestidos de los más inverosímiles hasta pomos de puertas de mil colores y formas. Ahí sí que puedes encontrar muchíssimas maneras de abrir puertas. Magnífico. Luces tenues, leves y sutiles que proporcionan un entorno muy acogedor. Me gustan esas tiendas. Banys nous, carrer de la boquería, carrer del call o plaça de Santa Maria del pi. Calles con encanto.

Y encontrarme casi por casualidad con un par de conocidos y enseñarles la ciudad con mis ojos. Mostrarles que una jabonería al lado de Sant Felip Neri puede proporcionarte olores de ensueño de la forma más especial, que la plaza es un secreto escondido y que adentrárse entre el barullo de la rambla te muestra un increíble rojo pasión con sus flores de pascua de estas fechaso. Y luego, caminar y compartir un chocolate a la taza en una muy buena compañía, buena conversación y complicidad absoluta. 

Pero ahí no acababa el día, aún me quedaba descubrir lugares nuevos. Y quién mejor para mostrármelos que el mejor guía de la ciudad que jamás he conocido. Lo curioso es que él no es de aquí pero te quedas boquiabierta cuando te lleva y te cuenta todo acerca de Barcelona. Una vinoteca. Creo que nunca había estado en una vinoteca. Zona d'Ombra. Así se llamaba. Ubicada en el carrer Sant domènec del call, 12. casualmente cerca de la tetería de la que ya os he hablado en otras ocasiones. 

Tanta cantidad de vinos que ni siquiera me dio tiempo a memorizar un par de nombres. Pero mi inigualable compañía parecía ser todo un experto en enología. Inigualable. Y caminar hasta el born, y perdernos buscando un lugar para cenar. Y una vez más la sorpresa fue mía al toparnos con el carrer de les Ases. Un Bar de tapas de lo más original. Una vez más, me sorprendo de  sitios escondidos. Gavinet. Nos ofrece una gran variedad de tapas, ensaladas, embutidos y tablas de quesos de primerísima calidad, todo acompañado de los mejores vinos catalanes. 

Y así acababa mi espléndido día, mi ruta de nuevos descubrimientos, en la mejor compañía posible y de la mejor forma. Creo que la próxima vez le diré a Marta que me acompañe, a ver si así, ella también se enamora de la ciudad como yo.

sábado, 3 de diciembre de 2011

La gota.

Marta siempre dice que improvisar es lo que tiene, debes aprender a correr ese riesgo. El riesgo de imprevistos imprevisibles, de momentos que te crees en el súmmum de la ola y que en segundos, todo se desvanece, desaparece y quizás, se pospone.

Hay días en los que te despiertas y te encuentras unos buenos días pintados en tu mesita de noche. Eso o palabras sin sentido escritas en el cristal empañado de tu ventana una mañana de diciembre. Llueve y te gusta oír esa tormenta precipitada que se mueve sin ton ni son. Cae y se escabulle lentamente. Te llega y te hace disfrutar con cada desliz que deja pasar. La gota de lluvia que experimenta buscando el camino más afín a su recorrido, preparada para fugarse. La gota que inventa, sin ser cautelosa ni precavida, sin apenas moderarse, dispuesta para la aventura. 

Así improvisa, se adentra, con decisión y sin miramientos. Imprevisible se cuela entre la zanja límite, recorre y con la más total facilidad, vuelve a estar en lo alto de la ola, donde acabará mojando todo a su alrrededor.