martes, 8 de mayo de 2007

Cruzada anti-3pitis.

Si es que ya lo se, si yo se que me cuesta y me cuesta mucho. Hacer las tareas de casa me da muchísima pereza, no sabéis cuanta y con mi madre siempre hay discusiones. Nunca jamás, jamás de los jamases me pongo de acuerdo con ella ni mucho menos con mi hermano para hacer algo.
Pero vayamos al tema en cuestión. Cuatro años atrás, mis padres dejaron de fumar, y si muy bonito cuando mi madre dijo que queria dejar de fumar después de haberse fumado a saber cuantos paquetes de ducados durante 20 años, y bueno, mi padre, por hacerlo con ella, lo dejó una semana después.
Vale, hasta ahí bien.
Han pasado unos años y hace unos meses mi padre volvió a oler a tabaco, pero nooooo, él no fumaba.
Mi madre, que se ha vuelto una auténtica maniática con el olor a tabaco en seguida se dio cuenta.
Últimamente discuten siempre por lo mismo y yo estoy cansada de escucharles. A mi madre, criticarle para que mi padre deje de fumar y mi padre diciendo que 3 cigarros al día no es fumar.
En fin, un sin fin de discusiones que no llevan a ningún lugar y al final, con quien pagan todos los mal humores? Con la Clara, claro que si.
Ayer ya no aguanté y cogí a mi padre lo senté en la silla de mi habitación y le dije muy seriamente:

-¿Qué coño tengo que hacer para que dejes de fumar, ni que sean esos 3 cigarros al día?

Y lo se, se que el problema no es mío, que él ya es grandecito parea saber lo que esta bien y lo que esta mal pero es que, la verdad, a veces me lo cargaría.
Me dijo, colabora un poco más en casa y yo me comprometo a dejar esos 3 cigarros.
Hoy es el primer día y yo lo he cumplido.
Espero que él también.

martes, 1 de mayo de 2007

La carta a los 83.

Era mayor y solo una carta de amor podría transmitir todo lo que ella quería decir.
Su vida había pasado poco a poco, muchos esfuerzos, muchas privaciones, demasiados tabús. Era otra época, eran otros años con otra gente de otra generación.
Pero ahora se había dado cuenta de que esto no podía seguir así. Con dos hijos bien formados, encaminados, casados y con hijos y después de años y años al lado de su marido, se había quedado viuda aquella tarde de tiempo lluvioso y nubes oscuras, ese día de invierno, frío y melancólico.
Pero ahora ya habían transitado años, el tiempo le había hecho darse cuenta de que desperdiciar de esta manera su vida no era la solución.
Lo decidió, escribió esa carta a aquel hombre del que, con solo verlo, se había enamorado en segundos.
Ella tenía 83 años pero su presencia era de buen ver. Se había enamorado del hombre perfecto y quería pasar el resto de sus días a su lado, aunque solo fueran 5 o 6 años, ella quería terminar siendo feliz.
No le estaba siendo infiel a nadie, ni a su propio marido, que ya descansaba en paz hacia años.

Le dijo que…

“…eres la persona a la que no podría decir que me gustas, la persona a la que tenía necesidad de decirle que la quería, que nunca la dejaría.
Ahora todos los que desean estar conmigo solo serán otros, tú serás el único.
No puedo decirte que eres perfecto, aunque lo seas y sabes cual es la razón? Que te has enamorado perdidamente de mi, y que solo podemos estar 6 o 7 años más juntos, y eso no es suficiente, 6 o 7 años es lo que nos queda de vida, pero tampoco creo que esté tan mal porque ya tenemos 83 años y puedo recordar cada momento que he estado contigo, cada noche, en mis sueños. Tantos recuerdos en los que hemos estado juntos que 6 o 7 años no serian suficientes para comentarlos todos.
Pero esta medianoche si, nos encontraremos en el parque o en cualquier otro lugar y te daré el beso, el beso que siempre recordarás. ¿Y sabes porque?
Porque algo ocurrirá.”