viernes, 5 de marzo de 2010

Marta.

Marta decía que aquel domingo no era digno de llamarse día. Porque los domingos, como todo el mundo sabe, son aburridos, desesperantes y algo amargos; sobretodo las tardes de domingo. Un domingo por la tarde es el peor momento de la semana. O miras una película de esas que dan por la tele super pastelonas, o lees un libro, o te tumbas en la habitación o miras por la ventana y esperas que el domingo se acabe o que llegue el momento de cenar. Sabes que te vas a ir a dormir y que el lunes va a empezar de nuevo la rutina diaria. Eso me desespera a mí, a tí y a Marta.

Pero cuando hace sol, ya es diferente. Todo es diferente. Cómo que el domingo se hace más largo, más alegre, de carácter más gozoso y satisfecho, como que más lleno y menos tedioso. Mucho menos molesto.
Cuando hace sol parece que miras con otros ojos por la ventana, vas al baño y el espejo te dice, "hoy es tu día". Y te sientes con fuerzas de hacerlo todo, aunque sea domingo, aunque sea final de semana. Hace sol, y eso es lo que importa.
Marta siempre dice que el sol le afecta en su estado anímico. Que los dias nublados y tristes perjudican seriamente la salud. Cuando llueve, ya es un tema a parte. Caminar bajo la lluvia sin paraguas es una de las cosas más gratificantes en días tormentosos y más si Marta se va a pasear por el centro de la ciudad. Que las gotas de lluvia choquen contra su rostro frente a una Plaza Catalunya tan bella, le hace pensar y serenarse, y eso, es estupendo. Caminar por la Gran Vía, echar un vistazo a todos los escaparates de la Calle Pelayo hasta llegar a la pizzeria, a la que como si de un rito se tratara, asiste todas las semanas en Plaza Universidad, es fantástico.

Pero bueno, hace sol, ese día hacía sol y eso era lo que realmente importaba. A Marta, eso de que haga sol le fascina. Se analiza y se descubre a si misma; porque los domingos con tardes soleadas le hacen a uno estar más radiante. Y cuando le llega la noche a ese domingo, no importa, porque ha sido un buen domingo, ha sido un excelente domingo que no querías que acabara nunca. Porque después del domingo, viene el lunes. Y ya sabéis que piensa Marta de los lunes.



A partir de ahora, los domingos con tardes soleadas deberían ser fiesta nacional. Y Marta, creo que está de acuerdo conmigo.

1 comentario:

Jerry García, a.k.a. stup_id dijo...

Marta parece ser una persona muy sabia, deberias de hacerle caso de vez en cuando :P

petunet