martes, 5 de abril de 2011

#findevasco.

Unas plantillas para los pies eran el motivo principal por el que la señorita curiosa salía ese viernes de buena mañana hacia el aeropuerto de Barcelona dirección Bilbao. Eran las 5 de la mañana cuando el HTC empezaba a bailar al son del odioso despertador de todas las mañanas.
En ese preciso momento odié una y mil veces no haberme gastado 30 euros más para salir dos horas después. Es lo que tienen los vuelos baratos, que para ahorrar, hay que madrugar.

Todo bien, llegué a la terminal 1, me bajé del coche, despedí a mi madre, le di las gracias por acompañarme y entré al aeropuerto. Diez minutos después me di cuenta que llevaba sus llaves en el bolsillo de mi chaqueta, pero ya era demasiado tarde. Yo ya estaba esperando en la cola del control de seguridad y ella ya había casi llegado a casa. Ahí me di cuenta de lo que siempre me dice, que soy un puñetero desastre. Y te preguntarás que ahora por qué?; bien..., pues antes de ir hacia el aeropuerto, al salir de mi casa, bajar con el ascensor y mochila en mano, la Clara se había dejado los billetes encima de la mesa. Ese era el motivo por el que tenía sus llaves.

En fin; en el aeropuerto, poca relevancia..., igual un par de cosas destacables.... la cantidad de personas que les da por viajar a las 7 de la mañana en tiempos de crisis me parece absolutamente impresionante (eso es que no viajo mucho, ya ves) y lo otro.... se ve que siempre, siempre, siempre, sea por lo que sea, sea cuando sea y toque donde me toque ir, a la Clara siempre tiene la suerte de que su puerta de embarque es la que está más lejos, a la que no se puede llegar con cintas mecánicas y la que está menos indicada. Suerte la mía.

Y allí llegué. Me esperaban en el aeropuerto, con la sonrisa de siempre y bañado de azul. Un fin de semana por tierras del norte genial. Mirador en acantilados, playa de Laga, juegos con Nora y Erik por colchones en el suelo, baños en el mar cantábrico a principios de abril, bailes típicos, paella "a la vasca", hamburguesas en el bar del pueblo, paseos, excursiones con lluvia, niebla que da miedo por Orduña, baños en balneario de agua salada, fotos en la moto, paseos por la gran vía y pinchos en el casco viejo. Vamos, todo un #findevasco sensacional.

A Marta voy a tener que contarle que hay amistades infinitas que son realmente curiosas. Que hay hombros que se prestan solos y que hay manos que estrechan las tuyas cuando hace falta. Que hay abrazos que resucitan a un muerto y que hay conversaciones que sientan como una brisa primaveral de abril.



Fantástico.
Siempre dije que el norte me sentaba bien.




Eso sí, nunca dejes que un par de vascos te reten. Aunque sean dos pequeñajos.

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