domingo, 4 de noviembre de 2007

All.

Según la RAE (Real Academia Española):

celo1.


pl. Sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra.


Eso y nada más.
Si esa otra persona no ha "mudado su cariño poniéndolo en otra", no son celos.
Eso no son celos.
Eso es...
Eso tiene otra palabra.
Otra palabra que no se lo que es.
Pero celos no.
Yo a eso lo llamaría Ansiar.
Tener ansias de algo, que, al parecer, no tienes en este momento.
Pero si nos basamos en el significado de "tener celos" como coloqualmente está conocido me lleva a hacer una reflexión:
¿Para qué tenerlos?¿para autolesionarse y acabar estando afectado de algo que ni tan siquiera uno es culpable?
Nah, tontería.
¿Que no los sientas significa que quieres menos?
Nah.
¿Entonces porque nos empeñamos a que eso debe ser así?
Tonterías.

Entonces es cuando llega un día que hablando hablando te das cuenta, abres los ojos por fin y ves a ese otro alguien de esa persona que antes no podías ver por múltiples causas. Sí, sí, no un Dios, un tipo correcto, serio, ideal, que todo lo hace estupendamente bien y que nunca se equivoca en nada. Bueno, pues veréis, para quien no lo sepa a veces esos dioses pueden tomar la forma de persona, concretamente de hombre y adquirir sus cualidades (pésimas, por cierto, como las de todo hombre) , que necesita, igual que las personas, lo mismo que todos necesitamos.
¿Curioso verdad?
Yo eso no lo sabía.

Porque vosotros, también tenéis ojos no? Nunca os ha pasado eso de estar con la persona perfecta para ti y tener/sentir tentaciones hacia otra? Ya sea por tu relación con ella, por su forma de ser, por su apariencia o por sus formas de hablar. Tampoco es tan grave digo yo. Eso no quita el que quieras a tu otro tú.

Te pueden gustar/atraer/seducir muchas personas al largo de tu vida, en un momento determinado o en un instante concreto, pero eso sí, nunca querrás a dos personas a la vez porque cuando estés acercándote más a una te estarás alejando más de la otra.

En fin, que lo que yo digo. Mil sapos, mil huevecillos, mil renacuajos pero una rana.


Y es que mi obsesión por el verde un día de estos me matará.
Y entonces perderé mis patucos azules o se los llevará mi gallo.

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