miércoles, 25 de enero de 2012

Refunfuñando felicidad.

Una voz que refunfuña, una mirada que denota pasotismo y una sonrisa que ahogaría hasta al mas soso del universo se le acercan y le dicen sin mucha alegría que llore. Durante unos breves segundos no entiende exactamente a que se refiere hasta que oye la buena noticia y realmente se alegra. Porque Marta se emociona con todo. Incluso aunque una voz apagada y sin mucho brío dé la noticia que en el fondo, ella ya sabía.

Pero de repente, tras un café después de un medio abrazo de felicitación, Marta puede ver como la mirada cambia cual niño se tratara, una mañana de navidades con su trenecito nuevo bajo el árbol. La emoción y las ganas salen a destellos de los ojos que te cuentan, ahora sí, intrepidables hazañas y posibles historias que aún están por ocurrir. La sonrisa cada vez se va acentuando más en el rostro y las arrugas faciales expresan felicidad.

La sensación es clara, el sueño ansiado ha subido de nivel. Ahora solo queda la recta final. Y desde luego el resultado no variará la opinión de Marta. Sin ninguna duda, cualquier resultado será positivo; viviremos esta gran aventura.

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