jueves, 11 de marzo de 2010

¿Y tú, de qué tienes miedo?

Cobardes. Eso es lo que somos las personas por naturaleza.
Y yo que el otro día creía que Marta era del otro grupo de personas, de los que no temen plantar cara pase lo que pase. Y no; me estubo comentando que por lo visto hay situaciones que le sacan de sus casillas y no es dueña de sus actos ni acciones. Por mucho que se esfuerce.

Me dice que lleva un par de semanas que tiene la cabeza en cualquier otro sitio menos en el que toca y que eso le ha hecho pensar. Pensar; uf, Marta pensando. Peligro.
Le he dicho que no se preocupe, que hay muchos tipos de cobardes. Que ella no lo es, que todos alguna que otra vez hemos sentido miedo. Miedo al aislamiento, miedo a la incomunicación, al rechazo, miedo a la mentira, miedo a que nos hagan daño o miedo al qué dirán.

Cuando somos pequeños tememos la separación de los padres. Bueno eso y al hombre del saco. En un rango de 0 a 4 años.
A partir de los 5 años nos creemos los reyes del mundo y de hecho lo somos. Somos los reyes de la clase, los reyes de tu casa, el rey de los abuelos; vamos, qué somos los reyes del mambo. Eso hasta los 7 años. Aquí ya empezamos a sentir miedo por otras cosas; se dice que a partir de los 7 años y hasta los 11 tenemos un miedo irrefrenable al ridículo. Al parecer es una época en que es necesario demostrar a tus "amigos" que ya no dependes de tus padres, que las cosas puedes hacerlas por tu mismo y que nadie te puede decir lo que tienes que hacer. Quieres ser aceptado. Eso sí, te caes al suelo y vas llorando a las faldas de tu mami. Pero a vistas de los demás, tú eres un machomen.
A partir de los 12 años (según a qué generación pertenezcas) hasta los 16 o 17 se siente miedo a la soledad. Aquí es cuando la adolescencia está en pleno apojeo; muchos pájaros en la cabeza y poca cordura. Pero eres feliz, vives feliz y sueñas en mil y una experiencias.
Cuando llegas a los 18 te entra el miedo a hacerte mayor, a las complicaciones, a los compromisos y a las obligaciones. A pesar de eso, los 18 son los 18 y te gusta sentirte un poquito más mayor.
Cumples los 19 y ya piensas, "coño, ha pasado un año desde que cumplí la mayoría de edad y ni me he enterado. A los 20 empiezas a darte cuenta que el paso del tiempo va más rápido de lo que tu creías.
A los 21 ya has asimilado tu posición, el sitio en el que estás y cómo te encuentras.
A los 22 has dado un repaso a tu (corta) vida en forma de recuerdos y te has puesto alguna que otra vez melancólica pensando en todo lo que has hecho. Lo que aún no sabes es todo lo que aún te queda por hacer.
A veces, a los 23 te pones a pensar en el futuro próximo y en el no al tan próximo, y te estresas. Te dicen que eres mayor pero tú te empeñas en decir que no, que aún eres una niña. Te sigue dando miedo hacerte mayor, que el tiempo pase deprisa, que no se pare en esos momentos que tú quieres y que no te de tiempo hacer todo lo que siempre soñaste.

Nos pasamos la vida temiendo ves a saber qué cosas extrañas cuando lo más fácil es enfrentarte a ellas, que por mucho que los años pasen, hay cosas con las que tienes que lidiar, por mucho que las rehuyas. Por eso siempre le digo a Marta que no hay que ser cobarde. Pero me dice que no puede remediarlo.

Marta tiene miedo de muchas y a muchas cosas.


¿Y tú, de qué tienes miedo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A que tu tengas razón.

QuiM dijo...

"Nos pasamos la vida temiendo ves a saber qué cosas extrañas cuando lo más fácil es enfrentarte a ellas, que por mucho que los años pasen, hay cosas con las que tienes que lidiar, por mucho que las rehuyas"

quina raó que tens!