viernes, 9 de enero de 2015

2015. Repaso dosmilcatorce. Parte I

Hola hola.
Vaya! Mi primera entrada del 2015. ¡Yey!
Mi madre el otro día me decía que este año ha echado de menos mi típica carta de reyes anual. Le dije que yo también. Pero es que estas navidades han sido una locura. Tiempo 0. Igual que la víspera de reyes del año anterior. Ni carta ni nada. Pero mil deseos. Mil deseos que en este dosmilcatorce han hecho que por muchas cosas haya sido mi año. Un año, sin duda, lleno de aventuras. Unas más, otras menos, pero aventuras. 

Enero estuvo repleto de miedo. Miedo escénico. Miedo laboral. Miedo infinito a la distancia. De padres, de amigos, de gente importante para mi. Nuevo lugar. Nuevo trabajo. Nuevo entorno. Miedo a lo desconocido. Miedo. Pero sorprendentemente fue un mes lleno de positivismo. 

Febrero vino con mi asentamiento, algo más de tranquilidad, cervezas con mis nuevos compañeros, mi cumpleaños, momentos especiales en pequeños rinconcitos por barcelona. Un mes digno de ser marcado con estrellita en mi calendario. Marta siempre dice que lo que no me pase a mi no le pasa a nadie. Cosas raras. Casi de película. De historias de los best sellers más intrepidables. Cosas raras. Surealistas. Espontáneas. Extrañas. Curiosas.
Sólo tres segundos serían suficientes para despertar esas inmensas ganas de hacer una pequeña gran locura. Tres segundos frente a una pantalla, con un mensaje casi en blanco directo al cerebro.  Comunicación no verbal, le llaman. Y así, casi sin quererlo, conocí a una persona magnífica que me hace sonreír y engrandecerme como la que más.

Marzo fue el mes en que tras 15 años, me subí sobre unos esquís. Sí, sí...yo, la Clara, sobre la nieve. Monguer, patosilla, miedosa muchas veces y terriblemente lanzada en  otras. Los esquís, las vistas, la gastronomía, la compañía, la nieve, los nórdicos blancos y mis increíbles ganas de superación de aquellos 4 días, hicieron de marzo, un mes de total aprendizaje. De comprobarme a mi misma, una vez más, que podemos ser capaces de cualquier cosa, incluso cuando durante años te han dicho que jamás podrías esquiar.

[...]

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