martes, 4 de enero de 2011

Un año que se va y otro que llega.

Vaya! Y sin darme cuenta se fue el 2010. Y este año ya voy tarde para escribir mi carta de reyes anual. Llevo años haciéndolo, y aunque siempre a último momento, por regla general es antes de la noche de reyes. Me gusta hacerlo, me gusta mantener la ilusión despierta, por años que pasen, quiero seguir siendo lo que soy, yo misma, la Clara que tiene una parte de niña muy acentuada.

Del 2010 me despido con muchas cosas, con muchas aventuras, con muchas sensaciones, pero sobre todo, con muchos cambios. Sí, el 2010 ha sido un año movidito.
Empezó... bueno, empezó bastante normalito, un año más y punto, el 2010 entraba.

Fue un enero un poco melancólico, siguiendo con un febrero algo sorprendente y un marzo peliculero con ideas algo inquietantes que acabaron siendo eso, ideas. Hubieron ratos, vaya si los hubo, pero que con distracción y optimismo, las sonrisas salieron a relucir. El abril vino con una primavera familiar y el mayo me sonó algo estresante. El junio, cualquiera diría que fue un mes repleto de peculiaridades. Julio, vaya, el julio, con veranito, calor y vacaciones empezó siendo asombroso (eso sí, no sin algo de tristeza), siguió con maravilloso y terminó con alucinante. Y así siguió el agosto, bastante portentoso. Con septiembre vino lo obligado y la desesperación. Y a octubre le doy el amor y la especificidad. Noviembre fue bastante exclusivo y diciembre brilló por ser el mes más amistoso de todos.

Vamos, que sin duda, un año que va a ser dificil de olvidar. Y todos los sabemos.
Solo pido una cosa, por favor, dosmilonce, pórtese bien conmigo.

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