Transcurso de la diada de Sant Jordi.

Y resulta que ayer fue Sant Jordi, uno de aquellos días en que se regala una rosa y un libro respectivamente en mujer y hombre. Pero a mi, 2 rosas y 1 libro y uno que me autoregalé. Los míos son de esos típicos libros de mujeres que los hombres odian porque tratan de mujeres, hablan de mujeres, cuentan cosas de mujeres y se meten en historias de mujeres que los hombres nunca entenderían.

El día estuvo genial (muy soleado, por cierto) y a pesar de la gente que había (a la cual podríamos meter en miles de campos de fútbol), se estaba de maravilla.

Mis tíos nos invitaron a comer (cosa con la que discrepo bastante porque siendo el día de Sant Jordi mi intención era invitarlos, puesto que era el santo de mi tío).
En fin, que después de llegar y ver a mi tía con una sospechosa sonrrisita y hablando en un tono de voz más alto de lo habitual (consecuencia de la cervecita que se estaba tomando), ya toda la jornada transcurrió perfecta.

Café/infusión con hielo en Plaça Reial bajo un fantástico solecito de verano y paseos entre la multitud por las ramblas con libros y rosas rojas, violetas, blancas, fucsia, rosa chicle, amarillas, verdes, azules, turquesas e incluso negras además de las rosas homosexuales tuticolori que decoraban los puestecitos de todo el paseo central barcelonés. Ya ves, la naturaleza, que ha evolucionado y hace rosas del arcoiris. Me llamaron mucho la atención.

Al final, paseos por el raval y estrechas callejuelas alrededor de la catedral que parecían más caminatas que paseos.
En la plaça del pi había el "Col·lectiu d'artesans de l'Alimentació", una pequeña fira que hay el primer y tercer viernes, sábado y domingo de cada mes, a la cual recomiendo a todo el mundo visitar y probar el delicioso queso del hombre que curiosamente habla francés a un mexicano que tiene más bien pinta de mexicano que no de francés.

En fin, que a las 10 de la noche cada metro cuadrado de plaza Catalunya aún estaba ocupado por al menos 3 personas.


Lo que he dicho, un día fantástico.