miércoles, 3 de octubre de 2012

Ansiedad ajena.

Respiración intranquila, descordinada, ansiosa, estresada y nerviosa. Así estaba Marta aquella tarde en que casi a la fuerza, la obligué a tomarse un Frappé de caramelo. Es imposible que teniendo tantas cosas en la cabeza, concilie el sueño de forma satisfactoria. A pesar de parecer que pasa de todo, estar ausente en muchos momentos y callada hasta niveles insospechados, su cabeza da mil vueltas. Y eso, hay que descargarlo. Y si es con cara enfurruñada y chocante, asumiré ese riesgo.

Porque ser realista no significa privarse de las alegrías y entusiasmos que te da la vida. 
No significa no expresar tus sueños y anhelos. 
No significa dejar de ser idealista cuando estás gritando en silencio que lo que te esta sucediendo es genial.

Muchas veces le digo a Marta que ser tan poco emocional en momentos como estos, te priva de vivir y sentir sensaciones extraordinarias. Que gritar, alegrarse, emocionarse es lo que hace que disfrutes de cada situación por la que pasas. 
¿Y es que sabéis qué? Incluso sentir miedo es bueno. Te proporciona una adrenalina que en ocasiones, es increíblemente placentera.


Y que el hielo se derrita.

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