miércoles, 4 de mayo de 2011

Fútbol, sonrisas y máquina de cafés.

Te levantas por la mañana después de haberte dormido antes de que marcaran el último gol la noche anterior. Estás muerta, cansada y preguntas qué es lo que pasó ayer. Desde la cama abres tu Timeline para saber qué ha pasado en el mundo estas últimas horas. Te das cuenta que hubo un uno a uno y que por tanto el Barça ganó.
Todavía un día después todo el mundo habla de fútbol. Parece que este va a ser el mes del fútbol. Nadie habla de otra cosa, ni siquera de la que se supone que ha sido la boda del año. Perfecto. Lees y ves que ha sido una larga noche en la que la incivilización, la locura y el desmadre se ha apoderado de la ciudad condal. Casi incendian a todos y cada uno de los periodistas que hacían la retransmisión, la mitad de semáforos de las Ramblas están rotos y parte de la fuente de Canaletes está por los suelos. Bien, esto es el fútbol.

¡Pedazo de incívicos!

Sabes que esa mañana tienes una paciente a la que arregarle la vida. Por qué sí, nosotros arreglamos la vida, digáis lo que digáis y penséis lo que penséis. Recuperamos lo más importante de una persona: la sonrisa.
Las 10:30 de la mañna pasadas y ya estoy intentando explicarle a una mujer de unos 70 años que aunque su fractura horizontal está en el tercio medio de la raíz, sorprendentemente parece que no tiene sintomatología y que por tanto ella decide si sacar o no. Después de un largo rato en que me doy cuenta que ser odontólogo no es tan sencillo, decidimos ahorrar cual hormiguita durante todo el verano para en septiembre poder sacar ese diente y poner una prótesis. Me despido de la señora Francisca, le deseo buen verano y me dispongo a subir a la primera planta con ansias de mi suculento chocolate calentito.

Con las ojeras aún bajo mis ojos y ese cansancio que de vez en cuando arrastran mis pies, subo las escaleras, me cruzo con un par de conocidos, les doy los buenos días y me siento al lado de la máquina de cafés esperando que la gente acumulada frente a ella, se disperse. Aprovecho para checkear sin demasiado ímpetu. La máquina de cafés ya tiene propietario y no creo poder conseguir proclamarme Mayor a menos que aproveche sus vacaciones para hacer check-in indiscriminadamente. Saco mis 0,35 céntimos del bolsillo derecho y antes de introducir la moneda me doy cuenta que en la pantallita de la máquina pone NO FUNCIONA. Y yo que sigo queriendo mi vasito que me alegre la mañana, ni que sea en solitario, sin conversación ni comentarios... disfrutando de mi chocolate. Hoy toca joderse. Cómo veo que esto no va a solucionarse rápido, ni siquiera me molesto en invitar al Mayor a disfrutar de uno de sus cafés diarios y de mi sarcástica pero simpática conversación habitual. De todas formas, los de las plantas de más arriba siempre andan muy ocupados, o eso dicen.

Me vuelvo a la planta 0. Esa mañana no tendría mi chocolate, pero tampoco habría café para nadie. Ni en ese momento ni por el resto del día. Eso sí, a pesar de no haber razón para hacer un coffebreak teníamos la suerte que el ambiente era bastante azulgrana y que aunque no se pudiera hacer un pequeño/gran descanso y disfrute frente la máquina de cafés, la gente sonreía.



A veces pienso que el fútbol es cómo una máquina de cafés, si al meter la moneda te dan lo que esperas, las sonrisas son infinitas.
Curioso.


[Escuchando: Nada es gratis en la vida - El cuarteto de Nos.]

4 comentarios:

alea dijo...

Me gusta mucho. Aunque sigo diciendo que mejor colacao que cacaola... ;-)
Y si necesitas una moto para hacerte mayor....... avisame!

Jaume dijo...

El fútbol es ya el 5º poder, aunque me encante, no me gusta mucho esa idea, la verdad.

Y no arreglamos la vida de nadie; si eso, parte de ella.

Mua!

Mga dijo...

Estic amb tu, Clara: arreglem la vida a moltes persones :D

Jaume dijo...

ñañañañañañaña