domingo, 13 de mayo de 2012

Dando alas.

Pues sí, que queréis. Me resulta difícil. No puedo hacer nada. En el fondo, en lo más profundo, cualquier decisión resulta complicada. En realidad es cierto, nunca he sido muy fan de tomar decisiones difíciles. Y no es simple cobardía, sino que nunca he tenido que hacerlo en grandes proporciones. Pero seguir la corriente del río, puede que ya no funcione. Sin duda, no puedo quejarme de mi (aún corta) vida. A pesar de eso, puede que vaya siendo el momento de decirme; Eh Clara, venga, espabila que ultimamente sueños, ideas, pensamientos y pesadillas te van a consumir!

Cuando evaluas y te das cuenta que en varias ocasiones te has regido por el mismo patrón, puede que lo tuyo sea mala suerte. O mala suerte o simple casualidad. La historia siempre se te repite y no ni una, ni dos veces..., sino incluso tres. Una vez alguien me dijo que yo ayudaba a desplegar las alas y luego, cuando ya están preparados, parten, y salen a volar. Pero es que sabéis qué?, para eso hay que tragarse lo peor del camino. La preparación, el esfuerzo, el tiempo, las faltas de ganas, los silencios, las distancias...; todas esas cosas que al parecer desaparecen al alzar el vuelo. Y sinceramente, es algo que da rabia. Sí. Te das cuenta que tú te has pasado los momentos más difíciles, que has puesto todo tu empeño e ímpetu aguardando y esperando que el mañana será mejor, y cuando llega el mañana qué ocurre? Que no eres tú la que disfruta del esfuerzo, sino que es otra persona. Y no mola. No mola nada.


La falta de comunicación, los silencios, los instantes sosos, la falta de comprensión, de sorpresa, de aventura, de confidencias, de entendimiento, de compartir inquietudes, ganas, deseos, apetencias; el afán, las ambiciones y las cosas anheladas; Compartir todo eso y no volverse completos desconocidos dejando que poco a poco la llama se apague, se te escape entre las manos y desaparezca. Ese es el secreto. 
El amor no es infinito ni eterno cuando no se sustenta ni se lucha por él; cuando se habla de cómo podría ser pero el paso de los años no te dan ese disfrute máximo. Y al final se enfría y no hay manera de volver a calentarlo. ¿Y la culpa de quien ha sido? De todos, o de nadie.

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