lunes, 29 de enero de 2007

Ya se fue.


Se fue y me quedé como los macarrones: Vacía




Hace apenas 1 hora y poco más dejé a Gera en el vagón 51, con sus maletas ya puestas en la parte superior de su compartimiento y mirándome fijamente a los ojos a través del cristal de la ventana del estrecho pasillo del tren.

No quería llorar, total, esto solo es un “hasta luego”, no es un hasta siempre ni un “hasta nunca”. Parecía increíble el inmenso nudo que estaba sintiendo en el estómago, parecido al que él tenía en el cuello que lo estaba atragantando.

No lloré, o al menos él no me vio, pero cuando el tren se puso en marcha y dejé que su rostro se perdiera en la lejanía quedando las vías solitarias, no pude evitarlo, entonces subí las escaleras mecánicas y ya.

La aventura se había terminado.
Al menos, por ahora.








PD. Sabes que te quiero.

3 comentarios:

Jerry García, a.k.a. stup_id dijo...

Hay un macarrón al otro lado del mundo como tú... que ese día también le tocó hidratarse de más.. y en la oscuridad.. y entre desconocidos...

La aventura continúa.. se cerró un capítulo solamente... lo sé... porqué nunca se dejan las historias tan inconclusas en la lejanía.. lo sé porque tengo la seguridad de quien acaba de sobrevivir al viaje más difícil de su vida hasta ahora...

PD. Sabes que adoro que me lo recuerdes... sabes que te quiero mucho... y quizás lo más importante... te quiero de verdad

Jose Manuel dijo...

Nunca sabes donde sembraste una semilla que puede convertirse en un nuevo camino. Que bueno reencontrarte, ya nos veremos denuevo. ;)

alea dijo...

No se si estoy mediatizado por conocerte, por mis sentimientos actuales, por mi dia a dia. Pero tu tristeza es mi tristeza. Cuando das pasion, siento pasion. Cuando das ternura, siento ternura. Cuando das tristeza, siento tristeza. Cuando das amor, siento amor. Cuando das enfado, siento enfado. A veces me esta empezando a dar miedo un vinculo asi. Me siento como una hoja en blanco, que alguien escribe lo que siente y se transforma directamente en corrientes en mi corazon. Y cuando me veo en el espejo, me siento tan por debajo de esa fortuna de estar ahí, que aparece el maldito miedo. ¿Que puedo ofrecerte, siendo como soy, para que no te parezca un tio monotono, indigno de alguien tan brillante como tu...?