sábado, 10 de diciembre de 2011

Barcelona huele a Navidad.

Vamos a levantarnos un día de puente, le dije a Marta.
Hacía frío y amanecía algo nublado pero con ganas de brillar el sol. Me apetecía ir a pasear por la ciudad. Sí, yo sola. Tampoco necesito a nadie para recorrer mis ya conocidas calles de Barcelona. Pero siempre hay alguien que se apunta. Me encanta.

La ciudad estaba magnífica. Mucho ambiente navideño, mucho gentío, muchas idas y venidas y muy buena atmósfera. Todas las diminutas y escondidas tiendas de las calles del gótico medieval despiertan en mi gran curiosidad. Desde vestidos de los más inverosímiles hasta pomos de puertas de mil colores y formas. Ahí sí que puedes encontrar muchíssimas maneras de abrir puertas. Magnífico. Luces tenues, leves y sutiles que proporcionan un entorno muy acogedor. Me gustan esas tiendas. Banys nous, carrer de la boquería, carrer del call o plaça de Santa Maria del pi. Calles con encanto.

Y encontrarme casi por casualidad con un par de conocidos y enseñarles la ciudad con mis ojos. Mostrarles que una jabonería al lado de Sant Felip Neri puede proporcionarte olores de ensueño de la forma más especial, que la plaza es un secreto escondido y que adentrárse entre el barullo de la rambla te muestra un increíble rojo pasión con sus flores de pascua de estas fechaso. Y luego, caminar y compartir un chocolate a la taza en una muy buena compañía, buena conversación y complicidad absoluta. 

Pero ahí no acababa el día, aún me quedaba descubrir lugares nuevos. Y quién mejor para mostrármelos que el mejor guía de la ciudad que jamás he conocido. Lo curioso es que él no es de aquí pero te quedas boquiabierta cuando te lleva y te cuenta todo acerca de Barcelona. Una vinoteca. Creo que nunca había estado en una vinoteca. Zona d'Ombra. Así se llamaba. Ubicada en el carrer Sant domènec del call, 12. casualmente cerca de la tetería de la que ya os he hablado en otras ocasiones. 

Tanta cantidad de vinos que ni siquiera me dio tiempo a memorizar un par de nombres. Pero mi inigualable compañía parecía ser todo un experto en enología. Inigualable. Y caminar hasta el born, y perdernos buscando un lugar para cenar. Y una vez más la sorpresa fue mía al toparnos con el carrer de les Ases. Un Bar de tapas de lo más original. Una vez más, me sorprendo de  sitios escondidos. Gavinet. Nos ofrece una gran variedad de tapas, ensaladas, embutidos y tablas de quesos de primerísima calidad, todo acompañado de los mejores vinos catalanes. 

Y así acababa mi espléndido día, mi ruta de nuevos descubrimientos, en la mejor compañía posible y de la mejor forma. Creo que la próxima vez le diré a Marta que me acompañe, a ver si así, ella también se enamora de la ciudad como yo.

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