miércoles, 8 de junio de 2011

Olores.

Vale, empezaremos por lo más horrible que te puedes encontrar; los olores.
Tengo que decir que hay olores que matan. De esos que te vienen al olfato mientras estás esperando en el metro o cuando has subido al tren. Olores tan terribles que se adhieren a tu nariz y no puedes deshacerte de ellos. Y así, para el resto del día. De esos olores que por mucho que te esfuerces, siguen pareciéndote un hedor incontrolable.

Y luego, luego están los otros olores. Olores que se convierten casi en esencias. Perfumes que te traen recuerdos a la mente casi sin esforzarte. Esos son precisamente, de los que vamos a hablar ahora. 
Tengo que reconocer que yo soy muy de olores. De los buenos olores, está claro. De hecho, me fascinan. Siempre he tenido facilidad por crear historias a partir de un olor. ¿Nunca os ha pasado que al oler un aroma te vienen momentos repentinos a la cabeza? 
Voy a hablaros de un olor en especial que me encanta. Una sábana acabada de salir de la lavadora; aún mojada, pero sin gotear, húmeda, fresca; recién colgada, extendida. Me recuerda a mi abuela paterna, a cuando sacaba la colada y subía al terrado a colgarla. Mezclarme entre las sábanas y oler a aquel limpio, aún ahora, me sigue gustando.

También  está el olor de un lugar, de una habitación, de una cocina o de un salón. El olor de los platos que cocina mi madre que aromatizan toda la casa, ahora que no vivo con ella, siempre los echo de menos. Los sofritos de paella son lo más y el aroma que desprenden, es inigualable. Luego está el olor a incienso de vainilla y canela. Me encanta como envuelve con su dulzor y una pizca de amargor el ambiente de una habitación.

Y por último, el olor que más me marca. El de ciertas personas. Un olor te puede gustar, te puede agradar, te puede atraer, avivar, estimular y hasta puede excitarte. Y es que a mí, según que olor, puede quedarse grabado en mi hipotálamo sin apenas darme cuenta. No es intencionado. Muchos pensaréis que hay perfumes que gustan a todo el mundo, pero es que no es solo eso, es el perfume que use esa persona mezclado con su olor personal. Porque sabéis una cosa; no a todos nos sientan igual las colonias.
Y es precisamente en el momento en que hablas con alguien más cerca de lo habitual, o que lo abrazas, o que le saludas con un par de besos o que le estrechas la mano, ese preciso momento en que, si su olor te agrada, te quedarás con él, para siempre.

Porque hay olores que matan, solo que de distinta manera según sean buenos o no.

3 comentarios:

Mga dijo...

Fa poc em va passar i vaig pensar i tot en fer una reflexió d'aquestes. És increïble el que pot fer una olor, com activa la zona del cervell exacta pq et vingui un record, una situació, una persona...
i quina ràbia fa quan a vegades no aconsegueixes desxifrar d'on ve la sensació de record!

Jaume dijo...

aaaaaai com m'agrada llegir-te senyoreta!

La música i els olors tenen un poder grandíssim en la memòria i els sentiments :)

Clara González Juidías dijo...

Gràcies nois :)