domingo, 25 de marzo de 2012

Agua, líquidos, y sus variados.

Una cerveza, fresquita, helada, puesta al punto de la forma más friki del mundo. Una tortilla de patatas y buena conversación. Bueno, vale, lo que se dice buena, no se si lo era, pero Marta me aseguró que temas de conversación de lo más raros, rebuscados y absurdos pueden llegar a ser de lo más curiosos. Me encanta cuando se crean situaciones irracionales, nunca sabes lo que puede ocurrir. Si vas a acabar jugando al parchís o bañada en un sinfín de sensaciones. Nada es previsible.

Cosas tan sencillas como ver la televisión hasta altas horas de la madrugada se puede convertir en toda una odisea y encontrar un buen programa que evite que entres en sueño ligero dirigido directamente a la fase REM, es bastante complicado.
Y reír, y reír y reír. Y conversar. Y charlar con cercanía ente amigos. De lo más amistoso para conseguir una velada distraída. Y seguir riendo. Y sonriendo. Y se te acaba el aire. Silencio.
Y de repente, empezar a sentir esa sensación tan extraordinaria, como cuando te tiras de cabeza a una piscina repleta de agua , llegas a lo más hondo y nadar hasta la superficie para recuperar el aliento. Sales pletórica, mojada pero colmada de energía. Rebosante. 

Y así, descubres que mantenerse despierto hasta las tantas e incluso intentar mantener a otros, hay ocasiones que no es tan complicado. Solo es necesario un poquito de motivación y ganas de pasarlo bien. Y líquidos. Cerveza, cocacola y esas cosas. Y sí. Si eso, otras cosas. Pero solo si eso.

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