martes, 22 de enero de 2008

Perdida en la immensidad del deseo.

Mientras Marta se desvivía por el sueño del que acababa de despertar, ansiaba con volver a ese mundo, en medio de la penumbra, para seguir con algo de lo que no se podía despegar.

Estaba oscuro y cualquier proposición indecente hubiera sido suficiente para agarrar las llaves que tenía en su bolsillo y subir a aquel recóndito lugar.

Sumisa a la imensidad de esos besos desconocidos, seguía derritiendose mientras agarraban sus manos simbolicamente atadas a la helada pared.

Aquella esquina había sido deseada durante mas tiempo del que ella misma hubiera podido imaginar; un rincón que esperaba desde hacía milenios.

Y su ropa iba desgarrandose despiadadamente al son de una respiración cada vez mas continua y ajetreada lo cual indicaba que aquello no podía seguir así, pero no iba a detenerse, no podía detenerse, porque el deseo la iba a matar.

El suelo estaba frío pero su cuerpo difundía una especie de calor húmedo y se encontraba allí, tendida, pegada a un otro cuerpo que al parecer, estaba en sus mismas condiciones, ansioso de deseo.

De repente, se encendieron las luces, había luna llena y las escaleras estaban al descubierto de cualquier alma insólita que se dispusiera a bajar.


Ese, había sido un buen momento.

1 comentario:

alea dijo...

Te gustan mucho las casualidades, tia curiosa. Ahi va una interesante: mi cumpleaños, la distancia en el tiempo con el texto, escaleras, foulard.
Curioso de verdad.