martes, 20 de abril de 2010

No se si me explico.

Creo que no nos hemos entendido bien.

Cuando hablé en la entrada anterior de la dignidad, hablaba de ella como concepto general, general y generalizado, no solo entre parejas, matrimonios u hombres y mujeres que se gustan o no. No, no, yo solo puse un ejemplo que "una mente experta" me expuso.

Sí, es cierto, es cierto que un hombre sin ser hombre ya no sería hombre (obviamente) y seguro que aburriría hasta la saciedad, pero, y quizás me equivoqué en emplear el término "hombría", no siempre eso es lo mismo a dignidad.
Cuando digo perder la dignidad no me refiero a perder la autonomía de uno mismo, ni perder la libertad, ni dejar de ser estrictamente racional o perder el poder de crear; Tampoco te digo que hagas lo más indigno del mundo.
Lo que yo quería decir es que en realidad, esa dignidad que tanto nos preocupa a veces (ya sea hombre o mujer) por el "qué pensará el otro/s", no tiene tanta función en si. Que las cosas hay que hacerlas si se quieren hacer, si apetecen, aunque sea lo más irracional del mundo (por eso dije estrictamente delante de racional).

Si quieres llamar, pues llama, si quieres sorprender, pues sorprende, si quieres dar un paso hacia delante, pues hazlo. La vida está para eso, para hacer tonterías. Lo único que puede pasar es que te limiten. Que la dignidad no la pierdes. Que yo soy muy digna y tú también. No te preocupes.



(Lee atentamente Don F.Dwarf)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

por cosas así te amo, clara.
E.

Clara González Juidías dijo...

¿E?

El Crostó dijo...

És exactament això Carpe Diem. Viu el moment amb dignitat i sobretot gaudeix-lo.