lunes, 8 de noviembre de 2010

Superstar. Pero sin estrella. Con asterisco.

Un vestido negro, plisado, lazo al cuello y fucsia en el recogido. Así vi a Marta el otro día cuando la visité en su antigua residencia de verano del norte.
La llamé el domingo anterior para preguntarle que cómo estaba y que qué había sido de su vida en estos últimos meses.
Me dijo que había decidido tomarse un respiro, dar un nuevo rumbo a su vida y empezar a disfrutar. Que se había cansado de la monotonía de la vida diaria de estos últimos años y que además, después del incidente precipitado de aquella noche de 6 de junio, ya nada volvería a ser como antes. Que había visto correr toda su vida en imágenes en cuestión de segundos cual cuadros de museo a velocidad infinita. ¿Y sabéis qué? Todas esas imágenes no le habían gustado. Había visto lo desdichosa, infeliz, triste y escondida en si misma que parecía. Pero ahora, por fin había despertado.

Para mi, Marta siempre ha sido una superstar, una heroína de pies a cabeza, una pedazo mujer, mi amiga la que todo lo sabe y la que siempre tiene la razón aunque yo le lleve la contraria. Lista, profesional, seria pero desvergonzada en muchos de sus aspectos. Tabú durante siglos, pero que poco a poco se va realizando. Tierna, dulce y muy apasionada. Caramelo de miel. A veces, hasta abruma, pero que no cansa ni empalaga. Esa es Marta.

La vi algo decaída pero sonriente. Marta siempre sonríe; sonríe y ríe; suceda lo que suceda. Ella y su escudo interior. Me dice que no, pero yo siempre digo que aquellas personas con risa profunda, instantánea, abierta y directa son las más verdaderas, sinceras y espontáneas pero que al mismo tiempo, son personas que esconden un interior muy suyo, muy elaborado e incluso, demasiado racional. Es por eso que creo que me llevo tan bien con Marta. Porque soy todo lo contrario; Tengo sonrisa infinita pero risa silenciosa con mundo interno algo tarambana, muy desequilibrado y lleno de locuras.

Desde que conozco a Marta, ella siempre me ha aconsejado y ha estado para mi. Ahora, yo voy a estar para ella.

¿Eso hacen los amigos, no?





Superstar de asterisco, sin duda. Muy peculiar toda ella.

1 comentario:

QuiM dijo...

Genial, simplement genial :)