domingo, 19 de junio de 2011

El momento.

Era un día de sol, sin nubes en el cielo y un golpe de viento que enseguida te podía embriagar los sentidos. La combinación de colores azules, verdes y caobas parecía casi imposible, pero en esencia, juntos quedaban de vicio. Olía a mar, a espuma blanca, a arena de la orilla y a hierba mojada, a brisa de gaviotas y a niebla en el horizonte.
 
A lo lejos, por el camino que surcaba la colina se oían unas motos grandes, potentes y  poderosas acompañadas de su estruendoso acelerador. El barullo de aquellos caballos motorizados sabía a libertad y a locura.

Ese día, a Marta se le había ocurrido ponerse medias, de textura fina, delicada y lisa, tan delgadas que incluso podía sentir el aire rozando sus rodillas. Nunca hubiera imaginado, ni siquiera en esa misma mañana soleada, fresca y primaveral, mientras preparaba su maleta de tonos verde pistacho, que incluso los momentos más inesperados te pueden regalar un instante sorprendente. 

Ese había sido un buen momento.

1 comentario:

alea dijo...

Medias, motos, costa...me gusta!!!!!